Reckitt rechaza la petición de la plantilla de abordar un plan de viabilidad en Güeñes
La dirección aduce ante el comité los elevados costes que tiene la fábrica vizcaína
La multinacional Reckitt Benckiser, que hace dos semanas anunció el cierre de su planta en Güeñes, en la que trabajan 194 personas, aportará más datos económicos sobre las razones de la clausura, pero descarta cualquier marcha atrás o elaborar un plan de vaibilidad. La dirección y el comité de empresa mantuvieron ayer su segunda reunión sin avances. Los trabajadores insisten en que no hay motivos para el cierre, mientras la compañía replica que la planta de Güeñes es la que más costes tiene. El comité eludió hablar del plan de recolocaciones ideado por la dirección.
Todo sigue igual en el conflicto de Reckitt, aunque, al menos, los contactos entre ambas partes se mantienen. El próximo martes celebrarán un nuevo cónclave, en el que la dirección se ha comprometido a aportar más datos económicos para explicar el cierre de la planta, que fabrica productos de limpieza del hogar y de higiene personal (los detergentes Colón y Calgonit o el suavizante Woolite, entre otros).
Durante más de dos horas, la dirección y el comité discutieron sobre la clausura. Ambas partes repitieron argumentos ya conocidos: la multinacional británica admite que la planta de Güeñes es rentable, pero el traslado de la producción le proporcionará más beneficios. Según expuso ayer, esta fábrica es una "de las que más costes genera" a Reckitt, que posee 15 plantas en Europa. La intención de la compañía es subcontratar parte del trabajo que se realiza en la localidad vizcaína y el resto trasladarlo a otros centros de producción en Portugal, Reino Unido y Polonia.
Los trabajadores volvieron a mostrar su "total desacuerdo" con las razones esgrimidas por la compañía y reclamaron más datos económicos sobre la actividad de la planta. Reckitt Benckiser no ha aportado hasta ahora ninguna información sobre la producción en Güeñes, ni los beneficios obtenidos, y sólo ha facilitado su cifra de negocio en toda Europa: 3.200 millones de euros de facturación en sus 15 plantas, en las que trabajan en conjunto unas 20.000 personas.
Un "mero acto de fe"
"Defienden ganar más dinero a costa de romper el tejido industrial [en Euskadi]", afirmó un miembro del comité de empresa. La plantilla instó a la dirección a elaborar un plan de viabilidad, una posibilidad "que siempre tiene una empresa con beneficios". "Estamos dispuestos a discutir de ello si se quiere aumentar la productividad", apuntaron. Sin embargo, los responsables de Reckitt mantuvieron su "firme" decisión de cerrar la planta y trataron de debatir con el comité sobre la salida de los 194 empleados. La pasada semana presentaron un documento que apuntaba a la recolocación del 80% de la plantilla en proyectos empresariales que se están gestando en la zona. Los trabajadores lo rechazaron sin llegar siquiera a estudiar el texto, que ayer calificaron de "merca declaración de intenciones y acto de fe".
"No hay un solo documento que hable de qué empresas serían, los salarios y dónde se ubicarán. Si nos quitan un puesto de trabajo y nos ofrecen otro, nos tienen que dar esa información, pero no hay nada concreto y no lo quieren decir".
La dirección de Reckitt persiste en su estrategia de negociar sólo las recolocaciones y, pese al rechazo de la plantilla, pretende aportar más datos sobre dicho plan en la reunión de la próxima semana. "Aportaremos más concreciones sobre las alternativas. Iremos más al detalle", afirmó ayer un portavoz de la empresa.
El comité señaló que su única intención es que la planta mantenga su actividad. "Los trabajadores y sindicatos estamos totalmente unidos en defensa de la planta". A su juicio, son las instituciones vascas, especialmente el Gobierno, las que deben actuar "con hechos y no con palabras bonitas" para evitar la marcha de la multinacional. "A ver si hacen realmente algo", manifestaron. El comité ya culpó la pasada semana a las instituciones vascas de estar ofreciendo argumentos para facilitar la clausura de la factoría, por lo que exigieron "con rotundidad" a las distintas administraciones que "defiendan y luchen por conservar el poco empleo en condiciones dignas que nos queda".
En la reunión de ayer no se habló de las movilizaciones anunciadas por los trabajadores, que incluyen la primera huelga en fábrica, el próximo viernes. Las protestas se prolongarán casi a diario hasta el 21 de octubre, cuando culminarán con una manifestación en Bilbao a partir de las 17.00.
El próximo mes mantendrán diversas concentraciones en Bilbao, Sodupe y Güeñes y marchas por diferentes municipios de la comarca.
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