"Si la arquitectura que se hace en Bilbao es de cartón piedra, el tiempo la tirará"

El presidente de la Delegación de Vizcaya del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro, Iñaki Arrieta (Getxo, Bizkaia, 1948) insiste en que la arquitectura que importa es la cotidiana. Elegido para su cargo poco antes del verano, encara su mandato manifestando su apuesta por una arquitectura vinculada sobre todo al territorio. Al mismo tiempo, pide un seguimiento intensivo del crecimiento urbanístico del Gran Bilbao para que las plusvalías generadas tengan el máximo uso social posible.

Pregunta. ¿Corre Bilbao el peligro de convertirse en un parque temático de arquitectos-estrella, como han apuntado algunas voces críticas?

Respuesta. Es que yo considero que la arquitectura no son las obras extraordinarias; es el trabajo cotidiano del arquitecto, al igual que el médico o el economista atienden las cuestiones diarias vinculadas con su oficio. El arquitecto de relumbrón está bien que aparezca en determinado momento para construir edificios significativos, pero nunca hay que caer en la tentación del parque temático, y creo que nuestras autoridades se han dado cuenta de ese peligro. Es el símil de la alta costura: resulta imposible que vistamos todos de Dior.

"Las torres de Lutxana sí tienen su razón de ser por su condición de mojón metafórico"

P. Pero al área de Abandoibarra lleva ese camino.

R. Es posible que en Abandoibarra nos encontremos con un barrio que podría estar ubicado en Pittsburg, Boston, Londres o Moscú, en cualquier sitio. Insisto: confío en que la Administración se haya dado cuenta de ese riesgo, por lo que estimo que va a dar más entrada a los arquitectos locales. De todos modos, al final, dentro de 50 años, la arquitectura que sobreviva será una arquitectura filtrada. Si lo que se está haciendo en Bilbao es una arquitectura de cartón piedra, el tiempo la tirará abajo. Los edificios que perduran son los que tienen que ver con el carácter de los ciudadanos, con su historia, con los materiales propios del lugar.

P. Ahora le toca el turno a otras zonas de la comarca del Gran Bilbao. ¿Qué le parecen las dos grandes torres que se propone construir en la zona de Lutxana, en Barakaldo?

R. Creo que, aunque no sea un tipología habitual en nuestra zona, esas torres sí tienen su razón de ser por su condición de mojón metafórico. El lugar es un hito en la comarca, el encuentro entre el Asúa y el Nervión, un lugar simbólico. Ahora habrá que ver qué destino tienen esos edificios. De todos modos, a mí me preocupa la cantidad de plusvalías importantísimas que genera el desarrollo urbanístico del Gran Bilbao. En principio, éstas se están quedando en la comarca, pero ahora hay terrenos en la zona de la Ría que son propiedad del Estado, y hay que vigilar atentamente cómo esas recalificaciones benefician a los vizcainos.

P. Bilbao ya ha llegado al máximo de su urbanístico. ¿Se respetarán espacios todavía vírgenes como Artxanda y el Pagasarri?

R. La Villa, históricamente, ha recibido críticas por su ubicación en un botxo, un agujero. Pero también creo que ese emplazamiento encajonado, que le ha dado problemas, tiene una virtud: que la ciudad se acaba. Por eso hay que mantener esas colinas verdes como zonas de esparcimiento, de parques de uso mixto público-privado. Ahí sí creo que el Ayuntamiento tiene claros los puntos clave de la ciudad y que trabaja por su conservación. Además de estos bordes verdes, los otros son la Ría, el Casco Viejo y el Ensanche.

P. ¿Es posible una invasión de grandes urbanizaciónes en la costa vasca como ocurre en el Levante o en Cantabria?

R. En principio, no. El Gobierno vasco, en todos sus planes de ordenación territorial, presta especial atención a la ptrotección de los ríos y el litoral. No creo que suframos grandes descalabros en ese sentido. Es más, estos planes han producido, por su rigor, enfrentamientos con los políticos de los municipios y con vecinos, porque todavía no pensamos en clave de comarca: seguimos considerando que lo que ocurra fuera de nuestra localidad no es problema nuestro.