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Reportaje:

Las granjas de la discordia

Líbano, Israel y Siria se disputan la soberanía de 25 kilómetros cuadrados en Chebaa

Ramón Lobo

Catorce granjas esparcidas en 25 kilómetros cuadrados de tierra árida provocaron la última guerra entre Israel y Hezbolá. De la aldea de Chebaa, en el límite de la zona ocupada, se han esfumado los guerrilleros. Sólo patrullan soldados libaneses e indios tocados con un turbante sij de color azul, símbolo de su pertenencia a la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL). Frente al pueblo, de mayoría suní y adornado con retratos de Rafik Hariri, ex primer ministro libanés asesinado en febrero de 2005, se yergue una montaña imponente coronada por el radar de una instalación militar israelí. De poco sirvieron esos ojos electrónicos cuando el 12 de julio un comando del Partido de Dios mató a ocho soldados y capturó a otros dos, incidente que originó la guerra de 34 días.

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En el sótano de la casa de Abu Ahmad, un ex sargento de las Fuerzas Armadas libanesas y ex campeón de esgrima, se esconden varios tesoros: un viejo molino de arrastre, una prensa para extraer aceite, utensilios varios esparcidos en el suelo y media docena de alcuzas. La luz que penetra desde una claraboya rota descubre una película de herrumbre, polvo y tristeza que lo envuelve todo. "Lleva casi 40 años parado", explica Abu, que va de camino de hacer los 78. "Antes de la ocupación vivíamos durante los inviernos en las granjas. Allí teníamos olivos, trigo y cabras, sobre todo. En verano regresábamos a Chebaa para moler la aceituna y huir del calor. Este es uno de los tres molinos del pueblo. Tienen más de 150 años. Es la prueba de que las granjas de Chebaa siempre fueron libanesas".

"Escuché disparos, pero pensé que eran de caza", dice Mohamed Nassif, concejal del Ayuntamiento de Chebaa, en referencia a la emboscada de julio. "Los israelíes lanzaron algunas granadas de mortero sobre el pueblo pero no hubo muertos, aunque sí heridos: un joven perdió las dos piernas. Ellos ocupan tierra libanesa y la resistencia tiene el derecho de luchar por recuperar lo que es nuestro, como hicieron los franceses con los nazis", afirma. Nassif muestra decenas de títulos de propiedad y compraventa de las 14 granjas de Chebaa escritos con una caligrafía hermosa. "Todos, libaneses", exclama blandiendo uno de 1924.

Hasta mayo de 2000, cuando las tropas israelíes abandonaron el país después de 18 años de invasión, la mayoría de los libaneses no habían oído hablar de las granjas de Chebaa. No eran parte del debate nacional o internacional ni estaban en los textos escolares. Hezbolá desempolvó su existencia como prueba (o excusa, según algunos) de que la ocupación proseguía. Argumento que sirvió para que la guerrilla pospusiese la entrega de sus armas y su transformación en un partido político normal, es decir, sin brazo militar. En ese año, el Gobierno de Beirut presentó su primera reclamación sobre la soberanía de las granjas, 33 años después de su captura por Israel en 1967.

"Tengo el título de propiedad sobre un terreno de 5.000 metros cuadrados. Lo heredé de mi padre. Todos los que teníamos propiedades en las granjas éramos libaneses y pagábamos impuestos a nuestro Gobierno. Allí no había nadie más", dice Ahmad. "Los soldados sirios llegaron en 1948, cuando se creó Israel. Vinieron porque nuestras Fuerzas Armadas no tenían capacidad militar para defender las tierras. Después apareció la OLP, que desde aquí lanzó sus primeros ataques", explica sobre un papel que garrapatea de líneas militares. Ocupadas a Siria en la Guerra de los Seis Días, conflicto en el que no participó Líbano, Israel las considera parte de los Altos del Golán y por lo tanto parte de la zona anexionada unilateralmente en 1981, aunque ahora su primer ministro, Ehud Olmert, vincula cualquier acuerdo al desarme completo de Hezbolá.

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Todos los mapas de Naciones Unidas adjudican las granjas de Chebaa a Siria basándose en los acuerdos anglofranceses de 1923 y en el armisticio de 1949. Existen incluso cartografías elaboradas en 1966 por las Fuerzas Armadas de Líbano que también sitúan las granjas en el lado sirio. Cuando Israel invadió las granjas era junio y los civiles libaneses estaban en la aldea de Chebaa, como todos los veranos. Jamás pudieron regresar. En la resolución 1701, que puso fin a la última guerra, el Consejo de Seguridad despeja el camino a una solución negociada de la soberanía de las granjas de Chebaa.

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