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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La estrategia de Bush

La amenaza del terrorismo islamista continúa estando bien presente en la retina y sobre todo en la mente de George W. Bush, quien pide al pueblo americano unidad para vencerla. Es una estrategia que el presidente de Estados Unidos intuye que, pese a todo, puede dar rédito a su Partido Republicano en el difícil reto electoral del próximo noviembre para revalidar su actual mayoría en el Congreso ante el Partido Demócrata. Poco importa para el titular de la Casa Blanca que, cinco años después del 11-S, Bin Laden no haya sido capturado, o que tres años y medio después del empantanamiento americano en Irak no se vea futuro.

La visión de Bush es simple: el peligro del terror no permite a EE UU bajar la guardia por muchas equivocaciones que haya cometido su Gobierno. Y son bastantes. Así lo ha querido transmitir el presidente en el discurso a la nación el pasado lunes por la noche con motivo de la conmemoración del 11-S. Ha sido un hábil llamamiento a la unidad al estilo de lo que solía hacer Ronald Reagan cuando su popularidad declinaba para justificar el rearme contra la extinta Unión Soviética, pero que ha merecido críticas de los demócratas por su oportunismo. Piensa Bush que sus conciudadanos comparten con él el sentimiento de que la lucha contra el terrorismo islamista es el gran combate que deben librar EE UU y el resto de las sociedades libres en este siglo. Tal vez esté en lo cierto dado que el peligro es muy real -tanto para EE UU como para todo Occidente-, pero el presidente haría bien en tomar nota de que cada vez más americanos atribuyen a los errores de la actual Administración republicana la matanza del 11-S.

Bush ha admitido en su discurso del lunes equivocaciones en la política en Irak. Sin embargo, ha sido hábil a la hora de utilizar tal autocrítica en su propio beneficio. Ha indicado que "sean cuales sean los errores en Irak, el peor error sería pensar que si nos retiramos los terroristas nos dejarán en paz". La baja popularidad de Bush no remonta, aunque ha subido algo en las últimas semanas. Apenas llega al 40%. Su política exterior ha abierto brecha no sólo en el campo demócrata, sino también en el republicano. Con todo, las recientes bravatas de Bin Laden o de su lugarteniente Al Zawahiri, o atentados como el de ayer contra la Embajada de EE UU en Siria contribuyen a fortalecer su actitud.

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