Alfredo Stroessner, el 'Tiranosaurio'
Militar y dictador, gobernó con mano de hierro Paraguay durante 35 años
El ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner falleció ayer 16 de agosto en Brasilia a los 93 años, tras dos semanas de agonía en un hospital a consecuencia de una neumonía contraída tras una intervención quirúrgica leve, una hernia inguinal. Con su muerte desaparece uno de los dictadores más conocidos de América Latina y uno de los principales ideólogos y ejecutores del Plan Cóndor, el proyecto de colaboración entre las dictaduras militares del Cono Sur que durante los años setenta perseguían, torturaban, se intercambiaban y asesinaban a los disidentes políticos.
Estaba acusado en su país por crímenes contra la humanidad y diversas organizaciones internacionales habían solicitado repetidamente su procesamiento y que Brasil le negara el estatuto de asilado.
"Es un prófugo y no merece honores", anunció poco antes del fallecimiento del dictador la ministra paraguaya de Exteriores, Leila Rachid, ante la pregunta de cómo sería tratado el cadáver del ex dictador en el caso de que su familia decidiera repatriarlo. "No es jefe de Estado y está perseguido por la justicia", añadió Rachid. Stroessner encabezó una sangrienta dictadura militar en Paraguay entre mayo de 1954 y febrero de 1989 cuando, derrocado por un golpe encabezado por su consuegro, Andrés Rodríguez, tuvo que buscar refugio en Brasil.
Nacido en 1912, hijo de un inmigrante alemán, Stroessner ingresó muy joven en el Ejército paraguayo participando activamente contra Bolivia en 1932. A los pocos días de ser ascendido a general de División en 1954 encabezó un golpe de Estado contra Federico Chávez, el presidente constitucional caracterizado por sus políticas de profundas reformas económicas y sociales.
Una vez en el poder y al frente del Partido Colorado, purgó el partido encarcelando o enviando al exilio a quienes suponía rivales y estableció un sistema de elecciones fraudulentas que le permitió ser reelegido en siete ocasiones. Además, decretó el estado de emergencia en el país, que estaría vigente de forma casi permanente durante todo su mandato. En 1977 Stroessner ordenó que se aprobara una enmienda constitucional que le permitía convertirse en presidente vitalicio de Paraguay.
En el plano económico se caracterizó por su apoyo a los grandes propietarios agrarios y por dedicar la mitad del presupuesto nacional al mantenimiento del Ejército, un medio indispensable para su permanencia en el poder, que, con la excepción de Cuba, es la de mayor duración durante el siglo XX en América Latina de un régimen autoritario.
El escritor Augusto Roa Bastos, fallecido en 2005, se inspiró en los abusos de poder de Alfredo Stroessner, a quien en sus ensayos llamaba Tiranosaurio, para algunas de sus obras más famosas, como Yo, el Supremo. Organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos consideran que Stroessner era responsable de la muerte de al menos 900 personas, bien asesinadas o desaparecidas, y de la tortura de varios miles.
En plena guerra fría, el régimen de Stroessner se caracterizó por un feroz anticomunismo y la persecución de todo tipo de oposición. Tampoco faltaron algunos gestos de megalomanía como el cambio de nombre de la ciudad fronteriza de Puerto Flor de Lis por el de Puerto Presidente Stroessner. A la caída de la dictadura, la localidad asumió la actual denominación de Ciudad del Este.
El dictador gozó del apoyo de sucesivas administraciones de EE UU durante gran parte de su mandato y los beneficios generados por la construcción conjunta con Brasil de la presa de Itaipú le dieron a su régimen una relativa bonanza económica en los setenta. Sin embargo, las tensiones políticas internas -pretendía dejar como sucesor a su hijo Gustavo-, los frecuentes casos de corrupción y el fin del apoyo de Washington provocaron finalmente su caída.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.