La Virgen de Agosto
Hemos llegado al centro del verano, es decir, a la Virgen de Agosto, la cumbre de la canícula a partir de la cual todo será un descenso más o menos suave. Peligroso es subir (lo saben casi todos los escaladores y muy pocos políticos), pero más peligroso es bajar. Hay que bajar sin prisa, tomando las debidas precauciones y sin perder de vista nuestros pasos ni los puntos de carné que podemos perder en el descenso. Queda mucho verano en el zacuto, una botella medio llena aún para los optimistas y para los cenizos, inevitablemente, medio vacía ya. Como siempre, todo depende de las circunstancias y de nuestro carácter.
El caso es que, según el santoral católico, hemos llegado al día de la Virgen de Agosto. La Ascensión de la Virgen a los cielos, el puente de la Virgen, las fiestas de la Virgen, las diez mil romerías de la Virgen que nos igualan en la piel de toro, desde Bilbao a Cádiz, qué le vamos a hacer, así es la Virgen. Vírgenes provinciales, regionales, federales, autonómicas o nacionales. Pero, ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?, se preguntaba el gran Jardiel Poncela. Seguramente el número (de vírgenes) resulta exagerado e increíble, a pesar de los píos deseos de Rouco Varela y sus manifestantes, pero sí es muy probable que existan en España once mil fiestas dedicadas a la Virgen de Agosto.
Fuegos artificiales que iluminan el cielo de todos los rincones del Estado (Virgen santa, perdón por esta frase digna del Teleberri) en honor de las vírgenes de agosto, tan pirotécnicas y animadoras. En todos los rincones del Estado, en todas sus realidades nacionales, digamos, se celebran sin solución de continuidad sofocantes festejos taurinos parecidos entre sí como un toro sangrando por la boca a otro toro sangrando por la boca. Supongo que serán días funestos para Manuel Vicent, aliviados quizás por las sardinas y la fruta madura de agosto. La fecha en que mayor número de corridas de toros se celebran en esta península, por si no lo sabían, es el 15 de agosto, el día de la Virgen. Plazas monumentales o portátiles, el caso es que haya toros que se dejen torear y matar y hombrecitos vestidos de luces que se atrevan a hacerlo, de Cádiz a Bilbao, que le vamos a hacer, así es la fiesta, así nos acordamos de la Virgen de Agosto cuando suena el clarín y Ernesto Hemingway (o quizás su ectoplasma) se frota las manazas.
De la Virgen de Agosto escribió hermosas páginas Josep Pla, tan olvidado desde que concluyó su centenario. "Rodeada, pues, de clarinetes y de trombones graves, de notas alegres y de subrayados, aparece la Virgen de Agosto sobre un fondo de cielo intensamente azul, un cielo un poco árido. Y con la Virgen llega la fruta, la maravillosa fruta del tiempo". A Pla lo que le gusta más de estos días de agosto es la fruta. Le gusta verla, olerla, acariciarla, comerla y escribir, sobre todo quizás, sobre ella. Es difícil hacer un buen párrafo, o un párrafo medianamente digno, dedicado al melón o a la sandía, pero Pla lo consigue: "Entre el melocotón, ya en declive, y la uva moscatel, navega el melón sin rumbo fijo, en un terreno de inferioridad. La sandía es cosa insulsa. Es una fruta, la sandía, que parece hecha ex profeso para ser comida por las personas que tienen la boca muy grande, de una glotonería indominable. El melón se puso de moda y es algo mejor, pero yo creo que las calidades que se disciernen en el melón provienen de que es una fruta fácil. A veces, lo fácil tiene un gran encanto".
Todavía en los tiempos de Pla, antesdeayer apenas, se podía vivir un agosto horaciano dedicado al cultivo del bostezo y a las frutas maduras del tiempo. Todo es distinto hoy. Nada se cierra. Nadie puede pararse a partir un melón durante una hora, sentado bajo un toldo, mientras el sol abrasa un toro troquelado en un alcor junto a una carretera nacional. El teléfono (móvil) no deja de sonar y en menos de un minuto, sin que te enteres, te pueden dar de alta en alguna compañía telefónica, suscribirte a una historia de la guerra civil por fascículos, venderte una tarjeta de crédito que nunca vas a usar o hacerte socio de un campo de golf que nunca pisarás. El esplendor de la fruta tampoco es el mismo que celebraba Pla. Sin embargo, estamos en verano y el sol brilla. Faltan aún quince días para la operación retorno. Que la Virgen de Agosto nos pille confesados.
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