El ingenio aplicado a la maquinaria
Visitar el taller de José Gancedo supone también descubrir el ingenio mecánico aplicado al txistu. Cuando se puso a trabajar en aquella primera flauta, lo tuvo que hacer de manera manual durante buena parte del proceso. No existía ninguna máquina herramienta que cubriese todas las operaciones precisas. Así que, cuando decidió dedicarse al oficio en serio, lo primero que hizo fue construir su propia maquinaria. "Este torno funciona con el motor de una lavadora", explica, mientras señala un complejo de hierro conectado a la red eléctrica mediante un transformador, lo que da idea de la antigüedad del motor, que funciona a 125 voltios.
"Está claro que si el proceso es manual, la precisión desaparece. Ningún instrumento es igual a otro y la complejidad de conseguir el afinado es mayúscula", explica. Y lo que buscaron los Gancedo, una vez fabricado su primer txistu, era la perfección sonora, todo un mito para esta flauta de pico. Y lo han logrado en buena medida gracias a un par de inventos que tienen patentados: la boquilla movible y el casquillo central.
Esta última pieza, una de las más complicadas, requiere 25 operaciones, desde que Gancedo corta el primer trozo de alambre hasta que suelda con plata todos los elementos que ha fabricado él mismo, entre ellos la llave que permite ajustar el afinado para que varios txistularis puedan tocar juntos sin que el resultado evoque el ambiente de una jaula de grillos. Sólo con ver la presentación del producto final (un cuidado estuche con la pieza madre y otras dos que se acoplan para ofrecer sendos afinados en fa natural y fa sostenido) se termina por comprender la labor de Pepe Gancedo en la dignificación de este instrumento popular.
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