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Más que guapos, resultones

¿Existe un canon rígido de belleza? La realidad demuestra que el término es relativo y que la atracción que ejerce una persona depende de su actitud y también de las sensaciones que provoca en los otros

La belleza ayuda a triunfar. Por si no fueran bastantes las evocaciones que lo bello hace de lo bueno, lo justo o lo verdadero, la estetización general del mundo ha situado la belleza en un lugar central.

Desde la escuela al puesto de trabajo, desde las mejores calificaciones académicas a las mejores remuneraciones, correlacionan con el aspecto físico. En consecuencia, el sector actual de máxima expansión es el destinado a perfeccionar la apariencia, eliminar los kilos de más, solventar la deficiencia, enderezar las narices, borrar las arrugas o rebajar las pistoleras. El cuerpo, con la cara por delante, ha ganado una importancia insólita y sin equivalencia en sociedades anteriores donde el efecto a primera vista no llegaba a ser tan apreciado en la estrategia mercantil.

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En la época de predominio fabril no resultaba relevante que el empleado fuera apuesto y la obrera un adefesio, pero dentro de los servicios los efectos de productividad tienen mucho que agradecer a las conexiones inmediatas. Estas conexiones no terminan en los signos físicos, pero por ahí se empieza, por ahí se caza.

Cuidar la apariencia, rehabilitar sus deterioros, potenciar sus posibles cualidades ha alcanzado categoría de lugar común. Pero dentro de la estetización general de sujetos y objetos, a la cosmética de la carne ha seguido la cosmética del alma; a la pugna contra las ojeras, el combate contra la depresión.

Necesitamos ser delgados y optimistas, y un desarrollado sistema de técnicas nos asiste, desde la farmacología o la dietología, desde el yoga a Eduardo Punset. Todo orientado a estar en forma y caer bien. Porque si el individuo nunca fue tan importante para sí mismo como ahora, los demás siguen poseyendo la vara de su cotización.

Consecuentemente, ¿puede ganarse en interés para los demás como es posible ganar en pectorales? ¿Cabe mejorar la capacidad de seducción a través de un determinado tratamiento? No hay que descartarlo: los coachs, los terapeutas, los wellness se encuentran comprometidos en ello.

En las reuniones de empresa, en las cenas de matrimonios, en las tertulias de amigos sucede que dos o tres de los presentes van imponiéndose a los demás. La especial manera de escuchar, la elegancia en el decir, el uso apropiado del ademán, el esplendor de un argumento, la ironía o el sentido del humor, van otorgando preeminencia sobre el grupo que, de otra parte, cede y se complace con el líder. Estos hombres o mujeres provocan una atracción tan intensa como la belleza física y enseguida más trascendente. Porque se trata no de haber regalado la vista y los instintos, sino de la ilusión de la inteligencia, la emoción culta, la atención elaborada.

Muy a menudo, en los castings, la elección de un candidato recae sobre aquel cuyas habilidades no pueden consignarse en el informe. La personalidad funde elementos de surtida procedencia y los convierte en un modelo animado que alienta el bienestar o el humor del mundo.

Efectivamente, el sentido del humor propicia la conquista de los demás, sea tanto en la peripecia del cortejo como en las sedes políticas. El humor pone en cuestión los demás sentidos y concede a quien se halla poseído por él de una capacidad inaugural o destructora portentosa.

De un género superior es también la elegancia o el buen gusto. Buen gusto aplicable a las maneras, al habla o a los objetos, pero notablemente al ejercicio de vestirse apropiadamente. La gente que manifiesta un buen juicio en la ropa promueve una sensación que, aun difusa y tácita, captura al observador porque su pertinencia y creatividad trasluce un tino que sin identificarse con la mente general define una rara calidad de inteligencia. Precisamente el arte de vestir bien es de transmisión difícil y donde el aprendizaje nunca es suficiente. Se nace con el buen gusto y, a través de las clases, quien se halla dotado de él logra distinguirse, bien sea en la plaza de una aldea o en la Rue Montaigne.

Los secretos de la atracción son innumerables, pero vale la pena observar un especial atributo entre el interior y el exterior que actúa eficientemente. Se trata de la voz, objeto y sujeto al mismo tiempo, sólido y gas, una materia táctil e invisible. Elementos de composición inextricable se unen en la voz que con su timbre indica la existencia de un hábitat cálido o inhóspito, oscilante o vertical, entre mil otras opciones.

Pero agrada, especialmente, escuchar a alguien cuya hermosa voz se ajusta a su contenido porque, aun siendo el contenido importante, la desgraciada disonancia de un timbre acabará deteriorándolo. Es cruel decirlo, pero la voz ajusticia.

