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El Vaticano multiplica los mensajes de buena voluntad

Enric González

El Vaticano siguió ayer emitiendo mensajes de buena voluntad y reconciliación. Benedicto XVI aprovechó, entre otros medios, un telegrama de condolencia enviado a las compañeras de sor Lionella, la monja de las Misioneras de la Consolada asesinada en Mogadiscio, en pleno furor musulmán por unas supuestas ofensas del pontífice a Mahoma. En el telegrama, firmado por el secretario de Estado, se insistía en la condena de "todo tipo de violencia". "Su Santidad confía en que la sangre derramada por tan fiel discípula del Evangelio se convierta en semilla de esperanza para construir una auténtica fraternidad entre los pueblos, en el respeto recíproco de las convicciones religiosas de cada uno", decía.

El presidente del Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso, cardenal Paul Poupard, se expresó en parecidos términos en un encuentro en Roma con el imán Sami Salem y el rabino jefe Riccardo di Segni. "La vía alternativa al terrorismo y a la violencia es el diálogo, y pasa por el reconocimiento de las diferencias", dijo Poupard. El imán y el rabino se mostraron de acuerdo y dieron por cerrada la crisis. El imán de Roma dijo esperar "un futuro donde el representante de cada religión pueda tener el orgullo de representarla y el respeto que merece", y valoró la reunión como "una gran ocasión para poder construir un puente para el diálogo".

El Vaticano prefería dar por oficialmente olvidado el incidente. Las feroces protestas musulmanas por un discurso del Papa centrado en los temas de la fe y la razón, en el que se incluía una cita medieval sobre los orígenes violentos del islam, dejaron, sin embargo, heridas en la jerarquía católica. Avvenire, el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, publicó un editorial que condenaba las "intimidaciones" musulmanas. "Si de verdad se aceptase la idea de que se puede exigir, además sin motivo, que el Papa calle, se excuse, se retracte, ¿quién podría hablar, discutir y opinar, con todo respeto, sobre cuestiones referidas a la fe islámica?", decía el texto.

El cardenal australiano George Pell, arzobispo de Sydney y amigo personal de Benedicto XVI, insistió en que "las violentas reacciones al discurso del Papa" demostraban "el vínculo entre religión y violencia que rige para muchos musulmanes, que se niegan a responder a las críticas con argumentos racionales".

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