_
_
_
_
Reportaje:GENTE

"Es imposible que Kiko sucumbiera en tres días"

Hubertus von Hohenlohe exige responsabilidades ante la muerte en Tailandia de su hermano, cuyos funerales se celebran hoy en Marbella

Javier Martín-Arroyo

"Cada vez que una puerta se podía abrir, se cerraba otra. Todas las ocasiones fallaron. Kiko es el ejemplo de cómo a cualquiera pueden sucederle cosas raras y fatales". El príncipe Hubertus von Hohenlohe enfatizaba ayer el fatal cúmulo de casualidades que acabaron con la vida de su hermano Christoff, conocido familiarmente como Kiko, el pasado 8 de agosto en Bangkok. "No puede ser que alguien sucumba en tres días. Ahora veremos cuál fue la causa que más empujó en el derrumbe de su cuerpo", añadía aún perplejo Hubertus.

Para despejar incógnitas y averiguar todas las causas de la extraña muerte de Kiko, la familia Hohenlohe encargó una segunda autopsia del cuerpo, repatriado desde Tailandia el pasado domingo antes de su entierro, que se celebrará esta mañana. Será después de instalar la capilla ardiente y celebrar la misa en la Capilla del Rocío de San Pedro Alcántara, un núcleo poblacional cercano a Marbella, donde el padre Alfonso von Hohenlohe, príncipe y empresario, fraguó en los años sesenta el despegue turístico de la Costa del Sol. Tras la nueva autopsia, Kiko será enterrado en el panteón familiar del cementerio de San Bernabé.

"Las enfermeras pensaron que dormía, y un guardia se percató de que ya no despertaría, pero era demasiado tarde"

La versión oficial de las autoridades tailandesas no convence a la familia. En el momento de la detención de Kiko, producida tras falsificar con un bolígrafo la fecha de caducidad de su visado de turista, éste portaba pasaporte de Lichtenstein. La familia ha exigido ahora al Gobierno del pequeño principado una investigación para aclarar "minuto a minuto" los nueve días que Kiko pasó entre la cárcel y dos hospitales tailandeses. "Era peligrosísimo mover las aguas estando aún en Tailandia. Tanto mi madre

[Ira von Fürstenberg, sobrina de Giovanni Agnelli, el legendario Avvocato] como yo, esperamos hasta regresar a Europa para exigir responsabilidades a las autoridades, porque no nos fiábamos", aclaró Hubertus. Los resultados de la autopsia realizada al cadáver en Bangkok se retrasarán al menos dos meses.

El Gobierno tailandés explicó a la familia que tras redactar los agentes un duro informe contra Kiko, el juez confirmó su arresto y le envió a la cárcel de Klon Prem Remand, donde ingresó en una celda junto a presos comunes y se le denegó la posibilidad de salir bajo fianza. Ante su grave estado de salud, fue trasladado al hospital de la prisión y de ahí al hospital Nonthawet de Bangkok, donde falleció después de sufrir un colapso simultáneo multiorgánico provocado por una septicemia (una infección generalizada), según las primeras explicaciones recabadas por la familia. "Nunca tuvo un ataque diabético anterior. Aparentemente sufrió una subida de azúcar pero se solucionó, y entonces tenía el 50% de oportunidades de sobrevivir. Para colmo, tras el traslado al hospital privado, el doctor tardó una eternidad en llegar", explica su hermano. "Las enfermeras pensaron que dormía y un guardia se percató de que estaba muy grave, pero fue demasiado tarde, ya no despertaría", añadió.

Hubertus no se explica cómo las autoridades tailandesas exigieron a Kiko disfrutar de una residencia, cuando contaba con visado de turista. Sobre los rumores acerca de un posible uso de drogas, Hubertus rechaza cualquier inclinación en ese sentido: "Era cobarde y nunca arriesgó. A pesar de que adoraba la buena vida, no se ponía al límite".

Viajero incansable, Kiko residía habitualmente entre Hawai y Ginebra, y solía pasar unos meses al año en Marbella para visitar a los familiares que aún viven en la Costa del Sol. Cada vez tendía más hacia el Oeste. Desde Europa, primero se mudó a Nueva York, posteriormente a Los Ángeles, y finalmente a Hawai. "Era original y más grande que la vida, con sus dos metros y 115 kilos. Un ciudadano global del mundo", le definió ayer su hermano.

Hubertus von Hohenlohe, ayer en Marbella.
Hubertus von Hohenlohe, ayer en Marbella.ÁLEX ZEA

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_