Tensiones latentes en otras regiones de México
"Oaxaca lleva tres décadas de olvido y marginación, que se suman a la impunidad y la corrupción". Así describe el padre Wilfredo Mayren Peláez, conocido como padre Ubi, la situación del Estado al borde de la insurrección. Con una larga trayectoria en la defensa de los derechos humanos de las comunidades oaxaqueñas, campesinas e indígenas, el padre Ubi recuerda que aquí siempre ha gobernado, sin interrupción, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Y lamenta que el Gobierno de Vicente Fox haya cometido el mismo error de los gobiernos priístas, que no prestaron atención a los Estados más olvidados. "Hace 12 años pasó lo mismo en Chiapas, donde se produjo un levantamiento armado. Atiendan las situaciones de injusticia y no dejen que se pudran", reclama el padre Ubi.
Hoy es Oaxaca, pero hay otros Estados en México donde el menor incidente puede provocar un estallido. Tabasco celebra elecciones en el peor de los escenarios, con una lucha violenta entre el PRI y el PRD; en Chiapas, los priístas han impugnado la victoria del perredista Juan Sabines en las recientes elecciones a gobernador y el Tribunal Electoral debe decidir; y en Estados como Guerrero, Michoacán y Baja California el narcotráfico ha penetrado ampliamente los organismos de seguridad hasta convertirse en una especie de poder paralelo. Estos son algunos de los rasgos, los peores, del México que encontrará el presidente electo, Felipe Calderón, cuando asuma el cargo el próximo 1 de diciembre.
A todas estas bombas de tiempo hay que añadir que una parte nada despreciable de los mexicanos en edad de votar están convencidos de que hubo fraude en las elecciones del 2 de julio y que Andrés Manuel López Obrador fue víctima de un fraude. En este México bronco tendrá que lidiar Calderón.
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