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SIN PERDER LOS NERVIOS
Columna
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¡Cambien el himno gallego!

Yo que ustedes dejaría de preocuparme por las hectáreas arrasadas en los incendios de hogaño y empezaría a hacer planes para el futuro. Lo sé, es una cabronada que el comienzo del himno gallego (¿Qué din os rumorosos na costa verdecente?) quede obsoleto por falta de materias primas, pero no me digan que el siguiente arreglo no atraería montones de bienes al lugar: ¿Qué din os chaleciños adousadiños nas Mariñas D'Ouro urbanizadiñas?. Queridos y queridas amigos de por allí, gallegos y gallegas no pirómanos, ahijadiñas mías de cierta promoción de la Facultad de Periodismo, Ana de Porriños y conocidos varios: ¿Echan de menos los tiempos en que sus maestros les contaban que Galicia podía ser recorrida saltando de árbol en árbol? Jódanse. Nosotros, los precursores -los habitantes del litoral catalán, los baleares- ya nos hemos jodido. Y en cuanto a nuestros seguidores más entusiastas, especuladores de la Costa del Sol, de Valencia, Alicante y Castellón y de todo el Mediterráneo murciano, están trabajando en ello. Su deleitoso triscar de apisonadoras y grúas tiene sobrecogida a Cécile Chambraud, enviada especial ¡a Murcia! del diario Le Monde, que el pasado día nueve publicó un reportaje espeluznante.

¿Echan de menos los tiempos en que sus maestros les contaban que Galicia podía ser recorrida saltando de árbol en árbol?

La buena de Cécile se quedó helada cuando vio los trabajos de la nueva autopista que conducirá de Cartagena a Vera, completamente innecesaria si no fuera porque servirá para alimentar la erección (en el peor sentido de la palabra) de ¡tachán!, un paradisíaco resort llamado Marina de Cope, nada que ver con la emisora de los obispos sino con el cabo de Cope, precioso lugar que todavía no había sido pasto de la especulación, situado entre la falda de la sierra de la Almenara y el Mediterráneo. Se trata de un proyecto inmobiliario que comprenderá 10.000 viviendas, 22.000 plazas hoteleras, cinco campos de golf y no sé cuántos piscinajes y parques acuáticos, y contribuirá a comunicarnos los unos con los otros de forma más acorde con los nuevos tiempos.

Verán. Ataviados de bañistas cual Ségolène Royal, candidata socialista a la presidencia de Francia, o cual Nicholas Sarkozy, ministro del Miedo francés, podremos recorrer ¡Ehpaña!, de piscina en piscina, de parque acuático en parque acuático, de Marina en Marina, y prácticamente sin tener que cambiar de toalla. Y cuando digo España, me quedo corta. La Península entera se verá intercomunicada gracias a esta nueva modalidad de vida gregaria retozona, cuyo complemento ideal consistiría en que la servidumbre de diferentes razas o etnias que ahora podemos permitirnos nos siguieran en formación de a dos o tres, cargando con nuestros críos y con sus respectivos juguetes. Un mundo feliz y una Marina sin fronteras.

Porque ya está bien de iniciar investigaciones y de proyectar comisiones y de lanzar hipótesis acerca de quiénes y cómo y por qué y hasta cuándo van a seguir quemando los bosques. Abandonen la lectura de los periodistas que intentan llegar al meollo del asunto. Pero no abandonen los periódicos. Vayan directamente a los suplementos de divulgación inmobiliaria perpetrados semanalmente, lean los titulares, devoren los anuncios. "Promociones basadas en el confort, viviendas y áticos, muy cerca del mar, apartamentos a pie de playa muy cerca del Club Náutico, por el precio de un piso, disfruta de una casa cerca de la ciudad, residencia con zona comunitaria, edificios de viviendas exclusivas, haz realidad tus sueños, embárcate en Vivemar, compartimos tus ilusiones, te vendemos chalet por el precio de un apartamento, antes de comprar por catálogo, visite nuestras promociones, descubre la pasión por el Mediterráneo, casas en primera línea de mar junto al parque natural del Delta del Ebro, ¿Quieres disfrutar de los valiosos beneficios de vivir cerca del mar?"

Habría que poner al juez Garzón, que tan brioso ha vuelto a la Audiencia, a perseguirnos a nosotros, los que nos quejamos de los pirómanos, oteamos una trama de constructores mafiosos detrás, seguramente aliada con el poder más añejo... Para acabar comprando un alijo de mar en el lugar do un día hubo todo tipo de rumorosos.

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