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Reportaje:CINE DE ORO

'Los caballeros las prefieren rubias'

EL PAÍS presenta mañana, sábado, por 8,95 euros, el musical de 1953 dirigido por Howard Hawks

La ingeniosa y chispeante Anita Loos durante un viaje en tren coincidió con una rubia despampanante y simplona que atraía toda la atención de los hombres que había por allí. "Si por casualidad se le caía la novela que estaba leyendo, había bofetadas por recogérsela. Yo, sin embargo, bajaba y subía la maleta sin que ninguno pareciese reparar en mis esfuerzos. ¿Por qué esa chica me daba cien vueltas en atractivo femenino? ¿Estaría su fuerza (como la de Sansón) en el pelo?". Buena pregunta para la que hay respuestas de todo tipo, sociológicas, psicológicas, filosóficas, históricas, como la que apunta a que la rubiedad pertenece a nuestro subconsciente donde se relaciona con la infancia, la inocencia, lo sano. Y tal vez con el oro, que siempre ha sido símbolo de poder. ¿Y por qué no con esas aventuras que los hombres de todos los tiempos han corrido por ir tras un vellocino de oro o tras una mina señalada en un mapa? Las rubias quedan así asociadas con la conquista y la aventura. Por eso en aquellos tiempos en que a los ligues se les llamaba melodramáticamente aventuras amorosas, una rubia sería una gran tentación, sobre todo si, como solía Marilyn Monroe, llevaba el pelo algo revuelto. Hitchcock, que, como sabemos, sentía debilidad por ellas, se lo hacía recoger la mayoría de las veces en elegantes moños, que las estilizaban y las volvían más irreales e inalcanzables. No es el caso de Marilyn, cuya conmovedora vulgaridad hacía creer a las mujeres que lo único que les faltaba eran unas pestañas postizas y un teñido platino para ser ella. Y a los hombres que no necesitaban ser ni inteligentes, ni ingeniosos, ni siquiera guapos para cautivar a una chica que en Los caballeros las prefieren rubias cree que Europa está en Francia y no al revés.

Ésta es la novela que a Anita Loos le inspiró la anécdota del tren y la rubia, cuya inmortalización literaria sería el personaje de la entrañable y graciosa Lorelei Lee, interpretada por Marilyn Monroe en la cinta basada en la novela y en el musical que la siguió. La novela tuvo tal éxito que Anita se animó a escribir Pero se casan con las morenas, de la que se rodó una versión con Jane Russell, a la que le falta la luminosidad aportada por Marilyn en Los caballeros... Y eso que Jane Russell quizá es más guapa y tiene mejores piernas que Marilyn. Pero Marilyn poseía el don, la gracia de hacer que el espectador se sienta un poco besado por ella, incluso hoy.

La película supone una explosión de alegría, de frivolidad, de vestidos de colores suntuosos, de pedrería cegadora, y brillantes grandes como "cubitos de hielo", de contraste entre el rubio platino de Marilyn y el negro azabache de Jane Russell. Este musical de diálogos ingeniosos y canciones que apenas interrumpen el ritmo de la acción y que es una delicia oír, como la mítica Los diamantes son los mejores amigos de una chica o Bye, bye, bye Baby, no pretende más que entretener con esplendor. Y, sin embargo, consigue algo más, que alguno que otro se pregunte por qué quiere pensar que las rubias o las guapas son tontas. ¿Usted qué cree?

Jane Russell, en una escena de <i>Los caballeros las prefieren rubias. </i>
Jane Russell, en una escena de Los caballeros las prefieren rubias.
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