Recetas de compleja sencillez
CASA SOLLA, cerca de Pontevedra, se renueva con las ideas de José Solla hijo
Desde que José Solla (hijo) se hizo cargo de este antiguo restaurante en los aledaños de Pontevedra, su transformación parece haber seguido los dictados de un manual de estilo. Pocas veces en la hostelería española un relevo generacional se ha acompasado de manera tan sensata al ritmo de los tiempos. El gran momento que ahora atraviesa Casa Solla nos sumerge de lleno en un debate de conceptos. ¿Puede ser moderno un cocinero fiel a sus propias raíces? ¿Es posible emocionar a los comensales con platos contemporáneos que no renuncien a los sabores domésticos?
A pesar de su envergadura profesional, Pepe Solla no ha inventado nada nuevo: no ha aportado ninguna técnica a la vanguardia española ni ha transgredido las fronteras del sabor con propuestas inéditas. Tampoco sus platos recurren a golpes de efecto. Al contrario, lo suyo es el equilibrio, la sensatez y el respeto por unas materias primas que -eso sí- trata con técnicas actuales. Para conseguir que unos lomos de jurel en escabeche suave se conviertan en un plato memorable hay que controlar las temperaturas al milímetro. Lo mismo que para preparar un finísimo taco de mero y verduras asadas, pescado que se abre en lascas blancas exhalando sus jugos marinos. Recetas de compleja sencillez, herederas de la tradición, que no renuncian a una estética de diseño. En el fondo, cocina tradicional resuelta con criterios modernos.
CASA SOLLA
7,5. Avenida de Sineiro, 7. San Salvador de Poio (a 2 kilómetros de Pontevedra). Teléfono 986 87 28 84. Cierra jueves y domingo por la noche, y lunes. Precio medio: entre 50 y 60 euros. Menú degustación, 51 euros. Menú 'express', 37. Gambas con judías, 14,35. Mero con crema de patata y trigueros, 28,50. Costillas de cerdo confitadas con cachelos, 17,60. Chocolate costrado al horno, 8 euros.
Pan ... 6
Café ... 8
Bodega ... 7,5
Aseos ... 7
Ambiente ... 8
Servicio ... 8
Quienes no sientan la necesidad de solicitar los mariscos de la casa (cigalas, ostras, camarones, centolla) pueden optar por otros entrantes divertidos. Quizá por un sabroso minibocata de sardinas con tomate y albahaca; tal vez por unas vieiras con jamón y guisantes, o por su desenfadada versión del huevo con pan y chorizo.
La vinculación de Solla con la cocina tradicional queda en evidencia en una receta tan rotunda como la cacheira (careta de cerdo) preparada con la misma técnica de la carne o caldeiro. Y su identificación con la precisión de la pastelería, ciencia con la que se inició en la cocina, con un plato tan excepcional como las costillas de cerdo ibérico, que cuecen durante horas al vacío a baja temperatura para, una vez deshuesadas, dorarlas a la parrilla.
VENTANALES A LA FRONDOSIDAD
CASA SOLLA ocupa un antiguo pazo completamente remodelado, todo piedra por fuera y luz y diseño por dentro, con un espacioso comedor cerrado por ventanales panorámicos. Detrás de las cristaleras, la frondosidad del paisaje gallego. Y en un lateral, una cocina a la vista que permite seguir en directo las evoluciones del patrón y su equipo. Curiosamente, la carta, que no es demasiado extensa, resalta en negrita los ingredientes antes que sus recetas. Desde los entrantes hasta los postres, Pepe Solla realza los productos principales (gambas, caballa, mero, costillas, queso, cerezas), dejando para un segundo término las fórmulas que aplica. Si no se elige a la carta, lo mejor es optar por cualquiera de sus dos menús. Por 51 euros más IVA, el menú degustación incorpora varios aperitivos, cuatro entrantes, un pescado, una carne, dos postres y pastelitos de sobremesa. Y por 37 euros, el menú express, más abreviado, un entrante, pescado, carne, postre y distintas fruslerías dulces. Alternativas sugerentes que permiten disfrutar de algunos de sus platos emblemáticos, como el bacalao confitado con queso y espinacas, las costillas o su chispeante huevo con chorizo.El repertorio dulce (cerezas con nata y pistachos, torrija con flan de coco y mango, suflé clásico) mantiene la misma línea de eclecticismo. Tampoco desmerece la bodega, que en ciertos apartados está acaparada por las marcas gallegas, pero que contiene una sesuda recopilación de vinos de distintas denominaciones de origen españolas.
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