La psicosis de un pueblo
Los 500 vecinos de El Berrueco exigen que un presunto pirómano ingrese en prisión y deje de incendiar el pueblo
Los 500 vecinos del municipio serrano de El Berrueco han decidido salir a la calle e intentar acabar con una pesadilla que sufren desde hace cerca de un año. Éste es el tiempo que lleva actuando en el municipio el supuesto pirómano, José D. C., de 47 años. Ha quemado presuntamente cuatro coches, una docena de pajares y lo ha intentado con más inmuebles. Los afectados sienten una mezcla de psicosis por el fuego y mucha indignación. La Guardia Civil lo ha detenido en dos ocasiones, pero la justicia lo ha dejado en libertad pese a la alarma social levantada.
La historia de José D. C. en el municipio comienza hace una década, cuando llegó a trabajar en un restaurante llamado El Picachuelo, junto al cámping. Antes había trabajado como camarero en la capital. Su buen hacer en la restauración y su carácter abierto y bromista hicieron que poco a poco fuera ganándose la confianza del pueblo. Los vecinos reconocen que era muy abierto, ya que consiguió en poco tiempo conocer a todos los residentes, entrar en sus casas y hacerse amigos.
"Desde el principio vimos algo raro en él. Cuando llegó, se pasaba todas las noches tocando el claxon por el pueblo y no dejaba dormir a nadie. Al día siguiente decía que era una broma y la gente, como se reía, lo perdonaba", comentó una vecina.
El problema comenzó hacia octubre del año pasado. Todo fue a raíz de que rompiera sentimentalmente con su novia, una vecina de la localidad. Primero, incendió supuestamente el coche de ella; luego, según los vecinos, atacó el automóvil de la hermana y un pajar. Poco a poco, siempre según estas versiones, fue quemando otros inmuebles. Su época de mayor actividad se dio antes de Semana Santa, dicen los vecinos. Entre febrero y marzo, cometió supuestamente entre 18 y 20 incendios. El Ayuntamiento contrató vigilantes para controlar a José D. C. La Guardia Civil también reforzó su presencia con patrullas de paisano.
El supuesto pirómano fue detenido por agentes del instituto armado, pero quedó en libertad. Como el fiscal no acudió -según los vecinos y fuentes de la investigación- a la comparecencia del arrestado, y por consiguiente no pidió su ingreso en prisión, la juez de instrucción de Torrelaguna tuvo que dejarle en libertad. La magistrada dictó una orden de alejamiento por la que no podía acercarse al pueblo a menos de un kilómetro.
Los vecinos se hartaron de esta situación y montaron patrullas ciudadanas que vigilaban de madrugada en turnos de dos horas. "Sólo en ese tiempo se podía dormir tranquilo. El resto del tiempo hemos pasado auténtica psicosis, porque en cualquier momento puede quemarte el coche o una vivienda", denuncia otro vecino. Algunos, incluso, llegaron a dormir con las escopetas dentro de los pajares.
Los vecinos mantienen que incendia las propiedades de amigos con los que ha tenido mayor relación. José D. C. reapareció el pasado miércoles 16, cuando supuestamente quemó el todoterreno del alcalde, el turismo de un vecino, un pajar y dos hectáreas de una finca a la entrada del municipio. Con alguno de ellos llegó a pasar la última Nochevieja. Le invitaron para que no pasara solo esa fecha, ya que estaba soltero y no preveía ir con su familia a Galicia. "Todo el mundo se ha portado muy bien con él. Ha tenido problemas personales y lo está pagando con el pueblo. Ha habido problemas muy graves. Ha quemado viviendas y fue necesario desalojar las casas próximas ante el riesgo de que se incendiaran", comenta el alcalde de El Berrueco, Jaime Sanz (PP).
La Guardia Civil lo detuvo a los dos días. Halló pruebas que le incriminaban en los últimos incendios. Por eso fue puesto a disposición judicial, pero quedó en libertad. De nuevo, el fiscal no acudió a la vista, según fuentes del caso. El juez de Torrelaguna plasmó en su escrito que había muestras claras de su actividad criminal.
Esta puesta en libertad ha hecho que los vecinos hayan convocado para hoy una manifestación en la que piensan cortar los accesos al municipio en señal de protesta. Tampoco descartan protestar delante del juzgado de Torrelaguna o cortar la autovía de Burgos (A-1) a su paso junto al municipio.
"Esto seguirá así hasta que muera alguien"
Los vecinos de El Berrueco conocen muy bien el Renault Laguna azul marino de José D. C., de 47 años. Cada vez que lo ven se echan a temblar. Algunos niños, que le reconocen, han sufrido hasta crisis nerviosas, ya que lo asocian a ser levantados de sus camas en medio de la noche, mientras alguna casa o pajar del pueblo es pasto de las llamas.
La forma de actuar del pirómano es siempre la misma. Suele estar bebiendo numerosas cervezas en algún bar de la localidad. Sobre las tres de la madrugada, dicen los vecinos, acude a su objetivo. Hace unas semanas quemó supuestamente un pajar en el centro del pueblo que era una antigua casona centenaria. Las pérdidas pueden rondar los 600.000 euros. También aprovechó para pintar con un pulverizador 17 coches que estaban aparcados en las inmediaciones, según la Guardia Civil. "No sé como le pudo dar tiempo a hacer todo", reconocen los vecinos.
El presunto pirómano también está acusado de robos. La Guardia Civil le ha detenido con trajes de picador que estaban guardados en uno de los pajares incendiado. Además, los investigadores tienen comprobado que vendió algunos muebles que tenían guardados de sus antepasados algunos vecinos en los pajares.
"Todo esto es indignante y la gente ya está muy harta. Parece que la justicia se está riendo de nosotros. Muchos creemos que esto seguirá o que no lo pararán hasta que muera alguien", comentan con rabia algunos vecinos. De hecho, se sienten impotentes ante el que fue durante mucho tiempo "un gran amigo".
José D. C. ha sido visto por algunos residentes de El Berrueco en un distrito madrileño, donde, supuestamente, reside ahora. Este periódico intentó localizar, sin éxito, a José D. C.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.