Segovia no es Hay pero quiere parecerlo
El festival literario galés se trasplantará este mes a la ciudad castellana
Hay-on-Wye no es Segovia, pero la ciudad castellana tratará de parecerse. En la pequeña localidad galesa, donde viven 1.400 almas, se celebra desde hace 19 años un festival literario que se ha convertido en el paradigma de un modo distinto de divulgar la lectura, y Segovia quiere tenerlo. Presentó sus intenciones el pasado mes de mayo, mientras se celebraba el festival Hay en su sitio natural, y ahora llega el momento de pasar del propósito a la realidad. Cuando Bob Geldof lo abra, el 21 de septiembre, con un concierto, se sabrá si la ciudad castellana ha cumplido los requisitos que ahora se imponen para empezar a ser como Hay-on-Wye.
Hay basa su organización en la integración de la población en la propia logística del festival. Decenas de familias acogen a escritores, periodistas, editores, libreros; los alojan en sus casas; centenares de voluntarios conducen a los invitados desde los aeropuertos y desde las estaciones; otros sirven de conserjes, azafatas o funcionarios culturales, y en general, la localidad de Hay se confunde con el festival y es uno de sus protagonistas.
Ya hay 300 universitarios que se incorporarán al festival como voluntarios
El festival basa también su éxito -que ya ha sido trasplantado a Cartagena de Indias, Colombia, y que fugazmente también intentó abrirse paso en Deiá, Mallorca- en la complicidad que ha alcanzado con los medios de comunicación -The Guardian lo patrocina desde el principio-, en la complicidad con patronos y publicitarios, y en la convicción que definió así su director, creador y promotor, el ex actor Peter Florence: "Los festivales generan una energía".
Esa energía está en el modo de hacerlo y en el apoyo del público. Hay rompió el modo tradicional de presentar los libros o a los autores, que suele responder a una liturgia pesada, reiterativa, casi religiosa; genera debates múltiples, propicia desde su origen la intervención del público, mezcla asuntos de actualidad con preocupaciones clásicas, y hace que la propia presentación de los asuntos que propone desprenda en la gente la sensación de que asiste a un espectáculo elaborado según las leyes del teatro, del humor y del show. No en vano, Peter Florence es un hombre de teatro, como su padre, Norman, que está en el origen del Hay Festival.
Por cada una de las numerosas actividades que genera, Hay cobra. Y la gente (a algunos shows asistieron 2.000 personas) paga hasta seis euros, según sea aquello que se presente. La propia enumeración de las características del festival lleva a preguntarse si Segovia -o cualquier otro sitio de España- será capaz de parecerse a Hay. Clara Luquero, la concejal socialista de Segovia, y María Sheila Cremaschi, directora de proyectos de Hay, están convencidas de que así será.
El Ayuntamiento de Segovia se presentó en Hay con la seguridad de que la ciudad será capaz de hacer el festival. Ahora se confía en la población, que es parte fundamental de la filosofía con la que nació Hay en aquella remota y minúscula localidad galesa.
De momento, 300 jóvenes de la zona universitaria de Segovia han dado ya su palabra y se incorporarán a la organización; a cambio, recibirán comida, camisetas, entradas gratuitas... Se está estudiando un precio de entradas en torno a los cinco euros. Cuando Segovia consiga celebrar el festival habrá variado una de las pesadillas del mundo cultural: la de cómo organizar grandes acontecimientos literarios sin apoyos externos, cómo convencer a la gente de que vale la pena pagar por lo que merece la pena.Resulta difícil imaginar, de momento, que la población segoviana abra sus puertas, como hace la de Hay, a inquilinos ocasionales; los días del festival, Hay se convierte en una gran pensión colectiva en la que conviven periodistas, famosos presentadores de televisión, actores, escritores de todo el mundo, que conviven con vecinos que ya se sienten parte de la organización del certamen.
¿Y pagará la gente? En España ha sido hasta el momento imposible hacer pensar a la gente que una conferencia o un debate literario debe ser sufragado como el cine o el circo, al contrario de lo que sucede en otros lugares del mundo, como Inglaterra, Alemania o Estados Unidos.
Segovia / Hay tratará de demostrar que eso aquí también es posible; si lo logran, habrán variado una de las pesadillas del mundo cultural: cómo organizar grandes acontecimientos literarios sin apoyos externos, cómo convencer a la gente de que vale la pena pagar por lo que merece la pena. Están estudiando precios (¿cinco euros por entrada?) y van a dar becas a todos los estudiantes españoles que quieran acercarse.
¿Y voluntarios? Jóvenes de toda la zona universitaria de Segovia han dado ya su palabra y se incorporarán a la organización; a cambio recibirán comida, camisetas, entradas gratuitas...
Babelia
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