Generalizaciones sobre el islam
He leído últimamente distintos artículos y cartas dirigidas por lectores a varios periódicos en los que se comentan, a raíz de hechos recientes (declaraciones de Benedicto XVI, estreno de una ópera en Berlín, etcétera) las reacciones en el mundo musulmán cada vez que desde Occidente se hace una crítica a su religión. La mayoría de comentarios coinciden en criticar la violencia de dichas reacciones, por lo que tienen de atentado a unos principios y derechos básicos para nuestra cultura occidental como son los de libertad de pensamiento, creencia y expresión, comentarios con losque estoy totalmente de acuerdo.
Sin embargo, se equivocan la mayoría de los que suscriben dichas críticas en dos aspectos básicos: atribuir en exclusiva este tipo de reacción al mundo musulmán, o a los practicantes del islam, y basta recordar que en España, recientemente, hubo manifestaciones, agresiones y hasta un intento de atentado con bomba al actor Leo Bassi, por la obra de teatro La Revelación; olvidar que la verdadera causa de este tipo de reacciones es la ignorancia y la falta de educación.
En este caso, la ignorancia del mencionado tipo de derechos y la falta de educación en materia cívica. Que la mayoría de países con población musulmana coincida con esa falta de educación cívica no significa que el islam en sí sea una religión violenta (los violentos son aquellos de sus practicantes que hacen una interpretación violenta de su religión, sea cual sea), sino que en dichos países aún queda mucho trabajo que hacer para que sus ciudadanos hagan suyos esos derechos y principios de libertad y respeto, que, aunque más asentados en Occidente, tampoco gozan en nuestra cultura de unas garantías y defensa totales.
Además, el hecho de que desde ese mismo mundo musulmán se hagan oír a menudo voces que critican esa misma violencia y falta de respeto o transigencia, demuestra que la paz, la tolerancia, la violencia o el odio no dependen de la religión o la nacionalidad, sino de la educación de cada uno.
Es, finalmente, reprensible que personalidades de gran relevancia pública (religiosa, política o cultural) aprovechen cada manifestación violenta del mundo radical musulmán, para atizar el fuego del racismo con declaraciones tendenciosas y medias verdades arropándose en la necesaria defensa de la democracia.
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