Antonio va por libre
Gitano y del Atleti, Antonio Carmona revolucionó el flamenco con su grupo Ketama e inventó un nuevo género, la 'bulesalsa'. Acaba de grabar 'Vengo venenoso', su primer disco en solitario, apadrinado por Gustavo Santaolalla y arropado por Alejandro Sanz y Juanes. Por Amelia Castilla
Antonio Carmona ha montado su estudio de grabación en el sótano de la casa donde vive, en la zona residencial del parque Conde de Orgaz de Madrid. Los tonos blancos y negros, las orquídeas y el diseño minimalista que marcan el área familiar desaparecen cuando se abre la puerta de acceso a su estudio-refugio. Un primer plano de Camarón preside el rellano de la escalera. Tras los peldaños, guitarras, piano, ordenador y su cajón de percusión comparten espacio con fotos antiguas de la saga de los Habichuela, entre otras la del propio Antonio, vestido de primera comunión con una camisa blanca con chorreras, en actitud recogida. En este espacio se grabaron las letras y el toque de guitarra de la mayor parte de las canciones de Vengo venenoso, su primer disco en solitario, con el que vuelve a la actualidad tras un silencio de dos años. Vengo venenoso supone también el hasta luego de Ketama, el grupo del que formó parte junto a su hermano Juan y su primo Josemi durante dos décadas y con el que vendieron más de un millón de copias.
Ahora que todo está listo para arrancar con la promoción, Carmona parece respirar tranquilo, pero los últimos retoques del álbum, que lleva casi dos años preparando con esmero, le han retenido en Madrid todo el mes de agosto, mientras Mariola -su mujer y conocida representante de algunos artistas- y sus dos hijas -Marina y Lucía, de 13 y 10 años- disfrutan de la playa en Caños de Meca (Cádiz). Sobre la mesa reposan todavía algunos de los retratos en blanco y negro que Alberto García-Alix captó tras una sesión de nueve horas con el cantaor y que ilustran la portada del álbum. En una lluviosa y extrañamente fría tarde de agosto suena Se amarra el pelo, la primera canción del álbum, un tema de su repertorio familiar, dedicado a las mujeres gitanas. El disco arranca con un aire flamenco que va desapareciendo a medida que los sonidos pop, rock y hasta hip-hop se van incorporando en la grabación. Compositor de la mayor parte de los temas, Antonio no se cansa de repetir que se trata de un trabajo hecho sin prisas ni agobios y plagado de matices. "Tiene mucho de Lorca y de Granada, la ciudad donde nací, aunque también he ido metiendo cosas de aquí y de allá".
La mano del productor, el oscarizado argentino Gustavo Santaolalla, descubridor de Juanes y autor de las bandas sonoras de Brokeback mountain, Amores perros y 21 gramos, se nota, aunque se mantenga la esencia gitana. Cantaor y productor estuvieron en la misma onda desde el principio, pero su primer encuentro en Los Ángeles, en el que intercambiaron un par de temas, acabó en un inexplicable silencio que Santaolalla rompió después de un año de espera, presentándose en Madrid con los arreglos de las dos canciones. Aquello fue el principio de una gran amistad. Ahora se puede decir que son compadres: "Este hombre es el Quincy Jones latino", cuenta Antonio, pero los piropos llegan también del otro lado del Atlántico. "Las canciones te tiran una onda que tienes que seguir; Antonio es gitano, y a todo lo que toca le imprime esa genética. El disco es el resultado del arte que él quiere expresar y su manera de asomarse a la vida", cuenta Santaolalla.
Carmona y Santaolalla pasaron mes y medio en Los Ángeles viéndose cada día las caras en el estudio. "Allí he aprendido lo que es la profesionalidad", recalca Antonio, que se vio embarcado en jornadas de trabajo que arrancaban a las ocho de la mañana y le dejaban para el arrastre a las once de la noche. Fuera del horario laboral ha compartido asados de tira en casa de la familia Santaolalla, y como contrapartida, el productor ha sido iniciado en el mundo de la paella, la tortilla de patatas y el gazpacho, que prepara Pedro Sánchez, manager del cantante. Vengo venenoso será lanzado internacionalmente por Universal y Surco, la discográfica creada por el productor y en la que militan artistas como Café Tacuba o Juanes.
Carmona pertenece a ese tipo de personas a las que los vendedores de lotería se lanzan en cuanto las ven como si llevasen un radar. Se trata de algo que tiene que ver con su carácter amable y desprendido. Cuando contaba que el disco se había grabado cogiendo cosas de aquí y de allí no mentía. La colaboración de La Mala Rodríguez en Vengo venenoso sirve como ejemplo de su método de trabajo y su manera de vivir. Su voz de niña rota se grabó de un tirón en el estudio casero del músico. La Mala, que ha sido madre recientemente, dejó impresa su rima: "A mí ámame, pero sin modales, hasta que se acabe".
Esa improvisación se ha dejado sentir en todo el disco. En Los Ángeles coincidió con Alejandro Sanz en una gala organizada por Juanes para recaudar fondos contra las minas antipersona y en la que Antonio cantó a dúo con Juan Luis Guerra Ojalá que llueva café. En el camerino, Alejandro le habló del disco que prepara, en el que, entre otras colaboraciones estelares, Paco de Lucía le acompaña a la guitarra en una bulería. Fue el momento en que Antonio preguntó ¿pero quién toca la percusión? Ahí mismo cerraron el trato, y a la mañana siguiente cambió el billete de vuelta a Madrid, para poder hacer un alto en Miami y meter el cajón en el nuevo álbum de Alejandro. Ya en Miami nació la idea de realizar otro intercambio musical: aunque lo pensó un momento, Alejandro decidió enseguida poner su voz en Vengo venenoso. "Nos dio un puro y se encerró durante media hora en su estudio para grabar las voces", cuenta Carmona.
