_
_
_
_

La toma de Oaxaca por la policía acaba con un muerto y 50 detenidos

Las fuerzas federales llegaron hasta el centro de la ciudad sin encontrar apenas resistencia

Poco después de la una de la tarde (nueve de la noche, hora peninsular española), efectivos de la Policía Federal mexicana entraron en la ciudad de Oaxaca. Al principio de su avance apenas encontraron resistencia de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que llamó a la población a no enfrentarse a las tropas y a concentrarse en la plaza del Zócalo, en el corazón de la ciudad. Camiones y tanquetas avanzaron lentamente removiendo las numerosas barricadas instaladas. Los peores enfrentamientos se produjeron en el centro histórico y acabaron con al menos un muerto y 50 detenidos.

Más información
"Calderón ha presionado para aplicar la mano dura"

A un lado, efectivos de la Policía Federal pertrechados de cascos, escudos, porras y armas largas, y resguardados por tanquetas antidisturbios. Enfrente, vecinos de los distintos barrios, jóvenes y adultos, que encaraban a los uniformados con banderas y globos blancos, enseñas mexicanas y consignas contra la intervención policial. Esa era la escena ayer en los principales puntos de acceso a la capital de Oaxaca, que amaneció rodeada por un numeroso contingente policial enviado por el Gobierno de Vicente Fox para restablecer el orden después de cinco meses de conflicto. Los líderes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), organización que encabeza la revuelta, hicieron llamamientos a no enfrentar a la policía y convocaron a la resistencia pacífica "sin caer en provocaciones".

Por la mañana, uno de los vehículos que transportaba a los policías federales hacia Oaxaca sufrió un accidente, causando la muerte de uno de los agentes.

Desde primera hora, los seguidores de la APPO salieron a la calle para ponerle las cosas difíciles a la fuerza de intervención federal, y sembraron la ciudad de barricadas. En su avance hacia el centro de la ciudad, las fuerzas federales encontraron poca resistencia, aunque se produjeron incidentes aislados, con la quema de algunos vehículos.

Sin embargo, las cosas comenzaron a poner feas y la tensión aumentó cuando la policía llegó hasta la plaza del Zócalo, el corazón del casco histórico, donde se había concentrado el núcleo duro de la APPO. Fue en esa zona donde, según uno de sus dirigentes, se produjeron los enfrentamientos que acabaron al menos con un muerto entre los rebeldes y 50 detenidos. Pero, poco a poco, las fuerzas policiales lograron hacerse con el control de la mayor parte de la ciudad.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

A la medianoche del domingo había expirado el ultimátum dado por el Gobierno Federal para que la APPO despejara plazas, calles y edificios públicos, que fue rechazado. Pasaban las horas y la situación permanecía estancada. Los helicópteros sobrevolaban la ciudad y los efectivos de la Policía Federal y del Ejército no avanzaban. Salvo contadas excepciones, los seguidores de la APPO concentrados en las barricadas no exhibían una actitud agresiva a pesar de la extrema tensión que se vivió en la ciudad el viernes, con cuatro muertos y numerosos heridos.

"Si avanzan los vamos a dejar pasar. No tenemos armas", decía Mariana Leyva, vecina de Santiago Etla, a 20 kilómetros del centro de la capital, donde el primer cordón humano cerraba el paso a una numerosa columna de los federales. Su compañera, Soledad, enfermera, sostenía un cartel contra Ulises Ruiz, el denostado gobernador. "Si no nos hubiera atacado el 14 de junio, aquí no habría pasado nada", decía la mujer, al recordar el fracasado operativo policial de hace cuatro meses y medio para desalojar a los maestros en huelga.

"Ulises tiene que irse", gritaban los integrantes de la valla humana que cerraba el paso a la Policía Federal. "Les dejaremos entrar, porque no podemos enfrentar un dispositivo tan grande", decía otro vecino, "pero el movimiento de resistencia no se va a acabar". Será un repliegue táctico para evitar un baño de sangre, aseguraban los dirigentes de la APPO. La cordura que predominaba ayer entre los insurrectos oaxaqueños estaba amenazada por el temor a la presencia de provocadores, como los que actuaron el viernes por la tarde. Un ataque armado en cualquier punto de la ciudad podría forzar una respuesta violenta de la Policía Federal.

En una de las avenidas de la capital oaxaqueña, miembros de la APPO retuvieron en una barricada a 12 soldados del Ejército Mexicano que viajaban de paso rumbo a la base militar de Miahuatlán donde, según explicaron que debían presentarse para someterse, hoy lunes, a un examen de entrenamiento. Algunos de los presentes los acusaron de espionaje y propusieron lincharlos. Minutos después, dirigentes de la APPO se presentaron para interrogar a los militares y decidir "qué hacer con ellos".

La retirada de la APPO fue un hecho la noche del sábado a domingo. Las barricadas quedaron en manos de reducidos grupos de adultos, viejitos y niños indefensos, que ante la presencia de periodistas se deshacían en explicaciones sobre las calamidades del pueblo oaxaqueño. En barriadas como la colonia Morelos, grupos de vecinos decían que pasarían la noche en blanco para defender, simbólicamente, su barricada.

Una amalgama de grupos

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) salió a la luz pública después del desafortunado operativo policial del 14 de junio para desalojar a los maestros huelguistas concentrados en el Zócalo de la capital del Estado. Una amalgama de organizaciones y grupúsculos de distinto origen y tendencia se cobijan ante el frente opositor oaxaqueño, que ha hecho de la salida del gobernador Ulises Ruiz, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), su bandera.

El Frente Popular Revolucionario, el Consejo Indígena Oaxaqueño, el Frente Amplio de Lucha Popular y la Organización Indígena de Derechos Humanos de Oaxaca son algunos de los grupos que integran la APPO. Según un documento del Gobierno federal y diversas fuentes consultadas, los líderes de algunas de las organizaciones que actúan hoy bajo el paraguas de la APPO administraban buena parte de los fondos que destinaba anualmente el Gobierno estatal para proyectos de desarrollo, que en más de un caso no llegaban a su destino.

Junto a dirigentes de dudosa credibilidad, la APPO representa también a sectores populares de Oaxaca que sólo reclaman un Gobierno decente. Se trata de ciudadanos anónimos para quienes la organización se presenta como una vía para encauzar sus reivindicaciones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_