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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Columna
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Figurantes

Alguna vez se ha dicho que cada generación crea su propio periodismo. Ahora muchos especulan sobre las transformaciones que registrarán en un inmediato futuro los medios convencionales que han servido durante décadas a los ciudadanos para estar informados. Hay quien cree, incluso, que el periodismo impreso tiene sus años contados. Pero lo que hasta ahora casi nadie se había atrevido a formular era la hipótesis de un periodismo sin periodistas. La ausencia de teoría, de hipótesis, no ha impedido que se haya empezado a llevar a la práctica.

El ejemplo más sangrante, que se reitera en todos los ámbitos de la vida pública, es el de las conferencias de prensa sin preguntas. Algo así como ser invitado a un banquete para ver cómo come la mesa presidencial. Y lo mejor de todo es que esa ceremonia mediática se llena de periodistas que asisten como figurantes mientras micrófonos y cámaras registran el acto. No he encontrado estudios que documenten el origen de este sucedáneo de periodismo, pero puedo dar fe de que se practica en todo el espectro político. Y según me informan redactores de las secciones de Economía, Sociedad o Deportes, la práctica comienza a generalizarse en otros ámbitos de la vida pública.

Algunos lectores preguntan al Defensor por qué los medios consienten este tipo de prácticas de los departamentos de comunicación, sean éstos del Gobierno, de partidos políticos o de empresas, y cuyo único objetivo es proteger al compareciente de preguntas incómodas. Esta práctica, que suscita un malestar creciente entre los periodistas, ya ha provocado alguna protesta gremial. El pasado día 6 de octubre la Unió de Periodistes Valencians envió una carta al presidente de la Generalitat, Francisco Camps, en la que recordaba que la función social de los periodistas no consiste en "repetir acríticamente las declaraciones de terceros, ocupen el cargo que ocupen, sino en ofrecer una información veraz y de interés público".

La Junta Directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid ya advirtió sobre "el deterioro de algunas de las condiciones y usos habituales en el ejercicio profesional de los periodistas, provocadas por algunos poderes y personalidades sometidos al deber de transparencia y pluralidad informativa".

En concreto, se referían "al uso reiterado y reciente de declaraciones pretendidamente 'institucionales' leídas ante los informadores a los que luego se niega el derecho a preguntar".

Pero había más. "La elaboración de materiales por parte de los protagonistas de la información (vídeos editados de actos y mítines públicos a los que no se ha acreditado a la prensa) hasta anular el ejercicio profesional libre de los periodistas (redactores, cámaras, fotógrafos...) a los que se pretende convertir en meros correos".

Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa, preguntado por el Defensor, va aún más lejos. "Apreciamos un deterioro generalizado de la buena práctica profesional , tanto por protagonistas de la información como por los periodistas. Los primeros abusan de pretendidas declaraciones a 'instituciones' sin derecho a preguntas; cuando hay preguntas se impide la repregunta o se limita extraordinariamente el tiempo de las preguntas, quiénes las formulan y el número de las mismas. Desde el punto de vista del periodista profesional apreciamos también que se asumen sin sentido crítico, notas oficiales que se reproducen en los medios, así como la escasa presencia de una referencia a las fuentes de información que avalen las solvencias de las noticias".

Vicente Jiménez, director adjunto de EL PAÍS, por cuya mesa pasa a diario el tráfico informativo, debe hacer frente a este problema. "Una conferencia de prensa sin preguntas de los periodistas es un sinsentido. Basta con que los protagonistas de la misma envíen a los medios el contenido de su intervención por fax o correo electrónico. Otra cosa es un discurso o una declaración institucional. ¿Qué hacer? Ante todo, explicarlo: la información debe dejar bien claro que los periodistas no pudieron efectuar preguntas. Y después, intentar obtener, por medios lícitos y fuentes solventes, la información buscada. En muchas ocasiones, las noticias surgen de los corrillos o conversaciones privadas posteriores a las conferencias de prensa. Algunos colegas son partidarios de no acudir a convocatorias sin posibilidad de preguntas. No lo tengo claro. El periodista debe estar donde se producen las cosas, y una vez allí buscarse la vida, como popularmente se dice".

Las ruedas de prensa sin preguntas son, como las cervezas sin alcohol, una necesidad del mercado. Esto es un anuncio pero que parezca que es una noticia. Jiménez redacta un diagnóstico. "Los departamentos de comunicación están para diseñar estrategias comunicativas, que no necesariamente coinciden con el interés y objetivos de los periodistas, y para ejercer de cortafuegos entre los dueños y protagonistas de las noticias y los informadores. Por tanto, son, admitiendo todas las excepciones del mundo, un obstáculo. En la actualidad hay más periodistas al servicio de quienes generan la información que en el otro lado de línea, es decir, buscando información. La mayor parte de las noticias que circulan parten de gabinetes de información, que procuran adecuar la agenda a sus intereses. Malo. Para el periodismo y para los ciudadanos". ¿La solución? Hacer periodismo.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es).

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