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El PSE pide que se pongan pulseras de vigilancia a los maltratadores

El PSE quiere que el Gobierno vasco extreme el control de los hombres maltratadores sobre los que pesa una orden de alejamiento de sus parejas. Para ello, propone, entre otras medidas, que se les coloque pulseras electrónicas de vigilancia similares a las que utilizan algunos presos cuando salen de la prisión y se encuentran en una situación de libertad vigilada. Según los socialistas, se trata de "invertir la situación" y volcar la vigilancia no sobre las víctimas sino sobre los que ejercen la violencia doméstica.

La parlamentaria socialista Gemma Zabaleta es la autora de la propuesta que debatirá el próximo mes el Parlamento. Zabaleta asegura que no basta con dar un teléfono a las mujeres maltratadas para que llamen a la Ertzaintza cuando se encuentran en apuros. "Ha quedado demostrado que cuando se produce la llamada de socorro a menudo ya es tarde". En su proposición no de ley, además de proponer la colocación de pulseras, pide al Gobierno vasco que incremente el número de policías destinado a la vigilancia de los maltratadores con orden de alejamiento.

Zabaleta sostuvo que el Gobierno de Vitoria tiene capacidad para mejorar la protección de las mujeres maltratadas y hacer que resulten efectivas las órdenes de alejamiento que dictan los jueces. "Puede que resulten iniciativas costosas desde un punto de vista económico, pero es que la vida de las mujeres que viven bajo la amenaza no tiene precio".

Durante el primer trimestre de este año, los jueces han concedido 210 órdenes de alejamiento de las 292 solicitadas en el conjunto de la comunidad autónoma. En lo que va de año, tres mujeres han sido asesinadas por sus parejas. "Las órdenes de alejamiento no evitan que el maltratador vuelva a agredir, pero si van acompañadas de todos los medios necesarios serán más difícil de quebrantar". Según los datos del Poder Judicial correspondientes a 2004, el 14% de los hombres que ese año asesinaron a su pareja o a su ex compañera tenían una orden de alejamiento.

"La lucha contra la violencia machista", añadió Zabaleta, "es un combate social en el que todas las medidas que se ponen en marcha son pocas. Hay que considerar que es un asunto que nos concierne a todos y no es un asunto de la vida privada y cotidiana". El problema es que las víctimas en ocasiones son doblemente víctimas. "Por una parte, por el acoso que sufren de su agresor y por otro lado, porque muchas veces son ellas mismas las máximas responsables de su protección".

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