'Missa televidens'
La posmodernidad ha ensanchado los límites del género mitin hasta extremos insospechados. Si alguna vez fue un acto en que un público convencido de antemano escuchaba a su líder político para reafirmarse en sus creencias y proclamar al resto de la humanidad su fortaleza ideológica, hoy se ha convertido en un espectáculo televisivo que bebe de fuentes tan dispares como la gala musical, el talk-show o el videoclip. Todo ello, por supuesto, con público en directo, a las órdenes de un regidor. En el pabellón de la Mar Bella, antes de que los oradores tomaran la palabra, el "animador" -así se definió Martí Climent- dividía al público en tercios e invitaba a las partes a competir en el aplauso, el grito de aliento (¡uéeeee!) y el vuelo de banderas. Vitorear al líder es hoy una tarea compleja. Tampoco faltaba el grupo musical con vocalista mechada para entretener la espera hasta que salieran a escena los matadores, seguidos por las cámaras desde la misma puerta de toriles -es un decir- hasta el palco de presidencia.
Duran, en mangas de camisa arremangadas, realizó una faena sobria, sin concesiones, con las dosis justas de ataque al adversario y complacencia hacia la propia labor. Concluida esa intervención, saltó al ruedo la escritora mallorquina Maria de la Pau Janer, notoriamente embarazada. ¿Una espontánea? Quita, quita. Sonreía, saludaba y al poco invitaba a Artur Mas a ocupar un sillón bajo los focos, mientras ella ocupaba otro enfrentado. Empezaba entonces un breve recorrido en directo por la vida del candidato, al modo de La vida en un xip, con insertos fotográficos de apoyo en las pantallas gigantes. Kennedyano: el político no es sólo lo que piensa, sino quien es. De paso, se combaten imágenes de excesiva frialdad divulgadas por medios poco afectos... Y fue así como supimos que Mas, de niño, quiso ser bombero, policía y astronauta, y que le gusta leer, y que odia la adulación y la intolerancia: vaya, que es uno de los nuestros. Al final de la entrevista, Maria de la Pau sacó a colación el cine, otra de las pasiones del candidato, y concretamente la película Casablanca para que Mas rematara de cabeza: "Si perdemos, siempre nos quedará Cataluña". Los equipos de guionistas de Benet i Jornet no hubieran dado con un final de capítulo más redondo.
Pero también hubo que improvisar. Las acrobacias de los cazas en la playa de la Mar Bella que hoy deleitarán a los ciudadanos en la Festa al Cel llevaron a Duran a atribuir el ruido -en el doble sentido de estruendo y de comunicación interrumpida- a las artes maléficas de Montilla, supuestamente a los mandos de uno de los aparatos. No siempre cabe en el guión toda la realidad, por lo que hay que inventarla. Al final, los presentes entonamos Els segadors y hubo papelines de colores disparados desde dos cañones de aire, mientras una gran senyera flotaba por encima de las cabezas de platea. Ite missa televidens est.
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