Dos mujeres derrumbadas reviven en un drama de Querejeta

Durante nueve semanas, un antiguo concesionario de coches en la madrileña y obrera localidad de Coslada ha pasado a convertirse en un mugriento bar regentado por Maribel Verdú y Blanca Portillo, hoy actriz omnipresente en el cine español. Las dos despachan bajo la atenta mirada de la cineasta Gracia Querejeta (Madrid, 1962), quien el próximo año pretende estrenar su quinta película: Siete mesas (de billar francés). Una joven (Verdú), cuyo marido ha desaparecido y su padre ha muerto, viaja de Vigo a Madrid con su hijo para sacar adelante el salón de billares de su padre. La presencia de la pareja de su padre (Portillo) empeora las cosas. "No he querido hacer un retrato de la clase trabajadora", adelanta la realizadora, que ha coescrito el guión con David Planell, como ya hizo en Héctor.

Desde la infancia, Gracia practicaba el billar francés -"no soy una experta pero en casa teníamos uno, mi padre [Elías Querejeta] jugaba..."- y reconoce que el argumento se basa en una "sinopsis brevísima hecha de situaciones personales mías que nada tienen que ver con la película, aunque sí con los sentimientos que ésta transmite". Pese al drama que relata, Querejeta considera que es su filme "con más sentido del humor", y lo expresa en la ironía del personaje de Blanca Portillo y el toque "un tanto estrafalario" de los jugadores que acuden al local.

Gracia Querejeta asegura que el pasado no la ha marcado, pero lo cierto es que toda su filmografía -Cuando vuelvas a mi lado, Una estación de paso o El último viaje de Robert Rylands- lleva el signo de lo remoto: "Sí, porque creo que lo que ocurre en el presente tiene que ver con el efecto del pasado. Quizás sea una cuestión para tratar con un psicólogo". Por primera vez, Gracia, que confía siempre la producción a Elías Querejeta PC, la productora de su padre, va a participar en la producción. Un tema del que prefiere no hablar.

Volver, Alatriste y ahora Siete mesas (de billar francés). Blanca Portillo (Madrid, 1963) no da crédito. "Y encima Gracia ha escrito el papel pensando en mí. Es lo máximo a lo que puede aspirar un actor. Me asustó mucho. Nunca había tenido un papel de tanto peso", cuenta Portillo durante el rodaje de la cinta en Coslada. "Es una mujer frágil con un pasado muy duro que le llevó a la cárcel y que, según evoluciona la película, comienza a confiar en sí misma y en los demás". "Porque en Siete mesas...", continúa, "no hay una trama de anécdotas llamativas. Se habla de la soledad, de la amistad, de abrirse a los demás...". Amparo Baró, compañera de reparto en la longeva serie Siete vidas, interpreta a su madre, postrada siempre en una cama. "Me llevé un alegrón inmenso cuando lo supe", reconoce Portillo.

Mientras, Maribel Verdú (Madrid, 1970), que espera ansiosa el estreno de El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro, confiesa que ha estado dos años y medio parada por no recibir ofertas tentadoras: "De joven dices que sí a todo, pero cuando tu vida personal te llena por otros sitios no hay necesidad". Estando en Argentina, Gracia la llamó para ofrecerle el papel. No se lo pensó. "Tenía miedo, pero hemos ensayado mucho". Aprender a jugar como un profesional del billar no ha sido un obstáculo: "Soy muy de barrio y tengo muchas horas encima de billar y futbolín". Tras el parón ha cogido carrerilla y en breve tiempo ha rodado Las trece rosas, de Emilio Martínez Lázaro, actualmente Siete mesas y, todo seguido, se instalará en Oviedo, donde de nuevo se pondrá en las manos de Gonzalo Suárez.