_
_
_
_
_
Tribuna:UN GIGANTE EMERGENTE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La nueva Rusia en el mundo contemporáneo

El autor sostiene que el gran país del este quiere contribuir a la construcción de un orden mundial más seguro y democrático.

En los últimos 15 años, el mundo ha experimentado cambios importantes, a veces fundamentales. Y la nueva Rusia ha sido parte integrante de esta transformación. De ahí las nuevas prioridades de la diplomacia rusa expresadas por el presidente, Vladímir Putin, en la reciente conferencia de embajadores.

La primordial de estas prioridades podría definirse como sigue: Rusia tiene que asumir la responsabilidad internacional que corresponde a su estatus y capacidad, tomar parte no sólo en la realización de la agenda global sino también en su composición. Al renunciar a la ideología del pasado en favor del sentido común, Rusia es capaz de ver las cosas imparcialmente, sin prejuicios y con una amplia concepción de las mismas. Podemos y debemos protagonizar la búsqueda de soluciones a los problemas más graves del mundo.

Por esto, es necesario dar una visión general de la política exterior rusa. No se trata del cambio de rumbo, completamente justificado. Se trata de una posible corrección de nuestras actuaciones en ciertas áreas y en ciertos asuntos, teniendo en cuenta la evolución del escenario internacional, los pronósticos argumentados del desarrollo de la situación geopolítica y las posibilidades acrecentadas de Rusia.

Según muchos expertos, el periodo de posguerra fría está terminando. Eso significa que está a punto de llegar un momento de extrema responsabilidad e inminente contradicción que afectará a todo el mundo. No creemos que todos los elementos de ambigüedad e incertidumbre, típicos del pasado reciente, vayan a desaparecer de pronto. La impredecibilidad de la evolución mundial persistirá. Pero, para esclarecer el futuro orden mundial se requieren los esfuerzos comunes de la comunidad internacional.

En el ámbito internacional se perciben tendencias tanto positivas como negativas. La apuesta cada vez más sólida por la diplomacia multilateral, el destronamiento de los mitos que nos fueron impuestos hasta hace poco, la creciente compresión de la legitimidad única de la ONU son lo positivo. La expansión del espacio conflictivo en la política internacional, la exclusión de la agenda global de los temas de desarme y control de armamentos, la imposición del factor hipertrofiado de la fuerza al mundo son lo negativo.

Los sucesos vuelven a demostrar que es imposible resolver los problemas actuales con la fuerza. Y en la actualidad, cualquier uso de la fuerza pone de relieve su ineficacia. Así fue en Kosovo, en Irak, y lo mismo prueban los últimos acontecimientos trágicos de Líbano. La operación militar en este país atormentado no ha demostrado más que un hecho: cada guerra se convierte en una catástrofe humanitaria. Para la comunidad internacional es preciso aprender lecciones, y principalmente es de todo punto necesario aumentar la eficacia de la influencia de la ONU.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Rusia reencontró su capacidad y voluntad política para realizar una política nacional auténtica, es decir, una política basada en sus propios intereses. Pero Rusia no desea nada que pudiera contradecir a los intereses de la comunidad internacional en su conjunto. Jamás volveremos a apoyar los proyectos ideologizados que pretenden reorganizar el mundo. Siempre intervendremos en contra de la transferencia al nuevo orden mundial de los elementos inservibles del antiguo sistema de relaciones internacionales, como por ejemplo, el enfoque de bloques.

La globalización, tanto de oportunidades como de desafíos y amenazas a la seguridad y al desarrollo sostenible, no deja espacio para el egoísmo nacional y la exclusividad de civilizaciones. Rusia está decidida a contribuir a la construcción de un nuevo orden mundial, más seguro y democrático, basado en los auténticos principios de la multilateralidad y el derecho.

La independencia de la política exterior rusa supone el logro más importante de los últimos años, y un indiscutible imperativo inherente a las tradiciones políticas y diplomáticas de Rusia. Trataremos a todos nuestros socios sin hacer ningún tipo de distinciones, guiándonos por los principios de plena equidad, respeto y beneficio mutuo. Pretenderemos que nuestros socios presten debida atención a nuestros intereses, en particular económicos y humanitarios. Siempre lo hemos hecho así, y no es culpa nuestra que las dificultades con las que Rusia, inevitablemente, chocó en los años 90 sugirieran a alguien la idea de relegar a nuestro país a un segundo plano.

Apostamos por una política abierta, no ocultamos nuestros puntos de vista y no disimulamos las discrepancias que podemos tener con nuestros socios. Al crecer la confianza del país en sus propias fuerzas, se ha consolidado la credibilidad de Rusia como socio. Nuestro país ha llegado a ser un actor más predecible de la política mundial. En el ámbito internacional, Rusia seguirá fiel a sus principios, optando por posturas equilibradas, y seguirá siendo un factor importante de la diplomacia multilateral y la política de unificación, sintonía y acuerdos, imprescindibles para que la comunidad internacional encuentre soluciones dialogadas y eficaces a desafíos y retos comunes. Al mismo tiempo, no permitiremos ser involucrados en una política de confrontación, como intentan imponer los que apuestan por volver a dividir al mundo en civilizaciones.

Rusia cree que en un mundo cada vez más globalizado no hay más alternativa que un nuevo liderazgo colectivo de los países clave, que represente la diversidad geográfica y de civilizaciones. El G-8 podría ser una pieza importante de este mecanismo informal. Ése es el sentido de la presidencia de Rusia en el G-8, hemos contribuido activamente a la ampliación de este diálogo y a la colaboración de este foro con otros Estados clave. Las mismas prioridades marcadas por Rusia para el periodo de su presidencia, incluidas la seguridad energética global y el fomento de educación, ponen de relieve que los desafíos que afronta la humanidad requieren una respuesta común.

Nos complace señalar que entre nuestros socios se consolida un enfoque imparcial y realista hacia la Rusia de hoy. Se abre camino la idea de que Rusia desempeña un papel protagonista en el plano internacional, de que sin Rusia resulta imposible superar los principales retos de la actualidad. En respuesta, Rusia siempre va a contribuir a los esfuerzos por elaborar y poner en práctica una agenda internacional positiva. Rusia siempre se pondrá del lado de las fuerzas sensatas que se muestran dispuestas a seguir una política moderada, y que saben distinguir entre las exigencias de una política práctica al servicio de los legítimos intereses de los Estados y la devoción a unos valores cuyas definiciones siempre varían.

Sergéi Lavrov es ministro de Asuntos Exteriores de Rusia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_