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Reportaje:

Jazz más allá de julio

Varios pequeños festivales consolidan en otoño una oferta creciente de este estilo de música en distintas localidades

Los festivales internacionales de jazz de San Sebastián, Vitoria y Getxo atrajeron en conjunto en sus últimas ediciones a unas 200.000 personas a los más de 100 conciertos que programaron. Pese a ello, la idea generalizada es que, al margen del tradicional atracón de julio, la oferta de jazz en Euskadi es paupérrima. Parece ser que no da dinero, y los promotores no se arriesgan a invertir en la contratación de intérpretes.

Con todo, algo parece estar cambiando en los últimos años. Sigue sin existir un circuito estable de salas que programen actuaciones de calidad de modo regular, más allá de jam sessions con músicos locales, ejecución de standards y muestras de piano bar, pero una serie de pequeños festivales, algunos todavía en periodo de pruebas, están permitiendo que los aficionados también tengan dónde escoger en otoño. Y todos ellos fuera de las capitales, en localidades con menos de 10.000 habitantes en su mayoría.

Casi todas las iniciativas se celebran en localidades que cuentan con menos de 10.000 habitantes
"Alguien privado no se va a poner a programar jazz. Sin respaldo público no sale adelante ni el jazz, ni nada"

Elgoibar, Soraluze, Elgeta, Deba y Mutriku acogen desde ayer y hasta el próximo día 28 los cinco conciertos del tercer Debajazz, a cargo de Los Reyes del KO, gallegos afincados en Alemania; el pianista bilbaíno Jerónimo Martín, el grupo vitoriano Ortophonk, el dúo navarro Wagon Cookin', la cantante bilbaína Itxaso González y la gallega Terela Gradín.

Basauri, Amorebieta y Leioa serán a finales de mes las primeras escalas del Jazz Blues Zirkuitoa, que en su segunda edición tiene confirmada la participación de los gallegos Coll & Costa, del quinteto del saxofonista navarro Josetxo Goia-Aribe y del contrabajista gallego Baldo Martínez con el saxofonista italiano Actis Dato.

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Zizurkil celebrará el 18 de noviembre un Jazz Eguna o Jazz Gaua (el nombre definitivo aún no está decidido), con las actuaciones confirmadas del pianista donostiarra Iñaki Salvador junto a Itxaso González, y de la pianista pamplonesa Teresa Zabalza. Y del 16 al 26 de noviembre, el Festival de Jazz-Blues de Elorrio programará conciertos de los conjuntos vascos Travellin' Brothers, Canal Blues, Mikel Andueza Cuarteto y Jerónimo Martín Trío, del británico Papa George Band, del Magnus Mehl Quintet alemán y del bluesman estadounidense Carvin Jones.

Las tres primeras propuestas tienen en común el asesoramiento u organización del personal de Errabal, sello guipuzcoano especializado en jazz. Y mientras en verano se cita al público en recintos como el polideportivo de Mendizorroza, con 4.000 personas de aforo, o al aire libre, las iniciativas otoñales coinciden en celebrarse en recintos de aforo reducido, en la mayoría de los casos entre 200 y 500 espectadores. Y todas cuentan con dinero público para facilitar su supervivencia.

¿Es la subvención la única vía para no perder dinero? Ubane Uzin, coordinadora del Jazz Blues Zirkuitoa impulsado por la Diputación vizcaína, lo tiene claro: "Un programador privado no se va a poner a programar jazz, eso seguro. Lo cierto es que sin respaldo público no sale adelante ni el jazz, ni nada. ¿Qué privado organiza teatro o folk? Tú ves a un artista programado y detrás está la sala, que está subvencionada. Todo está subvencionado".

José Félix Azkarate, organizador de Debajazz, un evento patrocinado por el Gobierno, la Diputación guipuzcoana y cinco ayuntamientos, también sostiene que "el jazz no es un chollo para los promotores". En esa coyuntura, y con presupuestos cortos, lo más socorrido es apostar por artistas autóctonos. "Siempre intentamos que haya gente de la tierra", ratifica Azkarate, mientras Uzin matiza que se procura "mezclar". "Si sólo programamos a músicos de aquí, el cartel resulta un poco pobre y la mezcla enriquece a todos", explica.

Otra característica común de los pequeños festivales es su intención de acercar el jazz a localidades nada acostumbradas a ese tipo de oferta. "Ir creando un hábito poco a poco, que estas músicas no sean una cosa puntual del verano, sino algo normal", añade Uzin.

De cualquier modo, ninguno de ellos quiere postularse como alternativa a los grandes festivales veraniegos.

La oferta se completa con la temporada del Bilbaína Jazz Club, que aún programará 11 conciertos antes de fin de año y con actuaciones estelares puntuales, como la de Jamie Cullum en el Kursaal, prevista para el 11 de noviembre.

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