Atascos
El autor considera necesario disuadir a los ciudadanos para que usen el coche lo mínimo, fomentando el uso del transporte público.
Casi la mitad de los vizcaínos considera caro el precio de los transportes públicos y cerca de un 38% asegura que sufre atascos de tráfico todos los días. Estas retenciones provocan una media de más de 20 minutos de retraso por desplazamiento.
No lo digo yo. Lo apuntaba ya hace tres meses el primer estudio sociológico en este territorio sobre las inquietudes de sus residentes y la satisfacción con su modo de vida. Noventa días más tarde todo sigue igual. No van muy desencaminados. El Gobierno vasco prevé que en 2010 el colapso en nuestras carreteras vascas puede ser total.
La congestión del tráfico en las grandes ciudades es el problema de todos los días y no sólo de los puentes y vacaciones. Por eso, las autoridades municipales de distintas urbes ya han implementado medidas concretas para solucionar lo que muchos creen que no tiene remedio. No hay que irse muy lejos. Londres por ejemplo puso en marcha ya hace tiempo un peaje urbano por conducir en el centro. La medida que consiguió reducir el tráfico y logró cambiar los hábitos de transporte de muchos londinenses, tuvo sin embargo sus detractores, fundamentalmente los comerciantes de las zonas afectadas.
El Gobierno vasco apunta la posibilidad de que en 2010 el colapso en nuestras carreteras puede ser total
Cerca de un 38% de los vizcaínos asegura que en sus desplazamientos sufre atascos de tráfico todos los días
No es el único caso. El problema de los atascos y su coste económico han puesto sobre la mesa multitud de alternativas. Algunos responsables políticos han llegado a sugerir incluso la solución de salidas escalonadas como fórmula magistral para terminar con los colapsos en las carreteras y en las ciudades.
En ciertos países, como Alemania, este escalonamiento se produce en los periodos de vacaciones, precisamente para evitar el colapso de carreteras, estaciones y aeropuertos, por un lado y por otro, para evitar que se paralice en verano. Son los ministros de Educación y Cultura de los länder quienes, cada tres o cuatro años, fijan todas las vacaciones escolares anuales, de tal manera que el comienzo y el final de cada uno de los periodos no coincida en prácticamente ninguno de los 16 estados federales. ¿Se imaginan algo así en Euskadi?. ¿Solucionaría en parte las entradas y las salidas a las tres capitales vascas?
De lo que no cabe duda es de que a día de hoy en un país occidental es prácticamente imposible terminar con los atascos. Que se lo pregunten al concejal de Movilidad de San Sebastián, a Ernesto Gasco que achaca las grandes congestiones en la ciudad a la masiva afluencia del turismo en la época estival. Si esto no llegase a ocurrir, algo raro sucedería. Los españoles en general y los vascos en particular consideramos el vehículo privado como un artículo de primera necesidad y no como un artículo de lujo. Y ante la creciente motorización de las familias, no basta sólo con que los gobiernos realicen inversiones en infraestructuras, es necesario disuadir a la gente para que utilice el coche lo mínimo, fomentando el uso del transporte público (hasta un 7,8 de nota le ponían los vizcaínos en abril a esta modalidad).
Y por muy simple que parezca, por muy clásica que se presente la idea; hoy por hoy es la más eficaz para acabar con la congestión del tráfico. No es la única, a ella habría que podríamos añadir muchas otras como la prohibición de circular para los vehículos pesados, la aplicación de las nuevas tecnologías de la comunicación a las gestión en línea del tráfico, el desarrollo de proyectos de investigación relacionados con el transporte de mercancías que intensifiquen el uso del ferrocarril, para reducir el transporte por carretera y la buena gestión de un bien escaso como es el de estos viales en momentos concretos de uso masivo.
Fíjense hasta dónde llegará la preocupación que algunos científicos han tratado incluso de construir modelos matemáticos que permitan simular el tráfico para predecir congestiones y atascos. Pero claro está, se han olvidado de lo más importante: el comportamiento y el carácter de los conductores. Eso sí que no los registra ninguna fórmula.
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