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El fenómeno de la inmigración

La renta 'per cápita' hubiera caído un 0,6% anual en la última década sin los extranjeros

Un informe de Caixa Catalunya atribuye a los inmigrantes el impulso del consumo y el empleo

Una "señal de alarma". Así describe un informe de Caixa Catalunya el "modesto" crecimiento económico que se hubiera producido en España en la última década sin la inmigración. Según una simulación del servicio de estudios de esta entidad financiera, la renta per cápita española (el PIB dividido entre la población) hubiera retrocedido un 0,64% anual entre 1995 y 2005 sin la aportación de la mano de obra extranjera. Los inmigrantes evitaron esta caída y fueron decisivos para que la riqueza por habitante aumentara un 2,6% anual en este periodo. España es el país comunitario donde más se ha incrementado la población inmigrante, que, según la caja, acapara la mitad del crecimiento del consumo y de los nuevos empleos.

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España ha ido bien y va bien. Pero le debe mucho a los inmigrantes, a tenor de los términos en los que el Informe semestral sobre la economía española y el contexto internacional de Caixa Catalunya vincula las transformaciones demográficas que han tenido lugar en el país y la realidad de su economía.

La población residente en España aumentó en 4,17 millones de personas en la última década. En total, la población avanzó un 10,7%. Se trata de un ritmo mucho más intenso que el registrado en sus vecinos europeos, salvo en la expansiva Irlanda. De media, la Europa a Quince, previa a la ampliación al Este, vio incrementar su población residente sólo un 4%. Un 79,4% de los nuevos habitantes de España son inmigrantes, y la han convertido en el país comunitario donde la población extranjera ha crecido más (8,4%).

PIB a la baja

Las consecuencias de este impulso demográfico para la evolución del Producto Interior Bruto (PIB) o la riqueza que se genera son de envergadura. Durante la década analizada, España fue una locomotora en crecimiento en el contexto europeo. El PIB español registró un progreso del 3,6% anual, punto y medio por encima de la media comunitaria y más de dos puntos por encima de Alemania.

Al prescindir en sus simulaciones del mencionado impulso demográfico, el estudio advierte de que el PIB español "podría haber caído a un ritmo superior al 1% anual, mientras que la Unión Europea sin España todavía crecería a una tasa del 1,3% anual". Sobre todo si se tiene en cuenta que la inmigración, que llega normalmente en edad de trabajar, explicaría (junto con la incorporación de la mujer al mercado laboral) que la población activa haya avanzado en España especialmente deprisa en relación a la población total. La tasa de actividad de los trabajadores extranjeros (76%) entre los 16 y los 64 años es superior a la de los españoles (55%).

Teniendo en cuenta que la mitad de los nuevos hogares creados en España en los últimos años la sustenta un extranjero, y también que su llegada se concentra en franjas de edad con una propensión al consumo más elevada (entre los 25 y los 45 años), las consecuencias son de lo más diverso. El servicio de estudios de la caja estima que más de la mitad de los nuevos empleos creados en los últimos cuatro años en el país los han absorbido inmigrantes. "No sería excesivo postular que cerca del 50% del aumento del consumo y aproximadamente un tercio del crecimiento de la demanda de viviendas está vinculada, directa o indirectamente, a la entrada de inmigrantes", añade.

La aportación de los inmigrantes ha sido clave en todo el club comunitario, aunque la intensidad de su contribución es distinta según los países. Sólo Irlanda, Finlandia y Francia podrían alardear de que su riqueza por habitante ha aumentado, aunque menos, al descontarle el esfuerzo realizado por la mano de obra extranjera. Sin esta contribución de la inmigración, por el contrario, Alemania e Italia hubieran visto retroceder su renta per cápita un 1,52% y un 1,17% anual, respectivamente.

De media, la Europa de los Quince hubiera asistido a una caída del 0,23% de su renta per cápita sin la inmigración. Y gracias a ella, el PIB por habitante aumentó un 1,79%.

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