"¿Cómo saco adelante a mi niña?"
En medio de la tristeza del fracaso, Omar Kunkara, de 26 años recibe una buena noticia. Nada más llegar en uno de los vuelos de repatriación fletados por el Ministerio del Interior, entra en un locutorio telefónico del centro de San Luis para decir a su mujer que ha llegado, que está bien, que no se preocupe porque pronto lo volverá a intentar. Ella responde que la niña que esperaban cuando subió al cayuco el pasado 1 de agosto acaba de nacer y se parece a él. Kunkara, que se dirigió cabizbajo al teléfono, vuelve exultante y en pocos minutos su semblante se torna preocupado.
"Esa niña era parte de nuestro programa", explica. "La queríamos tener pero ahora no sé cómo vamos a sacarla adelante". Antes de coger el cayuco que le llevó a Tenerife, este marchante de ropa recorría los mercados de Dakar para ahorrar los 500.000 francos CFA (unos 750 euros) que pagó por el viaje. Cuando reunió 200.000 pidió un crédito al banco. "Si antes teníamos una situación difícil ahora lo es más todavía", cuenta Omar. "Somos uno más para comer, y Credit Mutuelle
[el banco al que pidió el préstamo] no nos va a dejar respirar. La única salida es volver a intentarlo".
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