Biblos frente al chapapote
El vertido al mar en julio de 10.000 toneladas de fuel se considera la mayor catástrofe ecológica del Mediterráneo
La ciudad llamada Biblos por los griegos y que aparece como Gebal en las sagradas escrituras cristianas ha soportado muchas batallas durante sus cinco mil años de historia. Fenicios, griegos, romanos, cruzados y otomanos han ocupado sucesivamente la ciudad, casi siempre de forma violenta. Hoy no son los tambores de guerra sino un fétido vertido de fuel lo que amenaza el futuro de este apacible puerto turístico libanés al pie de una gran ciudadela que en 1984 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por las Naciones Unidas. Los cimientos de las torres de los tiempos de los cruzados del puerto y las playas están cubiertos por el chapapote que las corrientes trajeron desde los destruidos depósitos de combustible de la central eléctrica de Jiyeh, al norte de Beirut, bombardeados por la aviación israelí dos veces el 12 y 15 de julio pasados. El vertido de entre 10.000 y 15.000 toneladas de carburante en el mar se considera la mayor catástrofe ecológica del Mediterráneo [el Prestige derramó más de 70.000 toneladas en el Atlántico, y el Erika unas 10.000].
En estos días la hermosa bahía no huele a otra cosa que a petróleo, y, allá por donde se mire, el viscoso líquido negro lo cubre casi todo. "Es piedra arenisca, imposible de limpiar a presión, tendrá que hacerse manualmente", explica el geólogo Salim Zouhairi, de la Universidad Americana de Beirut, mientras observa por sí mismo los efectos del chapapote en la pared de la torre norte. El dictamen a simple vista de Zouhairi concuerda con el de los expertos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que recientemente visitaron Líbano para evaluar los daños de la guerra en el patrimonio cultural.
"El derrame hay que limpiarlo los antes posible y a mano", explicó en Beirut Mounir Bouchenaki, director del Centro Internacional de Conservación y Restauración y de los Bienes Culturales. Según él, para limpiar sólo los vestigios de la costa de Biblos se precisan al menos 25 personas que trabajen durante ocho o diez semanas y un presupuesto de unos 100.000 dólares". [78.700 euros]
La subdirectora general de la Unesco para la Cultura, Françoise Rivière, comunicó a la prensa libanesa que se echaría mano de 70.000 dólares (55.100 euros) del fondo internacional de emergencia para la limpieza en Biblos. Sin embargo, las tareas, a un mes y medio del cese del fuego entre Israel y la milicia chií libanesa de Hezbolá, no han comenzado.
"Hemos pedido los fondos y esperamos comenzar los trabajos antes de finales de octubre", explica una portavoz de la oficina de la Unesco en Beirut. "Pero no sólo es una cuestión de fondo, todavía estamos haciendo los análisis para saber qué líquidos utilizamos para la limpieza de las rocas sumergidas de las torres". El Ejército libanés, asistido por expertos franceses y daneses, ya ha limpiado las aguas y parte del viejo puerto, pero obviamente no tienen el conocimiento ni los equipos para trabajar sobre el patrimonio cultural", añade la misma fuente.
Los expertos de la Unesco, han constatado que los daños al patrimonio cultural han sido mínimos. Líbano tiene cinco sitios declarados Patrimonio de la Humanidad: las ciudades de Biblos, Baalbek, Tiro y Anjar, predominantemente armenia, y el enclave formado por el valle de Qadisha y el bosque de los Cedros. Biblos se ha llevado la peor parte.
La gente, en Biblos, no sólo está preocupada por el futuro de las torres medievales, sino también por las playas y la pesca, las dos principales fuentes de ingresos del pueblo. En la calle que conduce a la ciudadela, los vendedores se lamentan de no ver a nadie en una acera peatonal, mientras que en los restaurantes los camareros esperan de pie frente a las mesas vacías. "Es una catástrofe para todos", dice Fifi Kallaf, directora de Byblos Ecologia. Kallaf calcula que los daños ascienden a unos 750 millones de euros.
La ecologista se queja mucho de la opacidad del Ministerio de Medio Ambiente en la gestión del problema. "Hace una semana que tuvimos que parar la limpieza, cuando apenas habíamos empezado, por desacuerdos con las autoridades, aunque no nos explican cómo o quién continuará las tareas", añade. Ghada Mitri, portavoz de Medio Ambiente, explicó que los trabajos "aún no han sido adjudicados, pero que eso se hará lo antes posible".
En realidad, quien más se ocupa de las tareas de limpieza de las playas es la Fundación Mar de Líbano, dirigida por Nazek Hariri, viuda del ex primer ministro asesinado en 2005, Rafik Hariri. La fundación recibe dinero directamente del Gobierno de Francia y distribuye parte de esos fondos a ONG como Byblos Ecologia o Green Line. Manal Nader, uno de los responsables de Mar de Líbano, explica que ellos han firmado un acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente para sacar el chapapote. Nader asegura que el Gobierno ya está recibiendo la asistencia del Centro de Respuesta Rápida contra la Polución Marina del Mediterráneo (Rempec) de la ONU y la ayuda prometida por los gobiernos europeos en la cumbre de Estocolmo.
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