Materia al vuelo
Escultor de estirpe esencialista, Juan Asensio (Cuenca, 1959) ha venido desarrollando a lo largo de su carrera, en esa fecunda estela que la abstracción geométrica instaura en el legado de la modernidad, una muy personal y refinada propuesta, donde la apelación a los volúmenes canónicos -el cubo, la esfera, el pilar cilíndrico, el disco lenticular- queda filtrada por una desviación de la norma que les confiere una enigmática resonancia efusiva.
En el curso de este último año, Asensio ha comenzado a realizar piezas en acero inoxidable. Las primeras, las presentó, a inicios del verano, en su exposición del IVAM, Geometría sin límites, y de ellas encontramos asimismo ejemplos bien notables ahora, en su nueva incursión madrileña.
JUAN ASENSIO
Galería Elvira González General Castaños, 3. Madrid
Hasta el 21 de octubre
Una materia, el acero, de resonancia en principio bien ajena, sin duda, al orbe mineral de los mármoles y granitos que ha centrado lo esencial de la evolución de su escultura y que, según declaraba el propio artista con ocasión de la muestra de Valencia, le permite "enfriar" la obra, imprimirle "un carácter industrial e impersonal", conteniendo en parte el deslizamiento hacia una dicción más orgánica que ha ido aflorando en su trabajo reciente. En todo caso, la idea de distanciamiento emocional que sus palabras sugieren debe ser necesariamente matizada, en la medida en que el muy sutil tratamiento epidérmico que confiere a la postre a sus piezas de metal vendría a desmentir, o a enturbiar cuando menos, en un grado más que estimable el alcance de dicho enfriamiento.
En rigor, no hace con ello
Asensio sino insistir en esa misma equivocidad nuclear que fundamenta su poética, y que reencontramos reformulada a su modo en el aliento ingrávido que la torsión despierta en los negros discos de granito. Como lo mismo ocurre, de hecho, tanto en la piedra como en el acero, con las recientes piezas referidas al plano del muro, que presenta en esta muestra, y donde el helicoidal juego de la curva tiende a diluir la hierática verticalidad en un alado impulso aerodinámico. Y con ello, alcanza sin duda Asensio, en el rotundo impacto de la presente exposición, una inusitada cota de excelencia, que avala plenamente su lugar entre los talentos más firmes que ha consolidado en el cambio de siglo la escultura española de su generación.
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