Se cambia de piel, de nariz y hasta de cara, ¿no se ha incorporado a la oferta el cambio de voz? Como un lábaro de la identidad, la voz decide incluso en el cara a cara desafiando la categoría de otras impresiones o confundiéndolas.

La voz no posee tanta carnalidad como un pecho, pero ¿quién puede dudar de su composición carnal? Se trata de una materia más próxima al tegumento que a la musculatura, más afín a la médula que al hueso, pero siempre de una incuestionable corporeidad. En la voz se transportan factores de sí mismo con la particularidad de que se hace muy arduo corregir su acomodo. ¿Enmendar la voz?

La voz es casi un órgano por sí misma. En el buen casting no basta acertar con la presencia del personaje, sino también con su son. Las personas caen bien o mal, parecen esto o aquello no tan sólo por su porte, sino también por su vibración, que no necesariamente debe ser, como ocurría con Francisco Rabal, un canon. El ejemplo disonante puede ganar valor sin acercarse a la supuesta degradación de lo imperfecto.

La imperfección, en cualquier aspecto, no es sinónimo de fealdad. Sólo lo erróneo, lo aberrado o contrahecho, puede incurrir en el malestar de lo feo.

Parecen, en cualquier caso, más perspicaces los dueños de una voz cuya armonía luce y gracias a ella triunfan los narradores en una reunión, quienes ostentan la gracia del chiste o aquellos otros que obtienen con su potencia jerarquía en el debate.

Una voz acompasada a su oratoria deriva en un resultado inteligente. Pero también la conciliación del timbre con las emociones redondea la sinceridad, la calidad de la aproximación y el consejo persuasivo. Porque más allá de la belleza física o intelectual, la atracción se decide a menudo en la empatía.

El acercamiento entre personas y el disfrute final de su unión depende mucho de esta facultad de comprensión y compasión. Comprender al otro hace muy grata la aventura de la comunicación y facilita la intrigante peripecia del perdón. De hecho, quienes disfrutan de esa facultad disfrutan mucho a los demás y ganan ventajas porque, al cabo, el máximo deseo de cualquiera es ser asumido en su razón. Con este reconocimiento procurado por la empatía se ofrece simultáneamente razón y amor, y el amor resulta ser siempre, definitivamente, el máximo obsequio, el regalo más turbador.

La belleza física puede deslumbrar y hasta herir mortalmente, pero a su lado la persona que sabe amar, entendiendo, adivinando y sorprendiendo termina alzándose ante el otro como un dios, el sujeto único e irreemplazable.

01 Óscar Jaenada Actor

"Profesionalmente estaría dispuesto a cambiar mi imagen por un buen papel".

Enemigo de ligerezas, nunca se había imaginado en un reportaje sobre un tema tan… ¿banal? "He aceptado porque espero seriedad", se cuadra. "No creo que la gente sea más guapa, más fea, más resultona o más atractiva; pienso que todos somos uno más". Sinceridad, ante todo. "¿Si creo que la belleza está en el interior? En el interior de cada uno, espero que haya cosas más humanas y mucho más importantes". Óscar sabe que su potente imagen le reporta papeles interesantes. "Condiciona, está claro que hay que ser acorde con quien interpretas. Luego está tu bagaje personal. Yo me veo interpretando a cualquiera. Dulce, duro… me da igual. La belleza, la estética, tiene poco que ver con saber interpretar. Un personaje no tiene que ser ni guapo ni atractivo; simplemente, creíble. Creo que en cine la gente ha dejado de demandar a los guapos con voz perfecta, el público quiere creerse lo que ve y cada vez se demandan más actores que parezcan gente corriente". "Personalmente me siento cómodo en mi piel. Profesionalmente estaría dispuesto a cambiar mi imagen por un buen papel. Para ser actor no tienes que tener imagen de guapo, sino algo especial. Es el sentido en el que el físico me parece importante". Está claro que a Jaenada no se le puede preguntar si pasaría por el quirófano para triunfar. "Cada uno es libre, siempre que no se falte a ninguna ley ética. Si alguien cree que está mejor con tres tetas o con ochenta dientes, bravo. Lo respeto, siempre que sea una decisión libre, sin intermediarios. En este mundo, lo único que nos queda es la capacidad de decidir. Pienso que nadie me tiene que seguir ni por guapo ni por atractivo, sino porque les gusta el cine que hago".

