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Una industria con final abierto

La digitalización del cine ha provocado una caída en las ventas de entradas y el alquiler de DVD, pero ha facilitado el aumento de producciones y el consumo por Internet

Es el enésimo cambio tecnológico al que se enfrenta el cine, y quizá sea el más duro. Después de la revolución del sonido, el color, la televisión y el vídeo, llega la era digital a la industria cinematográfica y, tal y como hizo con la de música, promete destruir sus cimientos. La noticia de que Apple comienza a vender descargas de películas por Internet, conocida esta semana, es un paso más en un incierto camino. El actual proceso para exprimir una película puede durar hasta dos años y medio, e implica a decenas de actores. La digitalización del cine ha roto eslabones de esa cadena (quien más está sufriendo es el videoclub) y ha acortado los plazos de amortización de las películas. En todo caso, y aunque cae la venta de entradas y DVD, aumenta la producción de películas y su consumo por Internet, lo que indica que los espectadores quieren ver cine, pero de otra manera.

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