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Tribuna:SEGREGACIÓN ESCOLAR
Tribuna
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El Tribunal Supremo, la coeducación y la canción de Los Bravos

El pasado 2 de agosto se hacía publica la sentencia del Tribunal Supremo sobre la escolarización separada de chicos y chicas concluyendo que no era discriminatoria y que es compatible con la financiación pública mediante el sistema de conciertos educativos.

Rápidamente grabamos en una casete una canción y la enviamos al Tribunal Supremo con la esperanza de que la reciban y la escuchen ¿Adivinan de qué canción se trata?, sí. Las chicas con los chicos del grupo Los Bravos. Este grupo nacido en 1966 escandalizó a unos cuantos con su canción y hoy, en 2006, ¡40 años después! Está de total actualidad. La canción decía cosas como: "Los chicos con las chicas tienen que estar, las chicas con los chicos han de vivir, y estando todos juntos deben reír. Los tiempos han cambiado, yo soy feliz, la edad de piedra ya pasó al menos por aquí...".

El fallo del tribunal recuerda que la Convención Internacional para la lucha contra la discriminación considera que la enseñanza separada no discrimina por razón de sexo. Si del redactado de las actuales leyes y convenciones se puede deducir semejante cosa es evidente que es urgente cambiarlas.

En este artículo del día 2 se escribe algo que últimamente oímos con demasiada frecuencia y que no es exactamente así: "La Constitución reconoce a los padres el derecho a elegir la educación que deseen para sus hijos" y esto se utiliza como argumento para justificar el desvío de fondos públicos a escuelas que segregan a niños de niñas. La Constitución lo que hace en su artículo 27.3 es reconocer a los padres que "sus hijos reciban la educación religiosa y moral de acuerdo con sus convicciones", pero naturalmente dentro de los principios establecidos por nuestra Constitución. Por ejemplo, si un padre considera el castigo físico un elemento necesario para la corrección de conductas que considera nocivas, no podría aplicarlo en nuestras escuelas, al igual que no está permitida la ablación de las niñas aunque forma parte en determinadas culturas de su formación religiosa y moral.

En nuestra opinión, detrás de esta sentencia, hay también una determinada concepción de para qué sirven, o para qué acuden nuestras hijas e hijos a los colegios e institutos. Los hay que piensan que allí se va a instruirse en determinadas materias, lengua, matemáticas, historia... y que como esas materias se dan por igual tanto si en la clase hay sólo chicos, chicas o si están juntos concluyen por tanto que no existe discriminación alguna. Otros van más lejos y sacan a relucir teóricos y estudiosos cuyas conclusiones, según ellos, demuestran que si están separados el rendimiento es mayor y por tanto abogan que las escuelas separadas son mejores, incluso los hay que se apoyan en la genética para justificar sus conclusiones.

Mucho nos tememos que vamos a empezar a ver publicadas y difundidas estas ideas cada vez más. Están en su derecho ya que nuestra constitución ampara el derecho a la libertad de opinión. Aunque no debemos olvidar que también la constitución y los derechos humanos (tal como nos enseña nuestro querido maestro Gonzalo Anaya a sus 91 años) hablan del derecho a la EDUCACIÓN. El artículo 27.2 dice: "La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales".

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O sea, que no estamos hablando solamente de aprender conceptos o materias, sino de formar a los futuros adultos que deberán vivir y convivir en un país democrático. En FAPA-Valencia (Federación de Madres y Padres de Alumnos a la que pertenecemos), siempre decimos que los valores se aprenden practicándolos. Es contradictorio estar hablando de la igualdad, la no discriminación y la necesidad de la convivencia entre todos cuando en la práctica diaria del alumnado se les está separando por sexos.

Si lo principal de la asistencia a la escuela es la de acumular saberes de las materias que se imparten, tendrían que dar su apoyo entonces a los que forman parte del movimiento "sin escuela" que está creciendo en EE UU e Inglaterra. Estos padres preconizan la no asistencia de sus hijos a las escuelas, argumentan que aprenden más estando en casa ya que en la escuela se producen situaciones estresantes, conflictos en la convivencia y otras situaciones que impiden aprovechar el tiempo de estudio y su rendimiento.

¡Qué contento se pondría el conseller de educación si este movimiento se desarrollase! Ya no tendría que construir más centros educativos, ni adecuar los existentes, y se quitaría de encima este gran problema por el cual continuamente estamos a la greña. Pero además, esta concepción del centro escolar como mero transmisor de materias hace invisibles e innecesarias no sólo a las AMPA sino a las familias, porque yo no puedo colaborar con el centro o con el maestro para que le enseñe logaritmos a mi hijo si ni siquiera yo los sé, la distancia entre la escuela y la vida se hace abismal. Pero si la escuela es un centro EDUCATIVO, el papel de las AMPA y las familias, nuestra implicación y colaboración con el profesorado es imprescindible. Se necesita la implicación de todos para transmitir y practicar aquellos valores, principios que emanan de una sociedad democrática, se necesita nuestra implicación para colaborar con el profesorado y conseguir que nuestras hijas e hijos amen el saber, se impliquen en ese necesario y satisfactorio esfuerzo por aprender y compartir saberes...

Pero aún hay más, si se da por válido el argumento de que como la enseñanza (que no educación) que se les da es la misma, ya que como decía antes, las materias son iguales, y por tanto no se puede considerar que se discrimina por el hecho de separar a los chicos de las chicas, pues con el mismo argumento nadie podría decir que se estaría discriminando si existiesen colegios para blancos y otros para negros, o sólo para los nacidos en el pueblo, o para rubios y morenos... La única condición, según la audiencia nacional en una sentencia emitida con anterioridad es "que los padres puedan elegir en un entorno gratuito de la enseñanza entre los centros existentes en un determinado territorio...".

Lo dicho, tendremos que pedirle a ese grupo de los años 60, Los Bravos, que vuelvan a poner de moda su canción ya que parece que determinados sectores de la sociedad no están dispuestos a que los tiempos cambien.

Gemma Piqué y Carme Molina son, respectivamente, presidenta de FAPA-Valencia y presidenta de la Comisión de Coeducación del Consell Escolar Valencià.

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