Así suele resolver las cosas el músico que durante años fue, en cierto modo, la nariz de Ketama y el encargado de promocionar al grupo. Solo o con su primo Josemi, se convirtió en una de las caras habituales de fiestas y estrenos. Frente a su hermano Juan, más reservado y tradicional con las costumbres gitanas, Antonio se vuelve loco por conocer cosas nuevas. "Sólo le veo como un gitano cuando canta", apunta su manager. Admira a Bob Dylan, se vuelve loco con Ben Harper y es amigo de Prince. No hace mucho se dejó arrastrar hasta la sala donde actuaba un reputado violinista iraquí. Fascinado por el artista, le invitó a su casa, y allí, uno con la guitarra y otro con el violín, hablaron hasta que se hizo de día. Así acaban muchas de sus juergas, tocando en el sótano de su casa. Eso es lo que hace con Lenny Kravitz cada vez que pasa por Madrid.
Antonio conoce bien la fascinación que ejerce el flamenco fuera de nuestras fronteras. Su colaboración con Juanes en el disco tiene que ver con esa pasión. Juntos cantan un tema compuesto por ambos y titulado A tu lado. La canción suena por momentos como un rock. Al escucharla, el propio Antonio se estremece: "Debo de estar loco, porque, con la música que tengo, me agarro a otras cosas, pero así ha sido mi carrera desde el principio", reflexiona con el pensamiento puesto en su pasado como artista y en algunas de las decisiones más importantes de su vida, como la de romper la tradición gitana y elegir como pareja y madre de sus hijas a una mujer paya, lo que supuso una revolución en su familia. Hay veces -otro de los temas del disco- está dedicado a sus padres y a su reciente divorcio. "Se han separado por una tontería, después de tantos años juntos, y eso no puede ser. La canción es el retrato de dos personas que se quieren y no pueden estar juntos". No es el único guiño familiar del álbum. Lucía se presenta como un canto a su hija pequeña, una niña de 12 años a la que le gusta tanto cantar con su padre que, si fuera por ella, hoy se la escucharía en el disco.
No resulta fácil hablar con Antonio sin que Ketama surja en la conversación constantemente. La separación del grupo que llevó la revolución al mundo del flamenco no ha sido dolorosa, y tampoco se descarta que vuelvan a juntarse. Todavía la gente le para por la calle para preguntar por el grupo que revolucionó el flamenco. La versión oficial es que llevaban mucho tiempo juntos y tenían ganas de hacer cosas cada uno por su lado. Su hermano Juan produce a Química, el grupo de su hijo, y su primo Josemi ha grabado un disco con su padre.
Carmona se refiere ahora al pasado sin nostalgia. Los tres componentes de Ketama han vivido demasiadas cosas juntos. La intransigencia de los fundamentalistas flamencos, que no veían con buenos ojos a un grupo que asumía como propias músicas que no tenían su origen en los tablaos, les lanzó de "media España pa arriba". Vivieron situaciones absurdas, como que les aplaudieran más en Londres que en Sevilla. En la capital británica se codearon con los músicos de Pink Floyd, coincidieron con Mick Jagger y conocieron -de la mano de Mario Pacheco, su descubridor y director de la discográfica independiente Nuevos Medios-, a Toumani Diabaté, un músico maliense considerado como el maestro de la kora, que sólo sabía decir tortilla en español, pero con el que grabaron Shongai, uno de los discos de referencia en todo el mundo de lo que luego se ha dado en llamar mestizaje. Sobre la mesa de trabajo de Antonio cuelga una de esas telas africanas pintadas a mano, en la que se lee la inscripción del pueblo marroquí en el que se cultiva el hachís. De aquí a Ketama, uno de sus primeros discos, vendió nada más salir 600.000 copias y se convirtió en un hito. Entonces eso no lo hacía nadie; algo en vinilo, y el resto, los que tenían suerte, en casetes que se compraban en las gasolineras. "¡Pobre Camarón, que se tuvo que morir para vender algo!", recalca.
Ketama, cuenta ahora Carmona, se benefició de la libertad que desprendía la movida madrileña. El grupo se formó en los primeros años tras la muerte de Franco. Entonces vivía con su familia en el barrio madrileño de Campamento, y se pasaba la vida "entre Rockola y Candela", dos locales que marcaron una época. Fue en esos años de la movida cuando tuvo sus primeras experiencias con la droga. "¡Qué peligro! Comprábamos hachís y nos regalaban caballo. Ninguno sabíamos lo que significaba aquella droga que hacía que el mundo pareciera como tú querías que fuera. Entonces se potenciaba su consumo. Aquello se terminó cuando la heroína acabó primero con Ray Heredia, uno de los fundadores de Ketama, y luego con Camarón y otros muchos. Aquello se convirtió en un infierno, porque entonces no había clínicas de desintoxicación y a los enfermos los internaban en psiquiátricos para curarlos".
Los recuerdos del pasado se esfuman en cuanto suena el timbre de la residencia del músico y empiezan a llegar amigos, como Juan Bosco, con el que prepara una versión gitana de El sueño de una noche de verano. Más risas, más tabaco y más cerveza para cerrar la jornada.
'Vengo venenoso', de Antonio Carmona, está editado por Universal y Surco, y sale a la venta el próximo día 16.
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