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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

A fuego lento

Con todos sus errores e imprevisiones, el Gobierno de Galicia está saliendo de la crisis de los incendios de agosto más airoso de lo que cabría prever, gracias a la sucesión de torpezas de la oposición. Hasta ahora, los deslices del PP gallego tenían algo de chusco, desde la célebre imagen de su líder, Alberto Núñez Feijoo, haciendo como que apagaba un fuego con una manguera, a la falsa atribución a la NASA de un fantasioso informe que duplicaba las cifras oficiales de hectáreas destruidas. Más grave es el asunto que se acaba de destapar con la difusión de una carta, enviada en junio por la secretaría de organización del PP coruñés a sus alcaldes, en la que se recomendaba una "estrategia basada en la dilación" de la firma de convenios con la Xunta para constituir las cuadrillas de extinción.

El PP argumenta que se trata de un "párrafo infeliz" en un extenso documento elaborado cuando los montes aún no ardían, con consideraciones políticas perfectamente defendibles e incluso con críticas fundadas al retraso de la Xunta en organizar el dispositivo contra el fuego. Pero no es necesario elevarse a las burdas exageraciones de algunos socialistas -que presentan la circular del PP como la prueba de que tras el fuego existía una "trama"- para deplorar la actitud de los populares, que se delatan mostrándose más preocupados por la batalla partidista que por la defensa de los montes ante la amenaza de cada verano.

El documento interno no sólo revela que el PP dio instrucciones a sus alcaldes para que practicasen el obstruccionismo y cumpliesen los trámites con deliberada lentitud. También es esclarecedor de los recelos populares ante las propuestas de introducir criterios objetivos para el reclutamiento del personal de las cuadrillas y para que la Administración autonómica estuviese representada en los órganos de selección. La circular revela sobre todo el temor del PP a que sus alcaldes perdiesen la potestad de contratar discrecionalmente a los miembros de las brigadas. Un comportamiento que refuerza la impresión de que el dispositivo creado por las administraciones de Manuel Fraga, por eficaz que se mostrase en determinados momentos, funcionaba como una terminal de la red clientelista tejida por ese partido, más condicionada por la fidelidad personal que por las capacidades profesionales.

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No le faltan razones al PP para quejarse de que socialistas y nacionalistas hayan diluido la investigación del Parlamento sobre los fuegos en una "comisión de estudio" de contornos imprecisos. Es necesario esclarecer la respuesta de las autoridades ante el desastre. De los responsables de la Xunta y también de los alcaldes a los que se instruyó para que antepusieran el partidismo a la defensa del patrimonio natural.

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