Los artistas secretos
Las entregas de premios son tan largas que acaban en suplicio para el telespectador. Las ceremonias de goyas y oscars, todas se parecen en esto, nos hacen aguantar retahílas de nombres y de oficios, desconocidos para el común de los mortales, que ocupan gran parte del acto y reciben la misma atención que actores, directores, guionistas, fotógrafos..., es decir, los premios gordos. Estos galardonados menores suben al escenario muy contentos, pronuncian discursos agradecidos a un sinfín de ayudantes de los que sólo citan el nombre de pila, los cuales, a su vez, suelen vocear desde el graderío con un entusiasmo que nadie más comparte. Son peluqueros, maquilladores, directores artísticos, jefes de producción, inventores de efectos especiales... generalmente gente sin glamour que dan un calambre al dedo del zapping. ¿A quién le importa el quehacer de estos artistas anónimos? Ni siquiera, en ocasiones, a quienes trabajan a su lado... Contaba Imperio Argentina que rodando Tosca a las órdenes de Jean Renoir, había un jovencito muy pesado que siempre estaba junto a ella pendiente de algún pliegue de su vestido. La estrella no lo soportaba, y ya entonces el muchachito se llamaba Luchino Visconti...
Personajes anónimos
En una película tan costosa como Alatriste, la presencia de estos técnicos es muy notoria. Por fin la oportunidad de un buen trabajo de lucimiento, con medios, y jugando con la vistosidad de otras épocas... aunque no por ello sean reconocidos en la promoción o en las páginas web de la película. Quizá sean tantos que no hay sitio para citarlos convenientemente; en cualquier caso, es ésta una excelente ocasión para reconocer su buen hacer. Un ejemplo puede ser el gran Benjamín Fernández, el director artístico que empezó de jovencito en las producciones norteamericanas de Bronston, allá por los sesenta, y que a la chita callando se ha ido codeando con buena parte de lo mejor del cine anglosajón. Cuando le dieron el Arts Directors Guild por su trabajo en Gladiator, o el Goya por Los otros, lo vimos simplemente como uno más de esos personajes anónimos que suben al escenario para agradecer la colaboración de los suyos, mientras que nosotros seguimos pendientes de los premios que realmente son noticia. Fue curioso que de las 15 nominaciones a premios Goya que tuvo Mar adentro, fuera precisamente Benjamín Fernández el único que se quedara sin premiar. Quizá ahora, con su brillante trabajo en Alatriste, la Academia palíe aquel error.
Esta superproducción española del momento va a dar alas, por aquí y por allá, a toda serie de pareceres. Pase lo que pase, quitémonos el sombrero, como tanto hace el personaje de la propia película, ante los artistas anónimos que le han dado esa pátina que hasta hoy, día de su estreno, está siendo su mayor reclamo; aunque luego, a la hora de los premios, fastidien el ritmo de la ceremonia incitándonos a cambiar de canal.
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