02 Nathalie Seseña Actriz

"La belleza está en ser cada uno tan distinto como lo seamos realmente"

"Me gustaría conocer a quienes generan los cánones de belleza en la mujer, estoy convencida que muchos son hombres y otro tanto por ciento parece ser gente a quien no le gustan realmente las mujeres. Vendernos la imagen de mujer trabajadora, independiente, madre, delgada, sin celulitis, tersa, sin edad… me parece una gran agresión que choca con tanta liberación femenina… Al final todo me parece una cuestión de amor. La vida es aprender a amar nuestras diferencias y valorar nuestra singularidad. Cuando uno encaja con lo establecido, con lo que se espera de él, no sólo fisicamente sino vitalmente, parece que es más fácil ser aceptado y querido. Pero yo personalmente veo belleza cuando contemplo a un ser humano expresarse libremente, en su esencia. La belleza está en ser cada uno tan distinto como lo seamos realmente". ¿Un acto de franqueza? "Y de libertad. Un artista es maravilloso cuando nos descubre lo bello donde nadie se había percatado antes. Entonces te das cuenta que hay otras formas de mirar que te llevan a cambiar la percepción de las cosas". "No sé si el cine es poco valiente. Lo cierto es que hay muchos papeles para mujeres con bellezas clásicas. Almodóvar sí ha abierto una nueva mirada, como lo hizo Fellini o lo hace Kusturica. Cualquier canon prefijado es aburrido de seguir, y la vida es muy diversa. Lo bueno es que todos somos piezas únicas, como pequeñas obras de arte. La cirugía es muy respetable si reporta felicidad. Lo que me preocupa es que se busque imitar unos cánones prefijados, un falso bienestar. Desde luego, es mucho más fácil operarse de mil cosas que pensar y evaluar si se está siendo honesto consigo mismo".

03 Benjamín Prado Escritor

Como a tantos, le gustaría salir inteligente en las fotos y guapo en las respuestas

"¿A quién le importa el cutis que tuvo Shakespeare? El físico no tiene por qué condicionar. Ni el bello tiene por qué ser tonto. Ni el menos atractivo, un fracasado. La imagen no tiene por que ser un inconveniente para triunfar ni siquiera un condicionante. Hitchcock hacía sus películas a base de bellas rubias, y Buñuel, con personajes grotescos. Es estúpido asociar la belleza al éxito. Igualmente, sería absurdo que alguien pensase que un escritor es nefasto por llevar unas botas de serpiente. Hay que acabar con los estereotipos. Definitivamente no hay regla aritmética que avale que un escritor con una sola ceja tiene mejor pluma que uno con dos". Coqueto sin pretensiones, se gusta así: delgado, "del bazo al bíceps", y recalca su sana intención de "rodearse en esta vida de cosas bonitas". Benjamín busca su definición de belleza. "La parte de afuera de las cosas que me gustan", sentencia. Benjamín Prado arrastra las ojeras de su trabajo nocturno en la radio, cada vez que se pone de perfil surge la pregunta de rigor. La respuesta: no cambiaría un ápice de su imagen, pero si en algún momento le dejase de agradar, desfilaría por un quirófano sin dudarlo. "No entiendo por qué es malo cambiar algo que desagrada. La libertad mayor es conseguir estar cómodo consigo mismo. Si la felicidad se basa en estar a gusto, no puede ser malo operarse… siempre que se trate de mejorar la autoestima, ojito". Como a tantos, le gustaría salir inteligente en las fotos y guapo en las respuestas. ¿Resultado? En su próximo libro de poemas, Marea humana, sobre arquetipos humanos, le ronda la idea de incluir al guapo, que aborde la belleza como maldición. "Los guapos siempre dan mucha envidia", se despide.

04 Andreu Buenafuente Presentardor y humorista

"La belleza está en el sitio menos pensado. Lo importante es encontrarla y valorarla"

Su agente insiste amablemente. Andreu prefiere tener su propia maquilladora. Él se justifica. "Mi trabajo es bastante duro, así que me cuido. Sé que debo hacerlo por respeto al espectador y a mí mismo. Por aspecto y por salud. Por suerte, dispongo de un gran equipo de estilistas que buscan lo mejor para mí, que no es fácil". Aun así cree que el físico en televisión es determinante hasta cierto punto. "Supongo que una cara bonita puede funcionar los primero cinco minutos, pero luego ¿qué me cuentas?". Deja claro que más que atractivo se ve resultón. "No molesto. No es que me guste demasiado, francamente. ¿Cómodo en mi piel? No puedo salir de ella, pero no cambiaría nada". De quienes pasan por el quirófano… "si les ayuda, adelante. La gente es sabia y sabe lo que le conviene". Enamorado de la fotografía, repasa con interés las polaroids de la sesión. "A nivel de imagen todo el mundo me dice que me encuentra mucho mejor en persona… así que yo me pregunto: ¿por qué demonios no puedo trasladar esa sensación a la pantalla? Pero, bueno, mi trabajo es ser gracioso más que guapo… Está claro que nadie está libre de verse afectado por los dictados de la imagen, los medios transmiten un canon de belleza que parece asociar éxito a un estilo apolíneo. No dejo que me afecte… La belleza es algo muy difícil de definir. Ahí está su encanto. Un gesto, una palabra, un estado de ánimo. Está en el sitio menos pensado. Lo importante es encontrarla y valorarla. Ser esclavo de una imagen o pensar que detrás de una imagen diseñada sólo hay un idiota es absurdo. A mi juicio, superficial es cualquiera que se quede en estos debates y no se coma una paella cuando le dé la gana".

