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Reportaje:

El químico melómano

Imanol Olaizola, creador y primer presidente de la Orquesta de Euskadi, es el fundador de la empresa Prodema

A pesar de la alegría y vitalidad que emana a sus 86 años, la vida de Imanol Olaizola no ha sido fácil, sobre todo su infancia y juventud. Quedó huérfano de madre a los seis años, lo que le llevó a criarse muy cerca de su padre. "Mi hermano mayor me sacaba diez años y, cuando muere mi madre, mi padre se vuelca en mi atención, lo que tuvo, por cierto, unos beneficios que no correspondían a un niño de mi edad, aunque para mí entonces era bastante fastidioso porque me alejaba de mis amigos". Olaizola recuerda cómo su padre, músico y compositor, le llevaba a conciertos, reuniones culturales, tertulias. "Increíblemente, conozco unos ambientes desconocidos para un niño, a personajes como José Antonio Aguirre, Irujo, Aristimuño...; toda esa gente que, dentro de la política, eran intelectuales".

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Aquel niño vivió de cerca el Renacimiento cultural vasco, en el que participan su padre y su tío Gabriel. José Olaizola, con más de un centenar de composiciones, es autor de una de las óperas más famosas de tema vasco, Oleskari zarra, estrenada en 1918 en el Congreso de Estudios Vascos, que interpretó el tenor Gabriel Olaizola.

Lo normal es que con estos antecedentes e influencias, Imanol Olaizola hubiera orientado su carrera profesional hacia la música. "Pero mi padre no me dejó; como conocía de primera mano la vida de los músicos, me insistió para que emprendiera otros estudios". La música perdió un violonchelista pero la ciencia ganó un químico que realizó sus estudios en Madrid, con su padre y su hermano mayor en el exilio, porque los Olaizola y los Etxeberria (su familia materna) perdieron la guerra.

Precisamente, fue consecuencia de aquel conflicto su orientación profesional hacia la madera. Su tío Fernando Etxeberria tenía un taller de carpintería que atendía en buena parte a las clases pudientes de San Sebastián. "Cuando ganó Franco, le empezó a molestar el tener que realizar trabajos para aquellos que habían vencido y que llegaban con ínfulas al taller; así que dejó de trabajar, pero me pidió que yo hiciera algo con aquella maquinaria". Y entonces se puso a investigar sobre la madera y las posibilidades de mejorarla para trabajar en distintos usos. Era un pequeño taller de Legorreta, de nombre Prodema, que ahora se ha convertido en una multinacional, de la que Olaizola se ha desvinculado hace unos años. "Lo más curioso de aquel invento es que al mismo tiempo en Francia, otro taller trabajaba en los mismos materiales. Llegamos a un acuerdo con aquella empresa y hasta hoy", comenta.

Pero la música seguía en su vida, cómo no. Desde muy joven había actuado como cantante, actor y director de escena en grupos de teatro, en radio y en cine. Y más tarde se embarcó en aventuras vinculadas con las formaciones corales y las danzas vascas, hasta el punto de organizar distintos festivales, como el Festival Bach o el Jazzaldia. Hasta que llegó al departamento de Cultura del segundo gobierno vasco, el primero tras el franquismo, con Carlos Garaikoetxea como lehendakari. Entonces, el consejero de Cultura Ramón Labayen le solicitó una propuesta que pudiera ilusionar a los vascos en aquel momento difícil, de comienzo de la autonomía, en medio de una crisis industrial y con todo por organizar.

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"En ese momento, me llegó el recuerdo de mi tío Gabriel, quien en 1937, a instancias de José Antonio Aguirre, fundó Eresoinka, coro formado por vascos en el exilio que llegó a cantar en Francia, Bélgica, Holanda e Inglaterra", explica. Si en una situación tan dura como la de una guerra perdida, se mantuvo la ilusión con la música, Olaizola consideró que la nueva autonomía podía recuperar una institución musical para todos los vascos que enlazara con aquella coral.

La idea salió adelante. Hubo tensiones con la Sinfónica de Bilbao que con el tiempo se superaron ya que Olaizola planteó que la competencia y la colaboración podían conseguir dos buenas orquestas. Además, Olaizola optó por una plantilla profesional y de nueva creación: "Estuve visitando distintas orquestas europeas que fueron los que me dijeron que había que empezar de cero, que no podía absorber la de Bilbao, y que las pruebas debían orientarse a la calidad de los músicos".

Por ello, después de dos convocatorias para músicos procedentes de Euskadi y España, se emprendió una tercera internacional. "Con las dos primeras no cerramos la plantilla, así que nos dirigimos a las revistas especializadas de todo el mundo para publicitar nuesta oferta". Olaizola trabajó duro aquellos 1981 y 1982 en compañía del director de orquesta Enrique Jordá y su equipo. Por fin, en octubre se presentó oficialmente en las tres capitales vascas, en compañía de Nicanor Zabaleta. En 2007, la principal criatura musical de Imanol Olaizola, cumplirá 25 años.

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