Una feria con nostalgia
La temporada de otoño en Las Ventas se abre hoy con el recuerdo de sus grandes tardes
La vuelta de Antoñete a los ruedos a principios de los ochenta -años de ilusiones y esperanzas- abrió una ventana de optimismo en la afición. El torero frágil, venido de las luces y las sombras, dictaba de nuevo las leyes taurómacas. Diestro otoñal hasta en el nombre, vistió de luces las tardes de septiembre-octubre, cuando la tierra es de tabaco y oro. Luces de los toreros frente a la sombra del toro. Nada más necesario que una Feria de Otoño para torear estos desasosiegos de los que nadie escapa. Tal vez por eso, don Livinio, creador de la Isidrada, quiso condensar las luces, allá por los cincuenta, en unos pocos días de septiembre. O igual lo hizo para hacer negocio. No resultó. También Carabanchel tuvo en las décadas posteriores grandes tardes otoñales: aquí se despidió, en el atardecer de su larga vida torera, Antonio Bienvenida, y Rafael de Paula, el más hermético de los matadores, desveló el misterio y sacó a la luz el milagro del toreo. Volvería a hacerlo, bien pasada una década, también en otoño, en Las Ventas, en faena de deslumbrante hermosura que el maestro Vidal titularía en su crónica: "Nunca el toreo fue tan bello". Si en el 76, Vista Alegre se está planteando una posible Feria de Otoño -Rafael de Paula, Curro Vázquez, Tinín...- en el 79 Canorea pretende resucitarla en Las Ventas con matadores como Julio Robles, Roberto Domínguez o Curro Vázquez. Todo estaba listo para que en el 81, tras la gran temporada taurina madrileña, Chopera la reinventase con una apuesta indiscutible: toreros triunfadores y ganaderías notables. Al punto, y a la vera del maestro del mechón blanco -emblema de este resurgir otoñal-, se añadiría una nueva categoría: veteranos artistas. Otros maestros del toreo encienden la conmoción de estos atardeceres: se despide Andrés Vázquez -torero de estación y gloria tardía- en memorable faena en el 82; con Manolo Vázquez reaparece la gracia y el aire en el 83, y con Curro Romero vuelve la poesía hermética, imprevista y milagrosa. De Paula..., qué decir de Paula. Aparece, desaparece, reaparece, y el corazón nos tiembla. Curro Vázquez toma posesión de los otoños madrileños: muy querido por la afición, dejó en el aire y en la arena, a lo largo de 12 años, el don de un toreo hondo y lento, de enigmática claridad. Eligió este tiempo simbólico para despedirse, como lo harían otros grandes. Creo que vestía de tabaco y oro.
Junto a estos veteranos artistas, un plantel de figuras de varias generaciones ha llenado la plaza durante las dos pasadas décadas. Importantes lidiadores, como Ruiz Miguel, en los 80, o Luis Francisco Esplá -hasta hoy- han hecho vibrar las gradas con su valor y su arte, a menudo con toros de casta y poder entre los que los victorinos fueron -y son- emblema de la feria. Maestros del arte clásico de lidiar, como Manzanares, Capea, Robles, Domínguez, Ojeda, Ortega Cano, Rincón, cedieron trastos a Joselito, Ponce, Caballero, El Cid, Rivera... Desde el veterano Frascuelo hasta el joven Morante, tardes fugaces de brillos mágicos en las muñecas de Manolo Cortés, Pepe Luis Vázquez -aquel cambio de manos-, Aparicio, Emilio Muñoz, Juan Mora, Cepeda o Pepín Jiménez. Y el toro, siempre el toro. A la sombra gigante de los victorinos, ganaderías de peso: Dolores Aguirre, Cobaleda, Cuadri, Murteira, Adolfo Martín, Puerto de San Lorenzo...
Pero cambió el siglo y las luces comenzaron a apagarse. Seis años en los que han escaseado las figuras y a los que ha salvado la persistencia del siempre joven Esplá y los engaños sin engaño de El Cid. No vienen este otoño las figuras, ni los veteranos artistas, ni el simbólico Victorino. Son tiempos de intereses. Confiemos en los encastes renovados de Albaserradas, Lisardos, Atanasios, Juanpedros, Núñez... y en el arte y el valor de los toreros: incombustible Esplá, emergentes Tejela, Encabo o Chaves, variedad de escuela de García o Bolívar, quietud extremeña de Perera, gracia y son de Curro Díaz, adolescencia ciclónica de Luque, veteranía y arrojo de Fundi... Confiemos en que nombres y promesas por estallar prendan de nuevo, en las sombras de la tarde, las luces del otoño.
FESTEJOS DE ABONO
Hoy, 30 de septiembre.
Novillada con picadores. Novillos de Yerbabuena para Javier Benjumea, Pérez Mota y Daniel Luque.
Mañana, 1 de octubre.
Toros de El Sierro para los diestros Curro Díaz, Iván García y Luis Bolívar.
Sábado 7 de octubre.
Toros de Puerto de San Lorenzo para Luis Francisco Esplá, Matías Tejela y Miguel Ángel Perera.
Domingo 8 de octubre.
Toros de Adolfo Martín para José Pedro Prados, El Fundi, Luis Miguel Encabo y Domingo López Chaves.
Babelia
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