Israel y la guerra de Líbano
En numerosos artículos y cartas de lectores aparece consolidarse una "narrativa oficial" que el pensamiento único utiliza para explicar el conflicto en Líbano. Según ésta, Israel "uso como pretexto" para su "agresión" el secuestro de dos de sus soldados. Este argumento "olvida" que Israel fue atacada -además de dicho secuestro- por más de 4,000 misiles sobre su territorio. Si Israel hubiese utilizado la misma estrategia de Hezbolá (usar los civiles propios como escudos humanos o ponerlos deliberadamente en la línea de fuego), el número de víctimas civiles en ese país hubiese sido escalofriante (sirva sólo de ejemplo la matanza de Haifa, en la que ocho civiles murieron por un solo cohete). También se olvida decir que el secuestro y la lluvia de Katiushas fueron "la ultima gota" de un vaso que ya rebasaba, con regulares ataques de Hezbolá sobre el territorio israelí, incluyendo secuestros de civiles y militares.
El otro argumento, que a fuerza de repetir acríticamente se vuelve verdad revelada, es que la guerra fue una conspiración de Estados Unidos e Israel, en la cual el país hebreo fue la punta de lanza de Bush en Medio Oriente. El Gobierno del Ehud Olmert fue electo con la plataforma de mejorar la situación socioeconómica de Israel y retirarse de los territorios palestinos. ¿En qué podía beneficiar a Israel esta guerra? ¿Qué provecho podía obtener el Gobierno de una situación que da por tierra, de un solo golpe, con todos sus planes?
Lo cierto es que Israel ni buscó, ni se benefició de esta guerra, que le fue impuesta por Hezbolá y sus patrones de Irán y Siria. Los popes del pensamiento único siempre verán conspiraciones en el campo de las democracias -Israel, EE UU, Reino Unido- nunca en el de las tiranías -Irán, Siria, etcétera-. ¿O es que a nadie le sorprende que un movimiento vasallo de Irán comience una guerra en el justo momento en el que se debaten en la ONU sus planes nucleares?
El otro elemento de la narrativa oficial es que el problema de fondo en la guerra de Líbano es la cuestión palestina. En otras palabras, si Israel se retirase de todos los territorios palestinos no habría más problemas. La guerra de Líbano prueba justamente lo contrario. Tal como reconoció la ONU, Israel se retiró hasta el último milímetro de tierra de Líbano. La formula de "paz por tierra", que dice que Israel obtendrá la paz cediendo territorios, se convirtió en "tierra por misiles". Lo mismo pasó en Gaza, de la cual Israel se retiró totalmente, desmantelando sus asentamientos y obteniendo a cambio misiles Kassam y secuestros. Tanto Hezbolá como Hamás buscan la destrucción de "la entidad sionista", no un acuerdo diplomático.
Los ataques de Hamás, Hezbolá y Yihad son la causa y no la consecuencia del fracaso de las tratativas de paz. Los movimientos fundamentalistas no son "producto de la ocupación". Existían antes de la misma y -tal como vemos- continuarán aun cuando ésta termine. La solución del problema palestino es necesaria, por motivos morales y humanos, pero se equivocan quienes creen que eso detendrá al terrorismo.
Una de las bases del conflicto es la voluntad de los radicales de destruir a Israel, y no una reivindicación territorial o política. Intelectuales europeos, embriagados de antiamericanismo y presos de una fascinación suicida con los fundamentalistas islámicos, construyen una narrativa que elige justificar indirectamente todo acto de terror y por ende fortalece a los radicales de uno y otro bando.
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