"Falta compromiso global para invertir en educación"
Aún se acuerda Kailash Satayarthi, activista indio, de aquel hombre en India que, con su hija muerta en brazos, lloraba desconsolado ante un médico. El hombre se lamentaba una y otra vez: "¡Si hubiese sabido leer, nunca habría puesto mi dedo pulgar en aquel documento que me ató, a mí y a mi familia, de por vida a la esclavitud!". O de Age, un niño hindú, que con 12 años fue liberado de la plantación en la que era explotado y al volver a su aldea, impulsó junto a otros pequeños la creación de una escuela en la que pusieron un lema: "Si nosotros que somos niños lo hemos hecho, ¿por qué no vas a hacerlo tú?".
Todos los días hay más de 100 millones de críos en el mundo que no pueden ir a clase porque son pobres, de los que el 55% son niñas. Kailash Satayarthi (India, 1954) lidera la Campaña Mundial por la Educación (CME), movimiento formado en 1999 por distintas organizaciones no gubernamentales como Intermón-Oxfam o Ayuda en Acción.
Hay 100 millones de niños en el mundo que no pueden ir a clase porque son pobres
Satayarthi impulsa para 2015, año fijado por la ONU para el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, que todos los niños logren acceder a la educación primaria. "Nuestra prioridad es exigir a los gobiernos el acceso a la educación de todos sus ciudadanos, algo que se ha reflejado en innumerables declaraciones, foros y cumbres pero que finalmente no se traduce en hechos", denunció Satayarthi el viernes pasado en Madrid, en un acto programado por la organización Alianza por la Pobreza.
La Campaña Mundial por la Educación es muy crítica con la escasa implicación del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la mejora de la inversión global en educación. "No hay implicación de estos organismos ni de muchos gobiernos. No hay un compromiso mundial para hacer cumplir el derecho a la educación, algo que figura en la Declaración de Derechos Humanos", denunció el activista.
Desde 1990, entre conferencias regionales e internacionales, ha habido media docena de encuentros para hablar de educación, que de poco han servido, según la impresión de Satayarthi. "En las conferencias internacionales sobre educación se eligen lemas que quedan muy bien, como Educación para todos, y los presentes lo celebran brindando con champán; pero luego las agendas y los compromisos nunca se cumplen. Queremos menos eslóganes bonitos y más acción. Esto requiere mecanismos y dinero para ponerlos en marcha. Pero cada vez que hay una reunión nueva disminuyen las metas fijadas en la anterior y aumentan los plazos para conseguirlas".
De los alumnos escolarizados en todo el mundo, sólo el 40% son niñas. "Sigue habiendo mucha disparidad, motivada fundamentalmente por motivos culturales, entre la escolarización del género masculino y el femenino", apunta Kailash Satayarthi.
Rosa María Torres, asesora internacional en educación y ex-ministra de Ecuador, acompañó a Satayarthi en la mesa redonda celebrada en Madrid el viernes pasado. Para ella, la educación "empieza a los cero años, no el primer día de escuela, y tiene que continuar a lo largo de la vida. Hay que poner atención en los niños y también en los mayores que siguen sin alfabetizar".
La Campaña Mundial por la Educación alerta también de la necesidad de aumentar el número de profesores de primaria. Ahora ya hay 26 millones en todo el mundo, según los datos de Satayarthi, "y se necesitan 18 millones más".
Entre los docentes, el sida se ha convertido en una auténtica lacra. La enfermedad ha hecho además que en los últimos años se haya duplicado el número de jóvenes que no terminan los estudios de primaria. "El sida es el gran problema de los países africanos y muchos se han contagiado por culpa de la ignorancia. Con educación se podrían prevenir al año 700.000 casos de sida. En 10 años, siete millones", cuantifica Kailash Satayarthi.
Él lleva más de 25 años luchando en contra de la explotación infantil. En 1998 lideró la Marcha Mundial contra la Explotación Laboral de la Infancia, que recorrió varios países del mundo. Satayarthi mira hacia atrás de manera positiva: "En estos años el número de niños que trabaja ha bajado de 250 millones a 218 millones". Y concluye: "La educación no es un juego, es un asunto de vida o muerte para muchas personas. Por eso mismo necesitamos la movilización social; no podemos quedarnos sentados esperando a que los gobiernos lo hagan todo".
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