"Dar permiso de residencia sin permiso de trabajo es absurdo"
El primer indio llegó a Olot en 1988, atraído por las posibilidades de trabajo en el sector de las placas de yeso. Tras él, llegaron a la capital de la Garrotxa cientos de compatriotas suyos procedentes, sobre todo, del Estado de Punjab. Hoy por hoy, constituyen la población inmigrante mayoritaria de Olot, con 1.004 personas. Jugraj Singh, de 33 años, nacido en Daudhar (Moga, Punjab) llegó en España en el año 2000 procedente de Alemania, donde había trabajado cinco años. Estuvo casi un año en Barcelona y de allí se trasladó a la Garrotxa. Habla punjabi, hindi, alemán y español. Vive con su esposa y su hijo de 12 años en un piso de propiedad en Olot y es secretario de la Asociación india de la Garrotxa.
"Todos hemos venido a trabajar y para trabajar no es necesario el catalán y casi ni siquiera el español"
Jugraj Singh llegó a España poco antes de que entrara en vigor la moneda común de la Unión Europea. Como cualquier otro español ha vivido sobre su propia carne la subida precipitada del coste de la vida. "Hace tres años podías comprar un piso por ocho millones; ahora el más barato cuesta 32", afirma Singh. Él, sin embargo, tuvo suerte. Tanto él como su mujer trabajan y pudo comprar un inmueble antes que los precios se dispararan. "La situación para los que llegan ahora es más complicada", reconoce Singh, "no tienen más remedio que ir de alquiler pero también el alquiler es carísimo. En Barcelona ya es frecuente que dos familias compartan piso".
Jugraj Singh habla el español con corrección pero no el catalán, que incluso le cuesta entender, a diferencia de su hijo, que estudia en la Escola Pia de Olot y lo habla perfectamente. Aun así, su conocimiento de las lenguas autóctonas es superior al de la mayoría de habitantes de Olot de origen indio. "Todos hemos venido a trabajar y para trabajar no es necesario el catalán y casi ni el español". Los conocimientos lingüísticos de Singh le han convertido en un puente entre la dirección de la empresa donde trabaja (una conocida industria cárnica de Olot) y los numerosos trabajadores indios que forman la plantilla, que hablan punjabi o hindi. Con uno que entienda las órdenes y las transmita basta.
Singh es también uno de los interlocutores principales del Ayuntamiento de Olot cuando deben tratarse temas que afectan la comunidad punjabi. Una de las más peliagudas ha sido la construcción de un templo para los practicantes de la religión sikh, que son la mayoría de los indios habitantes en Olot. Aunque la construcción del templo, que tendrá capacidad para unas 150 personas, ha levantado críticas entre los vecinos, Singh lo atribuye al desconocimiento. "Hay gente que nos ha confundido con otras religiones y creen que vamos a degollar corderos dentro del templo", opina Singh. Sin embargo, tras analizar algunos parecidos entre el cristianismo y la religión sikh, Jugraj Singh se muestra convencido de que su religión "es igual que el cristianismo". Aparte de la prohibición de comer carne de vaca, animal sagrado en la India, Singh recuerda que "para un sikh está prohibido pelearse con los demás y hacer daño a la gente". "Tampoco podemos casarnos con más de una mujer a la vez, como pasa en otras religiones". El templo sikh, que está casi terminado, pronto entrará en funcionamiento y Singh considera la polémica casi superada aunque "aún cuelgan algunas pancartas de protesta contra la construcción del templo", reconoce.
Jugraj Singh plantea su estancia en España como un periodo temporal, "largo pero temporal". Su sueño es reunir el dinero suficiente para poder volver a la India en unas condiciones dignas. "En mi país hay mucho dinero, pero está muy concentrado y persiste una estructura económica de la sociedad; si tienes dinero lo tienes todo, si no tienes, no tienes nada", explica Singh, que admite que su deseo de volver a la India no es excepcional. "Casi todo el mundo quiere volver", admite. Quizá por este motivo, Singh se muestra poco interesado en la vida política local y nacional.
Cuando se le pregunta por el reciente debate sobre el derecho a votar de los inmigrantes se reconoce desinformado. "La política no me interesa", admite. Sin embargo, parece tener un muy buen conocimiento de la casuística de permisos para extranjeros y una opinión bien formada sobre las deficiencias de este sistema. "¿Por qué el Estado concede permisos de residencia sin permiso de trabajo?", se pregunta, "es absurdo". Según Singh, las dificultades para obtener un permiso de empleo potencian el fenómeno de la explotación de la miseria. "El hecho de que para obtener un permiso de trabajo sea necesario una oferta de empleo por parte de un empresario hace que muchos empresarios pidan dinero a los inmigrantes a cambio de una oferta de trabajo". "Si el Estado concediese los permisos de trabajo juntamente con los de residencia, esto no pasaría", concluye. No obstante, Singh reconoce ser feliz en Olot, donde "todo el mundo es muy buena gente e intenta ayudarte". La situación de las comunidades punjabi que habitan en las comarcas de Girona, y especialmente en Olot, es analizada en un libro que acaba de publicar la Diputación de Girona. Se trata de Desh Pradesh. El meu país, l'altre país, de Anna Farjas, una obra útil para comprender mejor la situación de los cientos de indios que habitan en nuestro país. Y es que tal como afirma un proverbio punjabi: "Dos cosas hay en todo el mundo: pan y punjabis".
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