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Reportaje:

Entierros por separado

El pueblo jienense de Alcaudete despide con dolor a la joven muerta por disparos de su novio, y al chico, que se suicidó

Ginés Donaire

Dos cortejos, dos funerales, dos tumbas separadas. El pueblo jienense de Alcaudete (11.000 habitantes) despidió ayer con dolor y silencio a Rocío Carrillo, de 19 años, muerta el domingo por la noche por dos tiros de una escopeta de caza que presuntamente le disparó su novio, Máximo García, de 20 años. El joven, que se suicidó poco después, recibió sepultura antes que su novia.

Por expreso deseo de las familias, rotas por la tragedia, todos los actos fúnebres se realizaron por separado. La Guardia Civil había montado un discreto dispositivo de vigilancia en prevención de posibles incidentes. Pero no los hubo. Tampoco fue precisa la actuación de los psicólogos enviados por la Junta de Andalucía. "Mejor que él también muriera, porque, si no, saltarían chispas entre las dos familias", aventuraban algunas vecinas. La mayoría de los asistentes acudió a los dos sepelios "¿Qué culpa tienen las dos familias? Además, se llevaban bien", comentaban Ana y María, amigas de los fallecidos.

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A las 9.30, en la iglesia de san Pedro, se inició el funeral por Máximo García, albañil de profesión cuyo velatorio estuvo instalado en el tanatorio municipal. Unos 400 vecinos asistieron a la misa, oficiada por el sacerdote Pedro Montesinos. Una vez finalizada, el cortejo se dirigió al cementerio.

Al cabo de algo más de dos horas, en la otra esquina del pueblo, comenzó el funeral por Rocío Carrillo en la iglesia de Santa María. La joven había sido velada en el bar de sus padres. En el templo, medio millar de asistentes escucharon al mismo sacerdote, quien también en esta segunda misa evitó aludir directamente a la tragedia ocurrida el pasado domingo.

La víspera, el sábado por la noche, Rocío Carrillo y Máximo García, habían estado juntos en la zona del botellón del pueblo y, más tarde, se les vio en una discoteca. "Ella le había dicho que quería dejarlo un tiempo, pero él se resistía y estuvo hablando toda la noche con ella para intentar que volviera con él", indicó Mayca, quien estuvo con la pareja la noche anterior al crimen. "Él era extremadamente celoso y no podía soportar ver a Rocío hablar con otro chico", abundó Inma, otra amiga. Las dos piden silenciar su identidad completa. Los amigos de Máximo coincidían en resaltar su carácter posesivo. "Yo creo que llegó a pensar 'conmigo o con nadie", afirmó uno de ellos, Salustiano. Ninguno de los amigos tiene constancia de que el joven hubiera amenazado a su novia, que desde hace algún tiempo quería romper la relación.

El domingo, al filo de las diez de la noche, el joven acudió al domicilio de la chica, quien se encontraba sola. Llevaba la escopeta de caza de su padre. Presuntamente, acabó con la vida de Rocío Carrillo con un disparo en la nuca y otro en la espalda. Los vecinos escucharon los tiros y alertaron a la Policía Local. Cuando los agentes llegaron a la casa escucharon otros tres disparos. Dentro, encontraron al joven de rodillas malherido -fallecería horas después en un hospital de Jaén- y aún portando la escopeta. La joven ya había perdido la vida.

Rocío ha sido la víctima número 50 de la violencia de género en lo que va de año en España. El elevado ritmo de muertes cuando la Ley Integral contra la Violencia de Género está plenamente en vigor preocupa al Gobierno. Desde la Red Estatal de Organizaciones Feministas contra la Violencia de Género, Angeles Álvarez, exigió ayer al Ejecutivo que ponga en marcha de forma "inmediata y urgente" el plan de prevención previsto en esa ley.

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