Tipos al alza
Como es habitual a comienzos de cada mes, la información sobre la coyuntura económica española ha sido abundante esta semana, demasiada para comentarla toda en el breve espacio de esta columna, así que me limitaré a dar unas grandes pinceladas sobre lo más importante.
El plato fuerte fue la subida del tipo de interés rector del Banco Central Europeo (BCE) en 25 puntos básicos, hasta el 3,25%. Por supuesto, no pilló desprevenidos a los mercados y agentes económicos, que la tenían perfectamente descontada. Y es que, desde hace unos años, la política monetaria se lleva a cabo, tanto o más que por las decisiones de modificar los tipos de interés, por los comunicados de los bancos centrales, que anticipan, a veces nítidamente, las decisiones que van a tomar en los próximos consejos y con ello influyen en la evolución de los mercados financieros y en las expectativas inflacionistas. En este sentido, el comunicado del presidente del BCE, al explicar la última subida, deja meridianamente claro que el proceso de subidas va a continuar. La discusión entre los analistas es cuándo y dónde se parará el proceso, y aquí es donde noto un cierto sesgo o confusión entre deseos y realidad. Muchos analistas, que normalmente trabajan y representan los intereses del sector financiero, al que no le gusta nada que suban los tipos de interés, hacen lobby y argumentan que es suficiente con llegar al 3,5%. Mi opinión es que se llegará más lejos, como mínimo al 4%, y una vez ahí, que puede ser hacia la primavera del próximo año, todo dependerá de cómo esté evolucionando la inflación. Las previsiones actuales apuntan por debajo del 2% para el conjunto de la eurozona, pero, como dice el BCE, los riesgos de que se supere esta cifra son al alza, por lo que, ya se sabe, más vale prevenir...
Estas subidas de tipos por parte del BCE se transmiten de forma prácticamente lineal (véase el gráfico izquierdo) al euríbor a un año, que es la referencia más importante para los préstamos hipotecarios, por lo que éstos podrían superar el 5% antes del próximo verano. Teniendo en cuenta que para entonces se espera una inflación en España de entre el 2,5% y el 3%, la subida en términos reales puede ser importante, sobre todo teniendo en cuenta que aquí venimos disfrutando de tipos reales negativos desde 2002. Los efectos sobre la demanda, especialmente de las familias, serán notables, pero las cosas empezarán a ponerse en su sitio: el ahorro hay que remunerarlo y el mantenimiento de un gasto financiado a crédito con coste cero no es sostenible a largo plazo.
Otros datos dignos de comentar fueron el IPI de agosto, los afiliados a la Seguridad Social, contratos de trabajo y paro registrado de septiembre y las ventas interiores de agosto declaradas a Hacienda por las grandes empresas, cuya evolución reciente se muestra en los gráficos central y derecho. Todos ellos siguen insistiendo en el buen momento coyuntural por el que atraviesa la economía española. La actividad industrial toma cada vez más fuerza, los afiliados (buen indicador del empleo) aceleran su crecimiento y el paro registrado ha continuado su tendencia a la baja. La fortaleza de la demanda externa, incluida la buena campaña turística del verano, están detrás de estos resultados, pero también la demanda interna parece aguantar su elevado ritmo, según las ventas declaradas. Todo ello permite afirmar que el crecimiento anual del PIB del tercer trimestre podría incluso haber superado el 3,7% del segundo.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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