Marruecos destapa una nueva infiltración de terroristas en las fuerzas de seguridad
Detenidos tres gendarmes y un policía acusados de participar en una trama islamista
La trama terrorista marroquí tenía ramificaciones no sólo en las Fuerzas Armadas, sino en la Gendarmería, un cuerpo de élite. La Policía Judicial marroquí detuvo el 9 de agosto a tres gendarmes y a uno de sus agentes en el marco de una segunda redada en menos de un mes contra islamistas radicales. Es la primera vez que miembros de la Gendarmería se ven involucrados en una red extremista que, según las autoridades, planeaba atentados. La alarma cunde ante la aparente infiltración del integrismo en el Ejército y en las fuerzas de seguridad.
Aunque la noticia no fue confirmada por el Ministerio del Interior hasta el 7 de agosto, la policía marroquí asestó a finales de julio un primer golpe al islamismo radical al echar el guante a 44 aspirantes a terroristas, entre los que figuran cinco militares adscritos a la base aérea de Salé, una ciudad pegada a Rabat. Nunca, hasta entonces, habían sido apresados tantos militares de una tacada.
Dirigido por Hassan Khattab, ex preso integrista, el autodenominado Grupo de Apoyo al Mehdi, una figura mesiánica en el islam, tenía la intención de perpetrar actos terroristas para "derrocar al régimen e instaurar un califato islámico (república islámica)", según acusan las autoridades. Con tal propósito habían acumulado al menos 30 kilos de explosivos, detonadores con mando a distancia, material de laboratorio y documentación falsa.
La policía propinó, el 9 de agosto, un segundo golpe a la trama islamista, aunque la información solo ha trascendido a mediados de esta semana. Ese día capturó a otras siete personas, incluidos tres suboficiales de la Gendarmería destinados en los alrededores de Rabat, y un policía. Ahora busca a una mujer adinerada, Fátima Azzahra, apodada Oum Asad, que habría financiado la actividad del grupo.
El Ministerio del Interior no ha confirmado aún estas detenciones pero fuentes parlamentarias aseguran que el titular de ese departamento, Chakib Benmoussa, comparecerá en breve a puerta cerrada ante una comisión de la Cámara baja para dar cuenta del desmantelamiento de esa célula "altamente peligrosa". La iniciativa es excepcional en Marruecos, donde el Parlamento desempeña un papel secundario.
Interior y, sobre todo, el Palacio Real, están tomando medidas para purgar al Ejército de elementos sospechosos -la limpia abarca a varios cuarteles- y relevar a los encargados de vigilarlo para que no tomen cuerpo en sus filas tramas terroristas. El general Mohamed Belbachir, que encabezaba la Seguridad Militar desde 2004, ha sido destituido y su departamento está ahora a las órdenes de un coronel de la Gendarmería.
La clase política marroquí condena la "conspiración" para desestabilizar el reino. Los más vehementes son los islamistas moderados, que tratan a toda costa de desmarcarse de sus correligionarios extremistas.
Los abogados de la defensa acusan a la temible Dirección de Supervisión del Territorio de torturas y de detención ilegal de sus clientes, que tardaron más de 11 días -el plazo máximo que prevé la ley antiterrorista- en ser puestos a disposición judicial. Abdelfettach Zahrach, un letrado comprometido con la defensa de los derechos humanos, ha sido uno de los más vehementes, sobre todo en una entrevista que dio, a principios de semana, a Al Yazira, la televisión árabe vía satélite.
Purgas en el Ejército
Esas declaraciones le valieron a Zahrach y a otros dos abogados, Abderraman Feryati y Moussaif Benhammou, una convocatoria por la fiscalía de Rabat, que les interrogó sobre su significado. "Lo que debería hacer el fiscal es abrir una investigación sobre las acusaciones en vez de formularnos preguntas que erosionan nuestra labor como letrados", señaló indignado Zahrach a este corresponsal. Desde ayer Zahrach ha sido también encargado por las familias de la defensa de los gendarmes, que desde hace 16 días están en paradero desconocido.
Los diarios oficialistas arremeten unánimemente contra Al Yazira por su presentación "sesgada y sensacionalista" de la represión antiislamista, haciendo caso omiso de los derechos humanos y dando por hecho que esa ideología había echo mella entre los militares. Al Ittihad al Ichtiraki, el órgano de los socialistas marroquíes, recogía, sin embargo, días atrás informes de inteligencia en los que se reconocía que "los integristas han infiltrado las filas del Ejército". La Gendarmería dispone de unos 22.000 hombres y las Fuerzas Armadas de 300.000 hombres en su mayoría destinados en el Sáhara, la antigua colonia española.
Desde los atentados de Casablanca, en mayo de 2003, se han producido varias purgas antiislamistas en las filas del Ejército, entre las que destaca la de la primavera de 2004. Varios cientos de soldados, 85 suboficiales y un puñado de oficiales fueron expulsados con discreción de la institución castrense.
El primer indicio grave de la infiltración islamista fue, en enero de 2003, el robo en el cuartel de Guercif, cerca de Taza, de siete fusiles de asalto, con su correspondiente munición, por el sargento Yusef Amani, que proyectaba entregarlos a la célula Anatema y Hégira, un grupo salafista combatiente de Meknes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.