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Cuerpos y brillos, oro y carne

Tras Miriam Ocáriz, Spastor hizo el único desfile íntegramente masculino con su inveterado negro sobre negro; la colección de estricto vertical fue consecuente con su neogótico-glam, un estilo que es una contradicción y no existe, pero había que creárselo a ese dúo empecinado que suaviza hasta una esquiva femineidad, que no languidez, a sus muchachos, a los que cargan con lazos, los collares de las madres y los restos de pasamanería de las abuelas. Es una opción que tiene su público y que en otras zonas del planeta se reconoce de éxito.

Locking Shocking con su desfile mixto hombre-mujer, bajo el lema El jardín secreto, rozó la perfección formal y creativa. Muy sofisticados, evolucionan sin teatralidad hacia la moda de impacto. Una base de topos oro y blanco (serigrafiados, virtuales, huecos, recortados), unos bolsos de primera, una peluquería y tocados de gran altura dan una estética llena de fuerza y originalidad. Cítese su gabardina, el pantalón jockey, el quimono masculino y su elegante incursión en los brocados con oro sobre turquesa. Sus líneas también son fuertemente verticales pero no miran al pasado.

Andrés Sardá hizo su recital de evocaciones étnicas con materiales de futuro, tocando las prendas con el brillo Swarovski, pero usado con tino. Cerró Antonio Alvarado con un todo de corrección y estudio minucioso del dibujo y su apoyo material.

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