05 Gemma Mengual Deportista

"La actitud transforma al guapo en desagradable y al feo en atractivo"

Convencida de que la belleza es más un sentimiento que una cualidad física, Gemma Mengual, 29 años, se explica serena. Alta, esbelta y expresiva, es difícil no hacer por un momento abstracción e imaginarla en una de sus coreografías con las que regala medallas al palmarés español. La última: la plata en la Copa del Mundo de Yokohama (Japón). "En la natación sincronizada se da mucha importancia a la imagen y a la plástica, a la armonía… La estética, en cierto modo, influye en la puntuación. El maquillaje, el bañador, la figura, los movimientos… Todo cuenta", asegura. ¿Le va mejor entonces a las atletas bellas? "Depende de su dosis de prudencia. Yo soy coqueta y presumida e intento cuidarme, pero no por ningún tipo de presión exterior, sino por una necesidad interior mía. No entendería a alguien que utilizase la belleza física para fines mundanos. Me parece demasiado primitivo. Además, ¿quién es feo, guapo o resultón? La actitud transforma al guapo en desagradable y al feo en atractivo". "Sé que no soy una belleza ortodoxa, me considero resultona con… ¿ángel?, es algo que la gente percibe, me lo dicen muy a menudo y a mí me parece estupendo. Debe ser algo muy positivo porque me hace estar muy cómoda en cada esquina de mi piel. No cambiaría anda, ni siquiera me tatuaría, ni me haría un piercing. Eso sí, respeto a quien se opera y creo que es lícito si se tiene algún complejo que impide sentirse bien con uno mismo. No creo en la dictadura de la imagen. Quizá soy afortunada porque nunca he sentido ninguna presión para cambiar mi aspecto. Lo importante es tener un aspecto saludable e intentar procurarse felicidad, lo demás se irradia".

06 Carmen Alborch Política

"Para mí la belleza tiene que ver con la confianza y la valía personal"

"El físico no es indiferente, pero no marca el destino de las personas. Las mujeres todavía estamos condicionadas por un equívoco imaginario sociocultural que nos ha impuesto durante siglos unos cánones estrictos estéticos y de comportamiento. Lo que sí puede condicionar una biografía es la relación que uno/a tenga con su propio físico. En este sentido, me gusta recordar un consejo que una amiga de la infancia recibió de su madre cuando le preguntó si era guapa o fea: 'eso es lo de menos; tú muévete como si fueras irresistible", le dijo.

"Yo creo que la belleza es sobre todo una cualidad interior que tiene que ver con la confianza y la valía personal. Es equilibrio entre cuerpo y mente. Cifrarla en la apariencia, en la aprobación de los otros, tiene más de tiranía y de imposición que de otra cosa". La risa es, sin duda, su mejor aliado. "Procuro quererme y llevarme bien con mi propio cuerpo. Además, reír con frecuencia es muy bueno para el cutis, entre otras cosas. Por otro lado, me parece bien que la gente recurra a la cirugía si piensa que le va a ayudar, sobre todo psicológicamente. Hoy en día, disponer de recursos con los que reinterpretarse es una opción que, utilizada con criterio, puede ser terapéutica. Pero me preocupan ciertas exageraciones, ver rostros que pierden su identidad, que en cierta manera se uniforman y deforman". La dictadura de la imagen a examen: "El término puede equivaler a un imperativo consumista y/o a que los demás decidan por ti. La imagen debe ser algo libremente elegido, esté más o menos de moda. Para mí, la ropa, el maquillaje…, son un medio para expresar creatividad, libertad y un poco de ligereza. La excesiva preocupación por la apariencia puede producir más insatisfacción que disfrute y placer. Y yo, como amante de la libertad, estoy en contra de cualquier dictadura".

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