Los países aliados desoyen a los militares que exigen refuerzos en Afganistán
Los mandos calculan que son necesarios con urgencia otros 2.000 soldados
La OTAN consiguió ayer sólo buenas palabras de los aliados a la petición urgente de reforzar las tropas que desde el 31 de julio están desplegadas en el sur de Afganistán, donde hacen frente a una resistencia mayor de la esperada. La petición ha creado disensiones en la Alianza. "La OTAN y los países de la OTAN tienen que responder", dijo ayer en Londres Tony Blair, mientras algún embajador replicaba: "Se embarcan en operaciones serias sin medios y ahora dicen que todos tenemos que contribuir más". "Hay señales positivas, pero no se han hecho ofertas formales", resumió el portavoz aliado.
Los jefes militares aliados se reunieron ayer en el cuartel general de Mons para evaluar el despliegue en el sur y hacer correr la idea de que hay que enviar más tropas para dar consistencia al dispositivo militar puesto en marcha el 31 de julio con unos 10.000 soldados. Las estimaciones castrenses giran en torno a 2.000 militares adicionales, centrados en los 500-800 que requiere el batallón de reserva táctica, que no se ha formado aún, a los que deben acompañar el resto como dotaciones y apoyo de helicópteros de ataque y aviones.
La Operación Medusa, que desde el pasado día 2 se desarrolla en el sur de la provincia de Kandahar, en el núcleo del territorio talibán, ha puesto a prueba el despliegue de la ISAF (la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad que dirige la OTAN). En ella han muerto unos 500 talibanes, según los aliados, frente a dos docenas de pérdidas propias. El grueso de bajas son británicas, incluido el siniestro de un avión que costó 14 vidas. Londres ha movilizado casi 5.000 soldados en Afganistán, el mayor contingente aliado en la ISAF, con 3.600 desplegados en el sur.
"La Operación Medusa va bien, ha alcanzado ya los dos tercios de sus objetivos, pero ha puesto de manifiesto la necesidad de que las fuerzas estén al 100% de sus efectivos", explicó James Appathurai, portavoz aliado. El despliegue en el sur se ha realizado con sólo el 85% de las tropas y equipamiento reclamados en el plan de operaciones, y ahora se exige a los países que aporten el 15% restante.
La semana pasada, el general James Jones, comandante supremo aliado, empezó con las exigencias. Le han seguido otros mandos militares, el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, y el primer ministro británico. "Es importante que toda la OTAN considere esto como responsabilidad propia", insistió Blair, después de que Scheffer hiciera distinciones poco diplomáticas sobre si hay miembros de la Alianza "que soportan más peso que otros".
Los Gobiernos quieren evitar la carrera de reproches, pero a cambio de confidencialidad, algunos enseñan los dientes. "Están buscando que países que no están en el sur se impliquen", dice un embajador, que ve "el peligro de que fuerzas que no estén en Libertad Duradera, la operación antiterrorista que dirige EE UU en el este, sean llamadas al sur para hacer misiones" de esta operación. Libertad Duradera es puramente antiterrorista, mientras la ISAF tiene como mandato ayudar a la reconstrucción y extender la autoridad del Gobierno afgano. La ISAF tiene menos vocación de combate, aunque ha reforzado sus condiciones de acción con la entrada en el sur.
Los alemanes, que están en el norte con unos 2.700 soldados, han extendido su mandato un año más, pero no están dispuestos a enviar refuerzos al sur, como tampoco los franceses, los italianos o los españoles. Italia baraja la posibilidad de dotar con un avión más a sus hombres en el oeste, donde también hay unos 750 españoles.
Según Appathurai, con los refuerzos y la eliminación de ciertas restricciones impuestas por los países al uso de sus tropas se ganaría en efectividad y rapidez. "Las fuerzas de la OTAN en el sur están al límite y la llegada de más tropas permitiría a la ISAF alcanzar sus objetivos más deprisa", dijo.
"Ésa es una cuestión que hay que plantearse, la de si no se quiere ir más deprisa de lo lógico", señala un diplomático, mientras otro subraya la pertinencia de "adaptar la estrategia a los medios disponibles en vez de hacer lo contrario".
Las reclamaciones de los generales son claras y Appathurai reconoció ayer que se están discutiendo con los mandos castrenses y políticos en las capitales aliadas. El proceso de decisión irá madurando en una nueva reunión de los embajadores, mañana, y en las sucesivas de ministros de Exteriores y de Defensa, a finales de mes.
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