Las afueras de París vuelven a enmudecer
Sarkozy despliega más de 4.000 policías en las poblaciones donde estalló hace un año la revuelta
Un millar de personas desfiló ayer por las calles de Clichy-sous-Bois, en el noreste de París, en medio de un silencio impresionante. La comitiva recordaba a Zyed Benna, de 17 años, y Bouna Traeré, de 15, que un año antes murieron electrocutados al penetrar en el recinto de un transformador. Los dos jóvenes huían de la policía, que los perseguía sin motivo aparente. La manifestación iba encabezada por el alcalde de la pequeña localidad próxima a la capital francesa, por los familiares de las víctimas y por sus abogados. El Gobierno francés movilizó a 4.000 agentes de policía para proteger la red de transporte público en la periferia de París. Dos encapuchados se apoderaron de dos autobuses a mano armada antes de incendiarlo en el norte de la capital.
El número de periodistas, con 25 televisiones venidas de todo el mundo y la retransmisión en directo de la marcha, era probablemente superior al de ciudadanos de Clichy-sous-Bois. En la cabeza de la manifestación de ayer figuraba también Muhittin, que hoy tiene 18 años. El 27 de octubre de 2005 acompañaba a Zyed y Bouna en su huida, pero logró salir con vida, aunque con graves quemaduras, del recinto del transformador eléctrico.
La muerte de los dos jóvenes fue la chispa que hizo estallar durante tres semanas los suburbios, con un resultado de 10.000 vehículos incendiados y 300 inmuebles arrasados por el fuego. Los daños causados entonces han sido evaluados por las compañías aseguradoras en 160 millones de euros.
La manifestación de Clichy-sous-Bois, como la revuelta del año pasado, no ha generado ninguna consigna ni reivindicación. Muchos de los que desfilaban llevaban una camiseta blanca con la inscripción: "Zyed y Bouna, muertos por nada".
Los disturbios desencadenados a continuación -que dejaron coches, gimnasios, escuelas y almacenes quemados- también fueron "por nada", aunque sociólogos, políticos, periodistas, urbanistas, asistentes sociales e incluso futbolistas han rivalizado a la hora de querer dar un sentido a la explosión de violencia.
Durante su marcha, los manifestantes, muchos de ellos estudiantes, se detuvieron ante el instituto de enseñanza secundaria Robert Doisneau para inaugurar una placa en recuerdo de las víctimas. Luego hubo también un momento de recogimiento ante el transformador eléctrico. Un imán tradicionalista pronunció una plegaria, en árabe y en francés. "Que Dios nos ayude a convertir esa juventud en una fuerza y bendiga estos barrios con paz y respeto", dijo el clérigo musulmán.
Para Farida, una joven con la cabeza cubierta por un pañuelo, "es importante que la gente vea cómo somos". "En Clichy también hay alegría de vivir y sabemos respetarnos los unos a los otros".
Los organizadores de la manifestación hicieron un llamamiento a la calma en la conmemoración del primer aniversario de la muerte de los dos adolescentes. Sin embargo, grupos de jóvenes que participaron en la marcha amenazaron a algunos de los equipos de televisión que tomaban imágenes de la manifestación.
Los abogados de las familias de Zyed y Bouna han explicado por su parte que el juez instructor del sumario sobre la muerte de los dos muchachos ha citado a declarar a cinco policías, al estimar que pueden ser responsables del delito de "no prestar auxilio a personas en peligro".
Las conversaciones mantenidas entre los diferentes agentes a través de la radio mientras perseguían a Bouna, Zyed y Muhittin parecen probar que sabían que dejarles entrar en el transformador era muy peligroso, y también que ninguno de los tres jóvenes había cometido delito alguno.
Las fuerzas del orden fueron ayer extraordinariamente discretas. Los 4.000 agentes desplegados esta semana por el Ministerio del Interior para prevenir cualquier incidente tienen consignas estrictas de evitar provocaciones y, sobre todo, de no exhibir en ningún caso sus armas.
"He decidido movilizar a la totalidad de las fuerzas policiales disponibles para garantizar la seguridad de los usuarios del transporte público. Los agentes serán utilizados en función de los acontecimientos que se produzcan sobre el terreno", dijo ayer el ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy, tras una reunión de emergencia con los responsables de las empresas de transporte público de la capital. Sarkozy aseguró ayer que no había "ningún aniversario que celebrar", en un llamamiento a la "Francia que no rompe nada" y que "también cuenta".
Pero entre la policía reina un gran malestar debido a los ataques organizados de que han sido objeto varias patrullas por parte de bandas de jóvenes. Uno de los sindicatos policiales ha llegado a reclamar "el derecho a retirarse", es decir, a abandonar los barrios en que sus coches son recibidos a pedradas. Una media de 14 agentes resultan heridos cada día en los suburbios de la capital francesa, donde unas 3.000 personas (la mitad de ellas menores de edad) han sido detenidas en los nueve primeros meses de este año.
Otro sindicato policial ha recordado que "las fuerzas del orden no son el único objetivo de los delincuentes. Éstos, cuando atacan autobuses, atacan también a la población. Retirarse equivale a dejar los barrios en manos de los gamberros".
Por la tarde, la violencia volvió a hacer aparición. En el departamento de Seine-Saint-Denis, en el noroeste de París, dos individuos encapuchados y armados atacaron un autobús, que luego incendiaron después de obligar a bajarse a unos 15 pasajeros, informa la agencia France Presse. Otros jóvenes, también armados, quemaron poco después otro autobús en la localidad de Le Blanc-Mesnil.
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