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Olarra: "Traducir tiene una parte de creación"

Maribel Marín Yarza

En 2000, obtuvo una mención especial por Deabruaren hiztegia, su versión de The devil's dictionary, de Ambrose Bierce; en 2002, quedó finalista con Azken hitzordua, la traslación al euskera de A gyertyak csonkig egne, de Sándor Márai. Ayer, por fin, Xabier Olarra (Tolosa, 1953) se llevó a casa el Premio Euskadi por Estilo ariketak, su traducción de Exercices de style, de Raymond Queneau. La obra, una invitación al humor y al juego lingüístico, narra un encuentro trivial en París de 99 formas distintas. "Xabier Olarra ha acertado en su justa medida en el uso de registros y variaciones de la lengua que la traducción exigía, todo ello para el disfrute del lector", argumentó el jurado.

El tolosarra, que se embolsará 14.500 euros, ha invertido dos años en este libro que, aunque hoy puede leerse en 25 idiomas, ha sido tradicionalmente considerado como intraducible. Se atrevió por sus más de 20 años de oficio, vino a decir. Y a tenor del premio y las alabanzas del jurado ha salido más que airoso. Olarra ha renovado "de forma magistral formas de expresión propias del euskera que permanecían aletargadas", destaca el fallo.

Este licenciado en Filosofía y Letras, traductor de más de veinte obras inglesas y francesas, se mostró especialmente satisfecho de que haya sido precisamente Estilo ariketak el libro que le ha servido el Premio Euskadi. "Es muy especial desde distintos puntos de vista. En él aparece la esencia de la literatura, que no es más que la forma de expresar las cosas de una forma bonita", destacó.

La obra es, además, una de las pocas que dejan a los traductores cierto margen de libertad. Lo destacaba el jurado y lo confirmaba el propio Olarra: "Nuestra labor necesariamente tiene que tener una parte de creación, pero este libro te lleva especialmente a ello. En realidad te obliga, porque es como es".

Estilo Ariketak, editado por Igela, competía por el premio con Hildakoen entziklopedia, de Monika Etxebarria; Loroaren teorema, de Jon Muñoz; Denak hasperenka, de Pello Lizarralde, y Paradisuko almanaka, de Fernando Rey, versiones respectivamente de obras de Danilo Kis, Denis Juedj y Gianni Celati por partida doble.

Olarra se quejó del olvido a la obra de Queneau. El año pasado se vendió en toda Euskadi un único ejemplar de Ejercicios de estilo, la versión castellana del libro. "Fue el que me compré yo", ironizó.

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