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Guerra en Oriente Próximo

Los militares no quieren un alto el fuego sin desarmar antes a Hezbolá

Ni rastro de la anunciada ofensiva, que el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, había anunciado por la tarde. Los tanquistas dormían y los carros de combate tenían las luces apagadas. Había tranquilidad en el frente mientras que a miles de kilómetros se libraba la última partida de la diplomacia.

El Gobierno lleva días dividido entre la vía política y la militar. Olmert aceptó el miércoles la petición de sus generales para lanzar una vasta ofensiva terrestre hasta la orilla del río Litani, 32 kilómetros tierra adentro de Líbano, pero en la madrugada del jueves dio orden de retrasar el avance hasta el fin de semana para no interrumpir las negociaciones en la ONU.

Los militares, con el jefe del Alto Estado Mayor general Dan Halutz a la cabeza, se oponían a una resolución en el Consejo de Seguridad que no obligue al desarme de Hezbolá. En la tarde de ayer, según pasaban las horas y se daba por seguro que el Consejo de Seguridad votaría a favor del fin de las hostilidades, el malestar era evidente entre los reservistas convocados para "extirpar el cáncer de Hezbolá". Se sentían despedidos sin terminar el trabajo.

La jornada, que culminaba un mes de guerra, había comenzado llena de nubarrones para el primer ministro. Una encuesta publicada por el diario Yedioth Aharonoth aseguraba que el 73% de los israelíes considera que la organización y el manejo de la guerra han sido "malos" y el prestigioso periódico Haaretz iniciaba su portada con un artículo titulado "Olmert debe irse". "Si Olmert se va ahora de la guerra que ha iniciado, no será capaz de permanecer ni un día más como primer ministro", escribía el columnista Ari Shavit en Haaretz. "No puedes llevar a una nación a la guerra con la promesa de victoria y después de generar una humillante derrota permanecer en el poder".

Orden sin respuesta

El primer ministro se reunió por la tarde con el ministro de Defensa, el socialista Amir Peretz, quien, igual que Olmert, llegó al cargo sin experiencia militar y que tal vez para suplirla se ha colocado hombro a hombro con los uniformados y ha sido el primero en estar a favor de la guerra. Tras dos horas de reunión, llegó la orden de avanzar que los militares aguardaban, pero no hubo grandes movimientos en espera de noticias de Nueva York. "El Ejército de Israel ha salido victorioso en todas sus campañas y todo Oriente Próximo lo sabe. La supervivencia del Estado de Israel depende de que el temor se mantenga", dijo un comandante de la reserva.

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Asaf Shariv, portavoz del primer ministro, justificó la decisión de poner en marcha la ofensiva masiva, en que los retoques hechos a la resolución no abordaban la exigencia israelí de una fuerza internacional "robusta" que impida el acceso al sur de Líbano de los milicianos del Partido de Dios. El órdago era, al parecer, parte del juego de las negociaciones.

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