"Se resistió por defender su libertad"
La familia del joyero asesinado dice que éste defendió frente a sus asaltantes la dignidad de su trabajo antes que su muestrario
"Mi padre se resistió al atraco porque estaban atentando contra su libertad y contra su trabajo y el de su familia. Contra lo que tenía para darnos de comer. Era su vida y por eso ha muerto", explica Manuel, el hijo de José Manuel Mateo Redondo, el joyero asesinado a tiros el pasado martes en pleno centro de Madrid. Con la voz entrecortada, apenas consigue hablar sobre el tema. "Prefiero no decir cómo era. Luego lo leeré y me dará mucha rabia haberme olvidado de muchas cosas buenas de él", dice excusándose.
Mateo salió el martes de la oficina sobre las 19.45. Como muchos días, bajó por la calle de Isabel la Católica para recoger el coche que tenía aparcado en un garaje de esta calle. Portaba una bolsa con joyas por valor de 50.000 euros en su interior y un maletín. Frente al número 13, dos individuos llevaban todo el día esperándole en el interior del un Renault Clio aparcado. Cuando pasó por delante del automóvil, uno de ellos entabló un forcejeo con él para robarle el maletín y el otro se fue a buscar una motocicleta. Mateo se resistió y se llevó tres balazos que acabaron con su vida. Los asaltantes huyeron sin el botín.
"Parece que por ser joyero te puedes pagar un guardaespaldas", denuncia su hermano
"Me han vuelto a atracar, pero esta vez es más serio", dijo antes de morir
Mateo, madrileño de 59 años, forma parte de la tercera generación de una familia de joyeros. Empezó muy temprano en el oficio con la lapidación de piedras. Luego se pasó al comercio mayorista. La empresa ya estaba dejando paso a la cuarta generación, a su hijo y a su sobrino. Precisamente, este último escuchó por última vez su voz. Con tres balas en el cuerpo y tumbado en el asfalto, Mateo tuvo fuerzas para llamarlo. "Me han vuelto a atracar. Pero esta vez es más serio", fueron, según su hermano Fernando, las palabras que consiguió pronunciar antes de entrar en parada cardiorrespiratoria.
Casado y padre de dos hijos -un chico 32 años y una chica de 34- "siempre mantuvo unos estrechos lazos familiares". "Era muy protector y no trasladaba a los demás sus preocupaciones", recuerda su hermano. Ni siquiera el temor que pudiera haber experimentado tras el intento de robo que sufrió el pasado 15 de mayo. Entonces, también dos hombres, le encañonaron en el aparcamiento de su antigua oficina para apoderarse de las joyas que transportaba. El arma se encasquilló y salvó la vida de milagro. Pero le abrieron la cabeza a culatazos.
"No quería inquietar a la familia con el miedo que pudiera tener después de aquello. La vida sigue y no puedes cambiar de hábitos", apunta Fernando.
El secretario general del gremio de Joyeros, Plateros y Relojeros de Madrid, Armando Rodríguez, le conocía de cerca. Mateo había estado nueve años en la junta directiva del gremio. Habían hablado la semana anterior sobre el problema de la inseguridad. "Nos vimos en la última edición de Iberjoya. Me comentó que no estaba dispuesto a renunciar a su dignidad y a la libertad. Y eso es, precisamente, lo que defendía cuando se resistió antes de que le mataran", señala.
La familia asegura que Mateo no recibió ninguna amenaza tras el primer intento de robo. Tampoco había tenido ningún otro altercado con anterioridad. "Él tenía que viajar siempre con la maleta. Era su profesión. Podía sentir algún tipo de temor, pero no iba a cambiar de trabajo", explican.
Quienes le conocieron dicen que era afable, simpático y elegante. Dentro de su profesión era un hombre querido y respetado. Tanto, que hasta el tanatorio se acercaron el viernes unos 200 joyeros. Para despedirle y para solidarizarse con una situación que también les afecta. "Parece que por ser joyero te puedes pagar un guardaespaldas y que puedes soportarlo todo. Este negocio mueve dinero, es cierto. Pero no es oro todo lo que reluce", dice el hermano.
La junta directiva del gremio ha solicitado ayuda al Gobierno. Quieren una reforma del Código Penal y de la Ley de Prisión Provisional. "Nunca nos han tomado en serio cuando hemos pedido ayuda. Y luego pasan estas cosas", denuncia Fernando.
"Era un hombre valiente", recuerda el conserje del inmueble en el que los Mateo tuvieron durante más de 15 años la oficina de su empresa, muy cerca de donde fue asesinado. Garma es la empresa familiar de los Mateo. José Manuel se dedicaba a vender el género a las tiendas de toda España. "Hizo grandes amigos durante todos esos viajes", dice su hermano.
Precisamente, el día después del asesinato salía de viaje de trabajo a Levante. La familia no sabe ahora si seguirá adelante con la empresa. "Yo quiero seguir. Aunque sea por el esfuerzo que hizo mi hermano. Pero ahora mismo estamos destrozados", relata Fernando. "A veces piensas en dejarlo todo, pero es lo que sabemos hacer. Lo que hemos hecho toda la vida".
"¿Cómo era? Una persona excelente que ha vivido para su trabajo y para su familia. Una familia que ahora han destrozado. Hemos perdido la libertad con la que tanto le gusta a algunos llenarse la boca. Porque la libertad es que te respeten", termina el hermano.
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