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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ONU amaga

El Consejo de Seguridad de la ONU ha vuelto a dar ejemplo, con el caso de Corea del Norte, de sus inmensas dificultades para consensuar acciones de represalia contra quienes violan sus resoluciones y advertencias. Seis días después de lo que ya se confirma, según los últimos datos manejados por Estados Unidos, como una prueba nuclear por parte del régimen de Pyongyang, el Consejo de Seguridad, en una jornada maratoniana de fin de semana, adoptó ayer por unanimidad una resolución que demuestra su división a la hora de valorar la gravedad de la situación. Incluso ante el desafío flagrante de un miembro difícilmente defendible como es Corea del Norte, es evidente que no existe un mínimo consenso para medidas que sugieran el uso de la fuerza. El texto impone restricciones al comercio y al tráfico con Corea del Norte, así como la congelación de bienes, pero queda lejos de cualquier advertencia al infractor sobre una acción de castigo. Al final, la ONU amaga.

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Era evidente que la respuesta que demandaban Washington y Londres como miembros permanentes, además de Tokio, iba a ser imposible de imponer en el Consejo de Seguridad, en especial por la oposición de Rusia. En esta ocasión, Moscú ha sido más militante que Pekín -la tradicional potencia protectora de Corea del Norte y generadora de casi el 80% del total del comercio exterior norcoreano- a la hora de eliminar toda sugerencia al uso de la fuerza. El paquete de medidas acordadas en contra de Pyongyang quiere hacer más difícil la vida a Kim Jong-il y a sus colaboradores, pero poco más. Japón y Corea del Sur han tomado y pueden tomar otras medidas especiales de represalia, pero son conscientes de que ni China ni Rusia, dos miembros permanentes del Consejo, harán nada en este sentido. El desafío de Corea del Norte a la comunidad internacional parece haber irritado mucho más a China que a Rusia, aunque ambos quedaron en evidencia por su falta de influencia sobre las decisiones del dictador norcoreano.

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Todos desean que no quede ahora en evidencia el Consejo de Seguridad, pero es un hecho que ha sido imposible una resolución más contundente. Y parece claro que la adoptada está tan rebajada que no hará sino animar a los vecinos de la nueva potencia nuclear a reaccionar con sus propios programas nucleares. Washington quería dejar abiertas todas las opciones para impedir el desarrollo nuclear de Corea del Norte. China y Rusia temen más la desestabilización del régimen. No será, en todo caso, una resolución como la de ayer la que impida que continúe la carrera hacia la proliferación nuclear.

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