Hipotecas más caras
Es de cajón que la persistente subida de los tipos de interés que viene aplicando el Banco Central Europeo (BCE) para prevenir las tensiones inflacionistas en la zona euro tendrá consecuencias para la economía española. Las familias españolas están fuertemente endeudadas, sobre todo para financiar la compra de su vivienda, y el encarecimiento de las hipotecas -unos 1.200 euros más al año para una hipoteca media- reducirá irremediablemente el gasto de consumo en los hogares. El euríbor -el precio al que las entidades bancarias se prestan dinero y principal indicador para fijar los préstamos hipotecarios- ha superado en agosto el 3,6% tras 11 meses consecutivos de subida. Los expertos estiman que no tardará en llegar al 4%, pero igualmente creen que el ascenso da señales de moderación.
El esquema de la desaceleración está muy estudiado. Primero se produce un desplazamiento del consumo hacia bienes más baratos y puntos de venta menos caros; después, caen los gastos en ocio (restaurantes, espectáculos) y, por fin, descienden las ventas en bienes duraderos (automóviles, electrodomésticos). El retroceso del consumo acaba pesando en las cuentas de resultados de las empresas y ello favorece un deterioro del mercado de trabajo. Sin embargo, conviene matizar esa secuencia. En primer lugar, porque el proceso será lento, muy dosificado y extendido en el tiempo. A pesar de la política monetaria restrictiva del BCE, los tipos de interés a corto plazo todavía son negativos para los tomadores españoles de préstamos, debido a la elevada tasa de inflación (4%).
Cualquier proyección razonable debe descartar efectos catastróficos: los desplazamientos del consumo difícilmente afectarán al pago de las hipotecas y por tanto no se traducirán en consecuencias graves para el sistema financiero. La frontera que convierte una desaceleración económica en una crisis aguda es la pérdida masiva de empleo, circunstancia que hoy parece improbable.
¿Cómo deben gestionarse las consecuencias de este drenaje del consumo? Procurando que el recorte del gasto familiar se transforme en una disminución de los precios y aprovechando el momento de dinero más caro para recomponer la deuda hipotecaria de las familias en préstamos menos vulnerables a la subida de tipos. El enfriamiento moderado del mercado inmobiliario es condición inexcusable para mantener tasas razonables de crecimiento económico, y al mismo tiempo construir a medio plazo un modelo de crecimiento menos dependiente del ladrillo.
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